jueves, 29 de enero de 2009

Querer... o no querer




La motivación y la ilusión por las personas y las cosas nos hacen ser capaces de sacar horas de donde no las hay, de arañar segundos a las mismas si la ocasión nos lo merece, de comprar billetes de avión o de tren para visitar a los que queremos, de atrevernos a enviar un sms o un mail, de decidirnos a pedir permiso en el trabajo para poder salir antes y poder ir a recibir a alguien a quien apreciamos y vive lejos, de ser espontáneos, auténticos...

No sabemos qué somos capaces de hacer hasta que no lo deseamos. Es entonces cuando lo intentamos y, llegado el momento, nos estiramos como un chicle, y aprendemos a cantar si es necesario, a hablar suahili, a modelar barro. Incluso nos acercamos a determinadas disciplinas y abrimos nuestros oídos a otras músicas y otras lecturas...

Y todo porque queremos, y encontramos mil motivos para alcanzar lo que nos merece la pena.

Canta Silvio:

En busca de un sueño desatan ciclones
en busca de un sueño cuántas ilusiones

en busca de un sueño transcurren los ríos

en busca de un sueño se salta al vacío (...)



Sin embargo, en ocasiones la mecha de la ilusión no prende, se queda como a medio gas, ese quiero y no puedo que nos hace dudar de si no nos estamos obligando a algo que realmente no queremos hacer.

Entonces todo sale como forzado, artificial, no "desde dentro", sino más bien impuesto porque algo "de fuera" nos hace tener que hacerlo. Suele decirse que no fluye, que no cuaja, que no termina de...

Y se hace uso de las mentiras piadosas, de las verdades a medias...

Y encontramos mil excusas para no hacerlo.

miércoles, 28 de enero de 2009

Leyenda Sioux

Siguiendo con mi particular interés por los Estados Unidos y las tribus nativas norteamericanas (América, Grandes Llanuras, Atrapasueños, Oest) os hago llegar una leyenda Sioux:

"Cuenta una vieja leyenda que una vez, hasta la tienda del viejo brujo de la tribu llegaron, tomados de la mano, Toro Bravo, el más valiente y honorable de los jóvenes guerreros, y Nube Alta, la hija del cacique y una de las más hermosas mujeres de la tribu.

- Nos amamos -empezó el joven.
- Y nos vamos a casar -dijo ella.
- Y nos queremos tanto que tenemos miedo.
- Queremos un hechizo, un conjuro, un talismán. - Algo que nos garantice que podremos estar siempre juntos. - Que nos asegure que estaremos uno al lado del otro hasta encontrar a Manitú el día de la muerte.
- Por favor -repitieron-, ¿hay algo que podamos hacer?

El viejo los miró y se emocionó de verlos tan jóvenes, tan enamorados, tan anhelantes esperando su palabra.

- Hay algo… -dijo el viejo después de una larga pausa-. Pero no sé… es una tarea muy difícil y sacrificada.
- No importa -dijeron los dos.
- Lo que sea -ratificó Toro Bravo.
- Bien -dijo el brujo-, Nube Alta, ¿ves el monte al norte de nuestra aldea? deberás escalarlo sola y sin más armas que una red y tus manos, y deberás cazar el halcón más hermoso y vigoroso del monte. Si lo atrapas, deberás traerlo aquí con vida el tercer día después de la luna llena. ¿Comprendiste?

La joven asintió en silencio.

- Y tú, Toro Bravo -siguió el brujo-, deberás escalar la montaña del trueno y cuando llegues a la cima, encontrar la más brava de todas las águilas y sólamente con tus manos y una red deberás atraparla sin heridas y traerla ante mí, viva, el mismo día en que vendrá Nube Alta… salgan ahora.

Los jóvenes se miraron con ternura y después de una fugaz sonrisa salieron a cumplir la misión encomendada, ella hacia el norte, él hacia el sur… El día establecido, frente a la tienda del brujo, los dos jóvenes esperaban con sendas bolsas de tela que contenían las aves solicitadas.

El viejo les pidió que con mucho cuidado las sacaran de las bolsas. Los jóvenes lo hicieron y expusieron ante la aprobación del viejo los pájaros cazados. Eran verdaderamente hermosos ejemplares, sin duda lo mejor de su estirpe.

- ¿Volaban alto? -preguntó el brujo.
- Sí, sin dudas. Como lo pediste… ¿y ahora? -preguntó el joven- ¿lo mataremos y beberemos el honor de su sangre?
- No -dijo el viejo.
- Los cocinaremos y comeremos el valor en su carne -propuso la joven.
- No -repitió el viejo-. Hagan lo que les digo. Tomen las aves y átenlas entre sí por las patas con estas tiras de cuero… Cuando las hayan anudado, suéltenlas y que vuelen libres.

El guerrero y la joven hicieron lo que se les pedía y soltaron los pájaros.

El águila y el halcón intentaron levantar vuelo pero sólo consiguieron revolcarse en el piso. Unos minutos después, irritados por la incapacidad, las aves arremetieron a picotazos entre sí hasta lastimarse.

- Este es el conjuro. Jamás olviden lo que han visto. Son ustedes como un águila y un halcón; si se atan el uno al otro, aunque lo hagan por amor, no sólo vivirán arrastrándose, sino que además, tarde o temprano, empezarán a lastimarse uno al otro. Si quieren que el amor entre ustedes perdure, vuelen juntos pero jamás atados."

sábado, 24 de enero de 2009

Never give all the heart

Llevo un tiempo con una tarrofagia que me resulta ya cansina (eso no sería malo en sí, sino fuera porque resulta también cansina para quien me la escucha comentar)

Viene, va, vuelve, aparece, desaparece, no le pongo las palabras precisas que la expliquen del modo en que quiero hacerlo. Y sucede que, de repente (un extraño...), curioseando en el Blog de un chico joven, veo, perfectamente explicado con sus palabras, lo que yo no pude explicar con las mías.

Mi problema es precisamente el que él describe como dar el manual de instrucciones.

Pienso sobre el tema (oooootra vez), y llego a la conclusión de que la gente no puede nunca tomarme en serio, y les resulta incluso fácil dañar llegado el momento, cuando he entregado fácilmente, (y gratis, que diría Punset :P) todas mis instrucciones.

Saben de qué pie cojeo, cómo reacciono, el tiempo de espera exacto en que contacto de nuevo con ellos, la duración exacta de mi rabia, el grado de apasionamiento sin apenas escalas de grises que siento hacia las personas y las cosas, que suelo sentir casi siempre indiferencia y casi nunca rencor... pero ¡ALTO! ¿qué estoy haciendo ahorita? Ups, mejor no sigo...

Quizás no sea buena - como dice José Roberto Coppola- tanta transparencia. La indulgencia siempre me ha dado a saborear más tragos amargos que dulces. Para la gente que me conoce debo ser esa persona blanda cual cojín, a la que se puede tratar mal de vez en cuando, si total, siempre vuelve... O esa otra que no espera un tiempo prudencial a que el otro mueva ficha, porque detesta perder el tiempo cuando se trata de mejorar las cosas. Lo que para otros es un tiempo de reflexión necesario, para mí se convierte en tiempo precioso desperdiciado, y eso ellos lo saben.

Algún día hablaré de trenes, hace tiempo que rumio una entrada sobre ellos, incluso encontré una foto que me encanta para ilustrarla.

Me gustaría a veces ser el tren que dejaron pasar algunas personas, y tener la dignidad que tienen aquellos que se alejaron con la cabeza alta cargados de razón y nunca volvieron.

A ver si lo intentamos.

De momento dejo este poema que desconocía hasta ayer mismo. Fue escrito por William Butler Yeats y me lo trajo mi amigo el de la mente maravillosa:

Never give all the heart

Never give all the heart, for love
Will hardly seem worth thinking of
To passionate women if it seem
Certain, and they never dream
That it fades out from kiss to kiss;
For everything that's lovely is
But a brief, dreamy, kind delight.
O never give the heart outright,
For they, for all smooth lips can say,
Have given their hearts up to the play.
And who could play it well enough
If deaf and dumb and blind with love?
He that made this knows all the cost,
For he gave all his heart and lost.

Nunca des todo tu corazón

Nunca des todo el corazón, pues el amor
Poco valdrá la pena ser pensado
Por mujeres apasionadas si se presenta
Indudable; y ellas nunca sueñan
Que se gasta de beso en beso;
Porque todo lo que es adorable es
un corto, ensoñado, noble placer.
Oh nunca des el corazón por completo,
Porque ellas, según los suaves labios dicen,
Han dado sus corazones al juego.
Y quién podrá jugar lo suficientemente bien
Si está sordo y mudo y ciego de amor?
El que hizo esto conoce el verdadero costo,
Porque dio todo su corazón y perdió.

The Chieftains (con Anúna y Brenda Fricker)


jueves, 22 de enero de 2009

Esperanza


- "¿Y hasta cuándo cree usted que podemos seguir en este ir y venir del carajo? - le preguntó.

Florentino Ariza tenía la respuesta preparada desde hacía cincuenta y tres años, siete meses y once días con sus noches:

- Toda la vida- dijo".

Leí "El amor en los tiempos del cólera" sentada en las dunas de mi playa cuando tenía veintidós años. No quería que terminara y sí. Las tardes eran mejores con ese libro a mi lado, acompañándome en esos días taaaaan largos.
El avance de sus últimas páginas iba a ser mi despedida de esos personajes tan maravillosos, de esa historia en la que se sucedían acontecimientos, pasaban cosas, algunas buenas y otras peores, pero donde el tiempo estaba detenido alrededor de dos únicas personas.
Años de cambios en los escenarios, en la política de los países y ciudades, años de avances sociales, científicos. Años de cambios en los estilos musicales, en las mentalidades.
Y mientras, ellos dos sólos, ajenos al resto. Porque el resto les importaba esa palabra que tanto usaban ellos, un carajo.

El tiempo, como tal, no pasaba para ellos...
Buena edad para una relectura.

miércoles, 21 de enero de 2009

Ese lenguaje maloso...

Es curioso que, en una misma conversación, hayan salido las siguientes palabras: rollito, muslito...

El recochineo ha venido cuando, terminada la cena - y sin dejar de hablar, que una no es de Bilbao pero es muy chula y puede con todo- ha llegado la hora del postre...

- ... mmm, sobraron cositas de las Navidades.

- A ver... ¡Un polvorón!

Y ya el chiste ha sido redondo.

No hay nada a veces como los dobles sentidos, nos hacen reír y destensan nuestras cervicales, tan tensitas ellas.

PD: en otra entrega, navajas y mejillones :P.

martes, 20 de enero de 2009

Sonríe a cámara...

No entiendo a la gente que cuando ve una cámara de fotos a punto de disparar cambia la expresión de su cara.

Hay personas cuyo rictus se muestra siempre serio y reflexivo. Tal vez sean así realmente, o puede que se vean más favorecidos, o que acaso el momento de "pasar a la posteridad" lo vean como algo solemne, que les obliga a guardar compostura y esconder dientes.

Otra gente sale siempre sonriendo. Tal vez sean así realmente, o puede que se vean más favorecidos, o crean que es mejor ser inmortalizados con el mejor de sus semblantes y piensan que éste corresponde a un gesto risueño.

Hay sonrisas seductoras de labios cerrados, Giocondiles, Profidén, sonrisas que dicen más que mil palabras, sonrisas forzadas, sonrisas tristes - donde la tristeza que se pretende esconder tras la boca risueña sale por los ojos-, muecas, sonrisas malignas, sonrisas auténticas, expansivas...

Dijo García Márquez en sus 13 líneas para vivir:

Nunca dejes de sonreír, ni siquiera cuando estés triste, nunca sabes quién se puede enamorar de tu sonrisa.

Eso mismo debió pensar un chico de veinte años al que llamaban Barry, en 1980.

Hoy es el máximo exponente de que los sueños se pueden realizar, todos.

Es el primer presidente negro de la historia de los Estados Unidos. Y todos, todos, tendríamos que tenerlo presente cuando pensamos que conseguir algo es imposible.

(Foto: Lisa Jack)

domingo, 18 de enero de 2009

Caribou




A lo mejor, tal volta, perhaps, vielleicht... es que necesitaba que esta humedad asfixiante nos diera tregua y el aire caliente me diera en la cara.

Y alejarme unas horas del mundo de las ideas y de mi entorno informático decorado en tonos púrpura para comer un plato (bueno, un primero, un segundo y un tercero) de cocido madril.

Y acudir a la librería de Isabel (una librería que, curiosamente no tiene nombre), y salir cargada con dos revistas, dos diarios y tres libros.

Material que leeré en un ratín, aunque confieso que me da un poco de reparo hacerlo, porque me meterá otra vez dudas en el cerebro, y el pobre, que saca demasiado humo últimamente, me dirá: ya basta, descansemos, Mari...

Pero es que Mari no tiene remediooooo!

sábado, 17 de enero de 2009

Corazón hibernado



Corazón coraza


Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza

porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro

porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.

Mario Benedetti

viernes, 16 de enero de 2009

Invisibilidad

Siempre me he quejado de mi invisibilidad como quien se queja de los "problemas" que les causa el hecho de llevar el pelo tan largo, tener el móvil siempre sonando, la vida atareada, lo estresante que es su trabajo, lo díscolos que son sus hijos...; es decir, sin ser realmente consciente de si es una queja con fundamento o una manera de hablar en situaciones puntuales en que necesitas desahogarte.

Lo he contado siempre: me acuerdo perfectamente de los nombres y rostros de mis compañeros de clase desde el parvulario, de hecho, tengo dos amigas que me decían continuamente que les recordaba a una elefanta (espero que fuera por su legendaria memoria, ya que ahora que he visto El hombre Elefante no sé qué pensar, mmm...)

Curso tras curso, yo iba añadiendo a mi disco duro más nombres, más caras, sin solapar lo viejo con lo nuevo, ocupando cada persona un Kb perfectamente diferenciado del otro.

Más tarde, cuando empecé a volar sola y comenzó mi "vida social", iba conociendo a más gente por los bares, por los conciertos de los pueblos en las fiestas de verano.... ; los años más fructíferos fueron los del Instituto, al mezclarse en mi grupo D gente que elegía ética con francés, ética con inglés, francés con religión, literatura con matemáticas (dos casos que yo recuerde), literatura catalana con griego, historia del arte con latín y más combinaciones extrañas en el Reino de la Religión y el Inglés, que era el que dominaba el resto de aulas. Al ser mi Instituto punto de reunión de todos los pueblos colindantes en un radio de una veintena de km, empezó a bajar gente de las montañas, tandas de nuevos desconocidos que pasaban a ocupar su lugar correspondiente en mi parcela cerebral dedicada a la Gente.

También soy capaz de recordar el puñado de gente que conocí durante mi breve paso por la Universidad, y por supuesto los del centro donde estudié cuando retomé el mundo de los libros, un par de años después.

Y los compañeros de todos los trabajos por los que he pasado, que han sido bastantes.

Gente, más gente, nombres, apellidos, caras, voces...

Sin embargo, ya en mi casi treintena fui consciente de un detalle quizás insignificante dependiendo de quien lo mire: nadie, absolutamente nadie, se acordaba de mi.

Achaqué ese hecho a mi nombre, muy vulgar en conjunto y por separado, a mi aspecto muy normal también, sin rasgos especialmente destacables, a mi personalidad estándard (llamada mediocre los días más grises). Me acostumbré al hecho de que les sonaba de algo, pero nadie recordaba nunca quién era. Y ya directamente, antes de llegar el momento embarazoso, yo misma empecé a decir mi nombre al primer saludo.

Me sigue pasando. Voy a otro pueblo y veo al chico aquel que se sentaba justo detrás de mí en clase. Y lo veo como un todo lleno de datos que recuerdo a la perfección. Cuando se acerca hacia mí, sé lo que va a decir, sin ser mentalista ni nada de eso:

- "Estoooo, cuánto tiempo....?????¿¿¿¿¿¿"
- "Mª José". Digo yo.
-"Ostis, sí, cierto, ha pasado tanto tiempo..."

Cuando se aleja, me pregunto si me ha recordado por algún lugar en concreto o directamente no me ha ubicado, y simplemente le he dado un aire familiar.

Ayer empecé un curso en una ciudad cercana a mi pueblo. Observo a los asistentes y hay muchos extranjeros. Sólo dos o tres de la comarca. Y cuando ya estamos todos sentados, entra atropelladamente un chico que habla mi lengua materna, detalle que agradezco porque será mi compañero de mesa el resto del curso (¡y faltan seis meses para terminar!).

Estamos haciendo un ejercicio a dúo y me dice: ¿dónde trabajas? ¿de dónde eres? Cuando termino de responderle me dice:

- "Por eso me sonaba tu cara. Fui una vez y me atendiste tú".

Por algo se empieza a cambiar. A mi la suya no me sonaba de nada.

Mira, no tiene apenas importancia, pero me alegra una miajita.

Soy un ser humano

Joseph Merrick fantaseó. Por inocencia, desconocimiento, o simplemente porque fue la primera versión que le había sido dada y no vio motivo alguno para indagar sobre su veracidad:

"La deformidad que exhibo ahora se debe a que un elefante asustó a mi madre: ella caminaba por la calle mientras desfilaba una procesión de animales. Se juntó una enorme multitud para verlos y, desafortunadamente, empujaron a mi madre bajo las patas de un elefante. Ella se asustó mucho. Estaba embarazada de mí, y este infortunio fue la causa de mi deformidad"

Cuando creció y fue consciente de su diferencia, nunca escondió sus defectos ni los disfrazó, sino que fue con su asumida realidad por delante, aunque no fuera la que él hubiese preferido, obviamente:

"Mi cabeza mide ochenta y ocho centímetros de circunferencia y tengo una amplia masa carnosa en la parte de atrás, grande como un tazón. La otra parte parece, digamos, valles y montañas, todos amontonados, mientras que mi cara tiene un aspecto que nadie quisiera describir. Mi mano derecha posee casi el tamaño y la forma de una pata de elefante. El otro brazo y la otra mano no son mayores que los de un niño de diez años, y están algo deformados".

Algo que parece lógico a menudo no lo es tanto, y solemos esconder aquello que podemos y de lo que nos avergonzamos. Paradójicamente, confesamos abiertamente nuestras mayores protuberancias (disfrazadas a menudo de rarezas y peculiaridades del carácter) porque inconscientemente sabemos que es una tontería no hacerlo, siendo tan evidentes a los ojos de los demás.

Luego a todo eso mezclado, tanto a lo visible como a lo invisible, lo llamamos franqueza y transparencia.

Parece ser que David Lynch dramatiza todavía más la terrible desgracia que tuvo que soportar este hombre, y en su escena colocando delicadamente el único retrato que posee de su madre (muerta demasiado joven... como todas las madres), es imposible no llorar. Los momentos más tiernos de la película son los referidos a esta persona, la única que le había demostrado amor verdadero.

Una película realmente conmovedora.

martes, 13 de enero de 2009

El Joven Unineuronal


¿Hasta qué punto pueden llegar a conocerse dos personas totalmente opuestas mediante un medio tan "frío" como la Red?

En ocasiones la vida te cruza con personas extrañas a tus ojos. Entonces puedes optar por hacer que pasen de largo, como se hace con decenas a lo largo de la vida, o bien intentar llegar a ellas, por ese algo desconcertante que intuyes.

Conocí hace un par de años a una de estas personas. Para no vulnerar su anonimato, le pondremos un nombre común, por ejemplo Juan :P.

Atesoro una relación rara con él, poco convencional. No creo que seamos amigos ni dejemos de serlo. Conocidos es una palabra muy pobre y triste para definirnos, y tampoco somos confidentes ni consejeros, porque nunca tocamos temas personales. Es por ello que su etiqueta es su nombre. Es simplemente Juan, y ahi queda todo dicho... y nada, realmente.

Su campo castellano y leonés le ha otorgado un carácter completamente opuesto al mío; su talante reservado contrasta enormemente con mi "onda expansiva" tan exagerada, tan mediterránea; su parquedad se da de bruces con mi locuacidad (al menos por escrito), y esas diferencias en ocasiones me exasperan, contradiciendo mi pretendida tolerancia y deseo de que las personas sean quienes ellas elijan ser.

Tras una trayectoria de muchas horas habladas, con altibajos, alejamientos y acercamientos, no se puede decir realmente que nos conozcamos. Y sin embargo, conocemos lo peor de nosotros mismos a través de los ojos del otro.

No sé si conociéndonos "en persona" pasaríamos esos ratos tan especiales y en ocasiones tan "desquiciantes", aunque sospecho que seguramente hablaríamos de otras cosas más mundanas, perdiéndose entonces ese algo raro y atrayente.

Tiene una sola neurona que aprovecha al máximo en el transcurso de sus días (que no son días normales, porque duran diecinueve horas).

Ah, y posee un secreto que desconoce hasta el mismísimo David Hasselhoff :D.

Pero no puedo revelarlo aquí.

Dejaría de ser un secreto ;).



domingo, 11 de enero de 2009

Una mente maravillosa


Vomito un texto crucial en el teclado del ordenador:

- "Menos mal que tú entiendes mi cabeza... porque a veces tengo la sensación de rozar la locura".

Al cabo de unos segundos me viene la respuesta (obviamente, no responde el ordenador, sino quien está al otro lado):

- "No malogres lo que te hace única, amiga Sancha, pues es de cuerdos la sensatez de percibir aquello que nos hace únicos, aún a riesgo de pasar por locos a los ojos de los mediocres".

No, no estoy loca. Ni mucho menos el resto de gente son unos mediocres, pero esa frase me atrapa, y no es extraño que me atrapen las frases que salen de esa mente maravillosa.

-" Oye - me dice anoche por teléfono-... yo soy mucho mejor que él" (refiriéndose a un "amigo especial" por quien sufrí mucho en mi adolescencia).

Ya lo sé, sé que eres infinitamente mejor.

Y aún me das las gracias tú a mi, locando.

viernes, 9 de enero de 2009

Divagaciones sobre la atracción (I)


Cuando me fotografié en septiembre de 1996 junto al busto conmemorativo a Catherine Booth en su población natal (Ashbourne, Derbyshire), no tenía más referencias que los textos que lo acompañaban grabados en una placa.

El lugar donde está eregido es un evocador parque. El que siempre imaginas cuando eres niño y piensas en Inglaterra (sí, no en Gales, ni en Escocia... sino Inglaterra), con su lago, sus patos, el lugar donde toca la orquesta (esa construcción de madera cuyo nombre no conozco, glups), y rodeado por edificios de piedra oscura de estilo Tudor en su mayor parte.

Al cabo de unos años, durante una temporada de "ponedora" de pruebas en un foro de Internet, puse la fotografía de esta mujer, usando como excusa que "yo había estado allí" (me encanta esa expresión y he olvidado de dónde la saqué, pese a que la uso continuamente...)

Ahora me volvió a venir a la mente, y rebuscando en su historia, leo un detalle que no deja de asombrarme:
Conoció a William Booth cuando este llegó a predicar a su iglesia (...), se hicieron muy amigos y congeniaron de inmediato. Tras tres años de amistad, en los que Catherine apoyó el trabajo de predicador itinerante de William con un nutrido epistolario, (6 volúmenes publicados en 1988: Writings of Catherine Booth) contrajeron matrimonio (...)
Precisamente pensaba hace poco en los distintos modos de conocerse que tenían las personas antes de devenir en pareja. Vi ventajas en el hecho de empezar con el rollo erótico-festivo, ya que quizás esa atracción sexual manifiesta puede dar pie a que los dos miembros se suelten más en sus conversaciones, preludio de una relación más profunda.

Sentirse atractivo a los ojos de su interlocutor puede dar cierta confianza a una persona un tanto insegura, inyectándole energía para seguir "soltándose". Ciertamente, el 90% de las veces desconocemos el grado de atracción física que siente hacia nosotros la persona con la que estamos hablando. Poca gente interrumpe a su interlocutor para decirle: "te encuentro muy atractivo, ahora sigue con lo que me estabas contando...", y, sin embargo, podría ser un detalle determinante a la hora de ganar más intimidad con las personas, siempre que la otra parte no piense que en realidad estamos flirteando (aunque el flirteo se usa a diario hasta para ir a comprar un libro, de eso hablaré otro día).

Desconozco si Catherine y William sintieron atracción física mutua desde el principio. También desconozco si la atracción intelectual dio paso a la otra tras uno o dos años de correspondencia, o tras tres o cuatro de los seis volúmenes de cartas que le envió ella.
Sólo tengo la quasi certeza de que la atracción física puede sustituirse más fácilmente, mientras que una vez que te atrapa la atracción intelectual puedes estar perdido...
Ahora bien, si se dan las dos... puede ser (casi) perfecto.

miércoles, 7 de enero de 2009

Marrón

Acabo de mirarme unos segundos en el espejo para atusarme el pelo y comprobar que no quedaba ningún resto de las rosqui-pipas que acabo de comer, no vaya a ser que entre un cliente por la puerta y se lleve su primera impresión de mi personita con las comisuras de los labios llenas de miguitas de pan.

Porque quién sabe si será un señor que quede prendado de mi y me deje en herencia su casona en las costas escocesas, o quizás en las más cálidas de Cornualles, donde ir a pasar el resto de mis días con mi hijo y dedicarme a escribir novelas de finales trágicos o cuanto menos raros (cada vez soy menos amiga de los finales predecibles en las historias, no sé), mientras él se empapa del idioma y la cultura que tanto amo.

Y hoy, siendo un día luminoso, el espejo me ha devuelto variados matices de marrones. El marrón es mi color preferido, si tiende a chocolate mejor, pero también me agrada el tono café, el del tabaco y el de las castañas...

Y todo en mi es marrón. Mi pelo es marrón y siempre fue marrón. De pequeñita más claro, ahora menos claro, pero nunca llegué a morena. Siempre fui el prototipo de castaña, ni más ni menos.

Coqueteé con una mecha rubia robada del tinte de mi madre el verano de mis dieciséis años; más tarde sentí necesidad a finales de los '80 de ser morena de negro azulado, luego me apeteció ser pelirroja, primero caoba, luego cobriza... porque debo ser una irlandesa frustrada (me asusta lo que puede llegar a apasionarme todo lo referente al mundo céltico, sea en el Norte peninsular, sea en las Islas Británicas).

Los ojos tienden más a las castañas otoñales, las pecas de la cara a la canela, y los lunares al marrón clarito de las hojas de parra cuando empiezan a caer al suelo.

Y elijo sin dudar las prendas oscuras en marrón oscuro, y las claras en tono beige, crudo, natural que se dice ahora, como queriéndome confundir con el paisaje, como intentando ser parte de él y pasar desapercibida por la vida.

No creo que haya nada malo en ir por la vida viendo el mundo de color marrón.

Es un color precioso.

martes, 6 de enero de 2009

Espejos

Leo en la Red algunos artículos sobre el Trastorno dismórfico corporal. Los aquejados por éste -aunque siempre se han de tener presentes los matices casi infinitos de grises que separan el negro del blanco- , son incapaces de ver el todo como un conjunto. Así, analizan rasgo por rasgo hasta rozar lo enfermizo (o tocándolo directamente), y viendo que cualquier pequeño "fallo" o mácula estropean el total de cualidades (visibles) que componen un ser humano (aquí).

Es curioso, a estas personas, sin saber siquiera si estaban o no "trastornadas", siempre las llamé perfeccionistas, críticas, realistas... y ahora resulta que es un mal funcionamiento neuronal, qué cosas...

Por contra, hay personas que no sé si entrarían en la categoría de "trastornados"-las etiquetas muchas veces son demasiado fluorescentes tratándose de términos médicos - y a las que sucede todo lo contrario, (qué gustazo, pienso yo). Son los mejores, los más listos, los más guapos, medio mundo les envidia y según la opinión del "trastornado" de antes (un grisáceo medio), no dejan de ser simple y llanamente mediocres (ahhh claro, no hay que tenérselo en cuenta, ya que su cerebro no rige y no discierne bien ...).

Supongo que la distorsión positiva aplicada a la realidad de alguien será vista como algo beneficioso, señal de una alta autoestima y en ningún caso analizada... ¿o sí? Bueno, pensándolo bien, pueden resultar soberbios, altivos, prepotentes, creídos (muy usado cuando somos niños), narcisistas, encantados de conocerse (me encanta esta definición, je). En cualquier caso, no creo que éstos acudan al médico por su propio pie o aconsejados por otras personas.

En cambio los primeros, los que ven a través del cristal transparente, son los que médicamente no están "sanos" mentalmente. O tal vez es que la transparencia no sea la que muestra las cosas como realmente son, sino que son preferibles los cristales miopes, que envuelven en un halo borroso - cual tela aplicada a la cámara que enfoca a Saritísima- la realidad menos agradable.

Todo es tan subjetivo...

Me pregunto si ser tan realista me convierte en "trastornada".

Sin necesidad de compararme con nadie, simplemente viendo una realidad y a dónde he llegado en mi vida después de bastantes años rulando por el mundo.

¿Tendré un trastorno dismórfico vidil?

Me asomaré al médico a que investiguen mi testa :P

domingo, 4 de enero de 2009

Carrusel

Y todo sigue, y todo gira. Y ni los millones de seres pensantes preocupados por lo que estaba sucediendo durante todas las guerras de este siglo lograron cambiar ni un ápice el curso de las mismas.

No se trata de preocuparse ni de lamentarse, sino de actuar.

Corremos el riesgo de estancarnos, apalancarnos y criar amargura, pudriendo lo que nos rodea, o, en cambio, intentar hacer algo para que todo tome otro rumbo.

Porque dentro de cada uno de nuestros cerebros estamos solos, con nuestras rarezas, vulgaridades, anhelos, recuerdos.

Una gran sala en nuestra cabeza decorada con manías, como la de comer los altramuces con su piel, o la de dormir siempre con calcetines hasta bien entrada la primavera, o la de empezar a leer las revistas por la última página, incluso a veces leer la última página de un libro antes que la primera, o la de no levantarse de la silla hasta que no se termina lo que se está haciendo (aunque se lleven ya horas...), o la de coger objetos o taparse con los dedos de los pies, o la de quitarle la puntita a los plátanos, o la de pasar horas muertas leyendo poesía, frases o refranes en la pantalla del ordenador, o buscando fotos de paisajes evocadores y grandiosos, o preferir cien veces la rutina a los días festivos, y siempre siendo fiel al Nesquik...

... y llena también de recuerdos, como esas fogatas en la playa, o los baños desnudos en el mar, o las borracheras llenas de canciones de El Último de la Fila, o esas conversaciones profundas en un pub ruidoso con música en directo, en las que tenías que acercarte mucho mucho a tu interlocutor para que te pudiera escuchar... con un whisky Dewar's en la mano o en su defecto un burret con cola....

Hay que pensar en que uno todavía puede bañarse desnudo una noche de verano, aunque esté solo, y también puede volver a estar en un pub debatiendo sobre lo divino y lo humano... mientras sigue bebiendo un tazón de leche con Nesquik (o dos) todos los días de su vida.

Porque ya lo dijo Cernuda:

Pues no basta el recuerdo cuando aún queda tiempo...

Aunque todo gire y nos veamos como en un universo paralelo al resto del mundo.

sábado, 3 de enero de 2009

Bajo un cielo violeta

No puede decirse que un pueblo relativamente pequeño, con la mayoría de amigos de celebraciones varias y los demás haciendo vida familiar en sus casas, sea algo demasiado atractivo para aventurarse a salir un sábado por la tarde.

Hoy ha sido una de esas tardes. Aún no habían tocado las seis cuando me he decidido por fin a salir a la calle, pese al tiempo desapacible y mis ánimos no demasiado animosos, valga la redundancia. Sin mirarme demasiado al espejo (de hecho, casi nunca me miro antes de salir), me he puesto la parka marrón oscuro (siempre marrón...), he cogido el paraguas y he abierto la puerta de la calle.

Pero hoy ha sido distinto, he mirado hacia arriba y me he fijado en que todas las minúsculas gotas de humedad, unidas al iluminado navideño, conferían al cielo una tonalidad violeta perturbadora, que me ha atrapado. He ido caminando el trecho hasta el "centro" mirando hacia arriba, y no recuerdo demasiadas ocasiones últimamente en que lo haya hecho. Siempre miramos hacia delante, o hacia abajo, pocas hacia el cielo...

Había una tienda abierta que sólo vi un día de pasada hace cosa de un mes. Vi que tenía cosas decorativas, como muchas que se abren últimamente. Pero al ver dentro a Sergi (un conocido), he dado un paso atrás y he ido a saludarle. Una vez allí, he advertido que se trataba de una tienda de Comercio Justo de Oxfam. La última vez que vi un puesto de Oxfam fue hace un año en una Feria de las Culturas que hicimos en el pueblo, y compré de todo, hasta chocolate blanco relleno de arroz hinchado.

Podría pasar horas y horas haciendo algunas cosas y visitando algunos sitios, algunos tan dispares como una librería, una perfumería y una tienda de decoración con aroma a incienso y música celta de fondo.

He cogido toda clase de objetos, no sé si intentando aplacar un poco de tristeza mediante la compra compulsiva de objetos o intentando distraerme. No me vendrán mal, porque viene pronto el día grande de los regalos, y los regalaré.

Y de paso, me he regalado tres cosas para mi, porque yo lo valgo. Y he hablado con Sergi. Y ya en casa, he rescatado mi incensario y he quemado una barrita de Chandan.

No ha estado tan mal la tarde, con ese inquietante cielo violeta.