lunes, 30 de marzo de 2009

Gente




Toda esta reflexión ha empezado por Feisbuc. Me registré por probar -y por la cabezonería de un maño, todo sea dicho- hará un mes, puede que menos. En este breve lapso temporal he recibido dos "peticiones de amistad" que me han hecho poner cara de póker. He ignorado ambas.

A ver, yo abrí un blog porque lo que más me gusta del mundo es escribir, y por ende, compartirlo. Luego, a raíz de registrarme en un foro creado a partir de un programa de culto de TVE que seguía casi desde el primer día, empecé a dar y recibir a lo bestia, y se convirtió en muy adictivo el hecho de que el feedback funcionara tan fluidamente.

Empecé/zamos a abrir hilos de discusión de muy diversas índoles, tocando temáticas tan variadas como literatura, cine, televisión, gastronomía, aromas, aquello que nos aburría soberanamente, aquello que nos hacía un poquito más felices cada día, lo que nos hacía rabiar -a unos más que a otros, ejem-, e incluso un hilo llamado genéricamente Lo confieso (hilo-estrella, diría yo...)

Al principio, todo era en forma de posts públicos y a mí me estimulaba bastante escribir cualquier cosa y ver, en forma de respuesta, que otras personas tenían los mismos gustos que yo, o al contrario, gustos completamente dispares. Conocer a más de una persona que adorara a los Pixies tanto como yo era algo que no me había sucedido hasta esa época, por ejemplo. Todo esto como que me daba vidilla e intelectualmente fue un gran aliciente en mi limitada vida (más que nada por vivir en un pueblo y tratar siempre con las mismas personas).

Más tarde, mediante la opción de los mensajes privados dentro del mismo, fue para mí sorprendente que aquellos nicks y avatares tuvieran algún interés en contactarme por la vía privada, dándome sus verdaderos nombres y contándome algo más de sus vidas -ocultas hasta ese momento por el anonimato de un pseudónimo.

Un poco más tarde aún, se creó una sala de chat dentro del foro, y aquello fue todavía más excitante para mí, que nunca había estado en uno -quitando uno de prueba en los últimos noventa en clase de ofimática-. Ver a tiempo real que aquellos nombres hablaban, reían, soltaban chascarrillos... me fascinó, simple y llanamente.

Este chat dio sus frutos en forma de otros privados dentro del mismo, intercambiándonos el Msn, lo que ya propició interrelaciones más "normales", con la única y simple particularidad de que el origen había sido Internet.

O sea, lo expliqué de manera cronológica: nos leíamos, intercambiábamos, nos seguíamos, y, al igual que sucede por la calle, nuestras propias afinidades o simpatías nos fueron uniendo - a unos más que a otros-, como ha sucedido, sucede y sucederá siempre.

Fuera del ámbito del plástico, el metal y las formas cuadradas, algunos hemos hecho por vernos ya en persona en bares, restaurantes o pubs, frente a una cerveza, un plato de entrecot o una taza de chocolate. Los que hemos traspasado "la barrera psicológica" del teléfono (que hemos superado el corte de llamarnos, vamos), todavía hemos conseguido mayor ligazón, y en temporadas sin conexiones ni cableados, seguimos en contacto. Incluso con más contacto que con los amigos del pueblo.

Resumiendo, hasta hace tres años, tenía amigos y conocidos del pueblo, de los estudios, de los trabajos, del mundo nocturno y del diurno, y hace tres años, empecé a tener amigos y conocidos entablados en el entorno de Internet.

Pero siguiendo un orden, una lógica...

Leí hace pocas semanas a un columnista de El País hablar de las redes sociales como de meras colecciones de amigos, como quien colecciona cromos. Y esa impresión, justamente esa, ha sido la que me ha hecho poner cara de póker esta mañana al abrir el correo electrónico.

He pinchado en los Muros de otros contactos, y cuál ha sido mi asombro al ver que hay quien, en un intervalo de pocas horas, agrega veinte amigos a sus listas.... ¿cómo lo harán?

Yo tenía entendido que una amistad se iba forjando poco a poco, alimentándola cada cierto tiempo, mediante una conversación, una carta (ahora email)... incluso sirve un triste y breve sms.

Pero... amigos de la noche a la mañana, ¿en base a qué criterio? ¿porque te han visto como amiga de alguien común y les ha gustado tu info de perfil (poca para hacerse una idea, por cierto), ¿porque les ha gustado el saludo que has hecho a esa persona (hola, guapa, me he apuntado...), ¿porque les ha molado la foto que te has colocado? ¿por qué? a día de hoy soy incapaz de encontrar una explicación.

Quizás es lo que se comentó en aquella columna (rabia me da no acordarme de quién la escribió :(): el error era etiquetar a toda la gente con la etiqueta de amigos. El Msn al menos te da la opción de agrupar a la gente por familia, contactos, amigos, trabajo... (aunque no la usemos).

El Facebook directamente te hace tener doscientos amigos, y sin embargo pasar un triste domingo por la tarde, más sola que la una (no fue mi caso ayer, jeje, era un ejemplo).

C'est la vie.

jueves, 26 de marzo de 2009

Walden... siempre




Esta vez mis palabras como que sobran. Mejor que lo diga él:

"A veces, en una mañana de verano, después de haber tomado mi baño habitual, me sentaba en la soleada puerta de mi casa, desde la salida del sol hasta el mediodía, transportado en un ensueño, en medio de los pinos y nogales y zumaques, en soledad y tranquilidad imperturbadas, mientras los pájaros cantaban alrededor, o volaban sin ruido a través de la casa, hasta que el sol, entrando por la ventana del oeste, o el ruido del coche de algún viajero en la distante carrera me recordaban el transcurso del tiempo.


Yo crecía en aquellos momentos como el maíz de noche, y eran mucho mejores de lo que hubiera podido ser cualquier trabajo de las manos. No fue tiempo sustraído a mi vida, sino, al contrario, vida más alta y más digna que la que usualmente me permitía.

Realizaba lo que los orientales entienden por contemplación y abandono de las obras.

Por lo general, no me daba cuenta de cómo pasaban las horas. El día avanzaba como para alumbrar algún trabajo mío; era de mañana, y hete aquí que anochecía, y yo no había hecho nada recordable.
En lugar de cantar como los pájaros, yo sonreía silencioso a mi incesante buena fortuna. Como el gorrión tenía sus trinos, posado en el nogal frente a mi puerta, así tenía yo mi risita o gorjeo contenido, que él podía oír partir de mi nido.

Mis días no eran los de la semana, no llevaban el sello de deidades paganas, ni estaban desmenuzados en horas, ni inquietados por el tic-tac de un reloj, pues vivía como los indios Puri, de los cuales se dice que "para ayer, hoy y mañana sólo tienen una palabra, cuya variación de significado expresan señalando atrás para decir ayer, adelante para mañana, y encima de la cabeza para el día que pasa".


Esto para mis conciudadanos era sin duda pura haraganería, pero si los pájaros y las flores me juzgaran conforme a sus modelos, no me encontrarían deficiente.

Tenía esta ventaja a lo menos, en mi modo de vivir, sobre aquellos que están obligados, para divertirse, a dirigir su mirada hacia fuera, hacia la sociedad o el teatro; mi vida se había vuelto mi diversión y nunca cesaba de ser nueva. Era un drama con muchas escenas y sin conclusión. (...)

El quehacer doméstico era para mí un agradable pasatiempo. Cuando el piso estaba sucio, me levantaba temprano, y, poniendo todos mis muebles afuera -el catre y las cobijas en su solo bulto sobre la hierba-, echaba agua sobre el piso, esparcía arena blanca del lago, y con una escoba lo frotaba hasta dejarlo limpio y blanco; y cuando los habitantes del pueblo recién se desayunaban, el sol de la mañana ya había secado mi casa como para volver a poner todo adentro, y mi meditación casi no se había interrumpido.


Resultaba agradable ver todos los objetos de la casa sobre la hierba, formando una pequeña pila, semejante al fardo de un gitano, y mi mesa de tres patas, de la que no había movido los libros, la plumas y la tinta, parada en medio de pinos y nogales. Parecían contentos de estar a la intemperie, y sin ganas de que los entrasen. Estuve tentado a veces de cubrirlos con un toldo y sentarme allí.


Valía la pena ver brillar el sol por encima de estas cosas, y oír soplar el viento libremente. ¡Cuánto más interesantes parecían esos objetos familiares afuera que en la casa! Un pájaro se posa en las ramas vecinas, la siempreviva crece bajo la mesa, y zarzamoras se enredan en las patas; piñas, cáscaras de castañas y hojas de frutilla están esparcidas por allí. Parecería que de ese modo esas formas fueran transferidas a nuestros muebles, a mesa, silla y catre: porque una vez estuvieron en medio de ellas"

Henry David Thoreau (Walden, Life on the Woods, 1854)

martes, 24 de marzo de 2009

Cuerdas




La cuerda es ancha, de color hueso y está formada por decenas de finos hilos. Trato de romperla cortándolos poco a poco para ver si así -casi sin darse cuenta ella, casi sin darme cuenta yo-, cede, sin dolor, sin brusquedad, y deja de formar parte de mi vida.

Otras veces trato de cortarla de un tajo, y entonces la fuerza que hago con mis dedos y las tijeras me daña, y me salen dos ampollas que tardan unos días en dejar de escocerme.

A veces pienso que la mejor solución es no mirarla siquiera, no acordarme de su existencia y tratar de borrar de mi mente los momentos en que me dañó, pero a día de hoy todavía no he conseguido perdonarla del todo, pese a que precisamente el perdón es algo que se me hace fácil de aceptar... y de pedir.

Hace un año ella trató de ahogarme. Me dañó con su despecho y desprecio, para mí del todo inesperados e inexplicables, y atribuidos quizás a mi excesiva blandura y al exceso de confianza (ahh, a ella no le va a importar... ahhh, a ella no le faltará compañía..., ahhh, ella se encargará de todo (siempre lo hace))

Hace un año la cuerda que se me antojaba suave, acogedora y mullida se me transformó súbitamente en áspera, rígida y hostil. A día de hoy todavía me pregunto por qué.

Se me derrumbó todo un mundo encima y empecé a ver a la gente de otra manera.

Una persona que me quiere y a la que quiero me propuso anoche que escribiera sobre todo esto. Sus consejos suelen hacerme mucho bien.

Yo le he hecho caso, pero eso sí, he de reconocer que ha quedado una entrada bastante feosa :(

sábado, 21 de marzo de 2009

Campos de cerezos para siempre...




En épocas sin trabajo estable solíamos montar cuadrillas y subir a las montañas para la recogida de la cereza. A mí, que no me gusta especialmente conducir largas distancias, no me molestaba hacerlo durante cuarenta y cinco minutos para la ida y otros tantos para la vuelta, a través de carreteras escarpadas y sinuosas, hacia arriba, siempre hacia arriba...

Tampoco me disgustaba levantarme temprano esas semanas (y mira que es algo que no soporto), y quedar ya con el resto del grupito a las siete de la mañana en la esquina del Teatro Municipal, con el frío de las mañanas de primavera.

Solíamos ser grupos reducidos, a lo mucho cuatro personas, no más. Y, una vez allí, nos presentábamos a la familia que nos había tocado en suerte. Solía ser en sus casas de pueblo, y desde allí, unas veces montadas en sus tractores y otras siguiéndoles en nuestros coches, enfilábamos hacia el terreno, recóndito y escalonado. Si la familia tenía perro, éste también venía con nosotros.

Los cubos llevaban una especie de forro engomado en el asa, ya que al cabo de muchas horas de llevarlo colgando del antebrazo, solía notarse una especie de molestia materializada en una tremenda marca roja.

Pero oíamos el silencio de la naturaleza cuando se nos terminaban las primeras conversaciones. Cada una de nosotras se hacía cargo de una hilera de árboles, y entonces estábamos solas un rato. Sólo cogiendo las cerezas una por una, con la única compañía del cielo sobre nuestras cabezas y el suelo bajo nuestros pies (como escribió Robert Louis Stevenson).

Y no sé lo que pensarían las demás, pero yo pensaba en lo afortunada que era por poder tener aquella experiencia, que no había cambiado un ápice a lo largo de los siglos. Por ver cómo poco a poco el cubo azul se iba llenando de enormes cerezas de un color alucinante. Y, de vez en cuando, y si teníamos suerte, levantábamos la cabeza y veíamos algún águila sobrevolarnos.

Y mientras, el sol nos sonrosaba -o arrosaba- la cara ;), y nos aclaraba el pelo, e íbamos llenando el cuerpo de vitaminas de todas las letras -incluso de PP P:)

No creo que las grandes ciudades sean capaces de proporcionar tan buenos recuerdos como los que nos regala el campo a nivel sensitivo, sensorial o incluso estético.

Y hay veces en que no necesitamos nada más que eso...

martes, 17 de marzo de 2009

Soltaremos la cabeza hacia las nubes...


Era una imagen de una playa, se veían rocas en la orilla. Me parece que la foto era de Lanzarote. En la arena, una palabra lapidaria. En el sur de la foto, una frase, ésta:

"Sin esperanza, se encuentra lo inesperado"

Parece ser que fue escrita por Heráclito de Éfeso. Se le llamó "El oscuro", quizás por su tendencia a los textos crípticos (más aquí). Otro que tal, en todo caso...

Luego me mandaron un pps de estos que parecen no ser hoax. Trataba sobre una chica que se casó cinco días antes de su muerte, que estaba escrita. Aquí.

Es tremendamente contradictorio sentirse mal en ocasiones. No podemos quejarnos, no debemos quejarnos. ¿Acaso no es vergonzoso hacerlo después de leer ese caso por ejemplo?

Está mal visto dejar traslucir nuestras miserias, parecer siempre taciturno. Hay quienes hemos pecado de hipermegaoptimismo, y éste mismo se ha vuelto en nuestra contra... quizás por confiarnos.

No, no hablo de buenismo, ese sería otro cantar, como bien nos explicó el amigo A través del Espejo hace unos meses.

Todos hemos sido niños, adolescentes y jóvenes. Algunos incluso lo seguimos siendo... a pesar de ver el mundo con ojos más entrenados y escépticos. Y sin embargo, tratamos de mantener siempre el sentido del humor en lo más alto (porque qué asco sería todo sin sentido del humor).

Me encanta la gente con sentido del humor. Yo misma tengo mucho sentido del humor, aunque no me encante.

Y me cae genial esta chica, a la que han criticado hasta la saciedad desde sus tiempos de top-model. La acusaban de robamaridos, y ella dijo sin despeinarse (y con una mala leche tremenda :P):

"A los maridos de otras no se los roba. Simplemente hay mujeres que saben conservarlos, y otras que no"

Os dejo pues con ella. Además, la canción es preciosa ;):



PD: Finalmente, cambié de pensar y no publiqué aquel borrador :D

sábado, 14 de marzo de 2009

¿La vida no vale nada?




Iba a escribir sobre una película de la que todos hablan: Slumdog Millionaire. Digo iba, pero no lo haré, ya que siendo la película de moda actualmente, no creo que pueda aportar nada novedoso por mi parte. Sólo la impresión que tuve a medida que la iba viendo: La vida no vale nada (como cantaba Pablo Milanés). Un país que es todo un mundo, mucho sol, mucho color, muchos olores... y mucha mierda también, tanto física como psíquica.

Sí, con final feliz, pero con mucha desgracia vista antes, y mucha infancia lanzada a la aventura de vivir, de sobrevivir...

Vaya, y finalmente he hablado de la peli sin querer, glups. Es lo que tiene tener mucha cuerda, me lo haré mirar.

Estos días también se recordó el tremendo drama que se vive en Ciudad Juárez, entremezclado con el recuerdo diario de los civiles masacrados en Gaza, y el quinto aniversario del 11 M.

Y como ser humano, empatizas sin querer -queriendo-, y piensas cómo sería caminar siete lunas con los mocasines de las personas directamente afectadas, y la sensación general es de que todo es una tremenda Mierda, con M mayúscula, dotándola de autoridad como palabra, más allá de su significado literal y escatológico.

Pero resulta que la noticia más importante del día de ayer es que Javier ha conseguido curar a Andrés.

Y bueno, se te anuda la garganta, se te tapa momentáneamente la nariz y te reconcilias un poquito -sólo un poquito- con la vida.

Mal que les pese a éste y a aquellos a los que pone voz.

miércoles, 11 de marzo de 2009

La tele y yo

(El Roto)


Hace poco me llegó una revelación como sin pretenderlo (pensándolo bien, así deben llegar las revelaciones... digo yo).

Resulta que escribí una entrada sobre el Tiempo, inspirada en una conversación fónica con un mañico al que adoroooo (muaks, muaks, muaks, si me lees, muaks). A propósito de esa entrada fue F.A quien me comentó que lo que venía a decir yo era lo mismo que decía "el nuevo anuncio de Coca-Cola". Y ahí planté las orejas (expresión que no sé si usáis, pero que aquí significa algo así como abrir los ojos a algo que hasta entonces había pasado desapercibido).

La cosa está en que yo conocía la existencia de ese anuncio por verlo comentado en otros blogs e incluso en prensa escrita, en forma de cartas al director y temas parecidos. Verlo verlo, lo que se dice verlo, debo confesar que todavía no lo he visto. (Ahora dudo si fue antes el anuncio o mi texto, ummm, tendré que consultar con un abogado...)

Porque me di cuenta ese día de que hace años que no veo la televisión.

Con esa frase pretendo ser literal hasta donde pueda, ya que en mi casa cuando está el peque está puesto todo el día el Clan o alguna peli de animación, claro. Me refiero a verla en el sentido televisivo del verbo, es decir, a sentarme delante y ver algún programa, las noticias por entero, algún concurso...

Recuerdo que mis últimos "alicientes"con ella fueron "Aquí no hay quien viva", "Cuéntame..." y "Siete Vidas" (que recuerde ahora, vamos, que puede que fueran más). También me interesó la Supernanny (sobre todo en la versión original a través de la TV3), y programas tipo Dossiers, Documentos TV o Callejeros.

La cuestión es que tuve una época en que disfrutaba realmente de ella, y así me comí por enteros los dos primeros Gran Hermano (con resúmenes diarios incluidos), los dos primeros O.T, e incluso dos temporadas de Supervivientes y La Isla de los Famosos (¿debería sonrojarme ahora? :P), compaginados con algún otro reality que pasó sin pena ni gloria pero que a mí me encantó, como Préstame tu vida (debí ser la única, me temo).

Los días se contaban por el programa que daban esa noche, y el momento después de la ducha, el pijama y la cena era de los mejores, sentada en el sofá con la manta escocesa encima.

Seguí tratando de hacer memoria estos días, y fui consciente de que vivo en una especie de Isla dentro de la sociedad. Me siento con las mamis en el parque las tardes que acudo, y hablan del Duque, de El Internado, de L' Alquería Blanca...

Yo ni flowers. Me suenan los nombres, soy capaz de poner cara al chaval este que las vuelve loquitas (por verlo en alguna revista), pero no he visto nunca ni un solo episodio. Lo mismo me sucede con C.S.I, Los Serrano, etc, etc. (Ahh, inciso aquí: vi algunos episodios de House hace tres años).

Me insinúan, me dejan caer, me dicen directamente... que no estoy al día.

Y así, sigo las noticias y la actualidad a través del diario dominical y su suplemento, de lo que me cuentan los amigos, de lo que escucho en la calle, en el trabajo, de visitar periódicos digitales (como supongo que haga todo el mundo), pero no las sigo al día, quiero decir, tal vez la noticia más importante ese día sea alguna cumbre y yo todavía ando por el descubrimiento de la asepsia. Elijo mis temas y mis actualidades, y pico lo que más me llama la atención.

No soy capaz de recordar cuál fue el momento exacto en que me desenganché y alejé de ella... Ahhh, ya, claro, debió ser cuando me enganché a Internet :$

domingo, 8 de marzo de 2009

No sé...



Hay días en que, viendo la incerteza (aunque ¿quién no la tiene?) de lo que tengo por delante, imagino algo así:

(Rich Legg)

Un destino incierto, sí, pero esperanzador, incluso atractivo, que me remueve en ocasiones por dentro, que me cosquillea interiormente y me alicienta. Puedo llegar a pensar en ocasiones que estoy estancada, pero esa remontada que sube suavemente me hace subir la adrenalina.

Otros días veo ésto:

(Kurt Theis)

Tranquilidad, conformismo, laissez faire, laissez passer. Y si viene algo bueno, tupending.

Los peores días, los más melancólicos, veo ésto:

Algo más sombrío, más decadente, que me asusta y llega a paralizarme. Tiene que ver con bucear mucho hacia atrás, con la autoarqueología que hago de vez en cuando al hablar con amigos de que "cualquier tiempo pasado fue mejor".

No quiero ser ésta nunca más:

Ni tampoco éste, (todavía menos, buffff: llegué, uní y desaparecí):


Quiero ser muchas más cosas, y sentirme de muchas otras maneras.

Pero no de éstas.

La añoranza es el camino previo a convertirse en estatua de sal
(Enrique Múgica)

El mejor camino para salir es siempre a través
(Robert Lee Frost)

La vida de cada hombre es un camino hacia sí mismo, el ensayo de un camino, el boceto de un sendero
(Hermann Hesse)

jueves, 5 de marzo de 2009

Otra historia errante...

Hace unos meses era El sueño del arlequín.

Ayer Dí.verso comenzó otra historia errante.

Quien quiera, que la siga en su blog dejando un aviso para que la podamos seguir...
Las reglas son:
-Nadie puede llevarse la historia más de una vez.
-El que se la lleve, copiará y pegará en su blog los anteriores párrafos.
-Las aportaciones serán cortas para facilitar su lectura completa.



Todo empezó sin una clara intención, como un juego adolescente por descubrir lo desconocido, por no ser el reprimío o la reprimía de la clase y empezamos a dejarnos notas, a ver fotos y oír canciones... (Clem, dedicado a Rosa).

El tedio se iba transformando poco a poco en entusiasmo, y el pudor en voces cada vez más fuertes. Un día, cuatro meses después de que todo comenzara... (Cris).

... cruzaron por vez primera sus miradas durante más de tres segundos... Nerviosos, siguieron con lo que estaban haciendo, y a partir de ese instante, cada vez que quedaban en silencio y sin tema de conversación, se notaba un ambiente raro, como de tensión no resuelta entre ambos (Majo).

lunes, 2 de marzo de 2009

¿Belleza objetiva?



¿Es objetivo decir que un rostro es bello? Leemos en los dominicales entrevistas exhaustivas con los deportistas más triunfadores de los últimos tiempos, o con los novelistas de más éxito, y leemos cosas como: "campeón en tal y cual", o "ha vendido X ejemplares". Todas esas referencias que nos dan son, como diríamos vulgarmente, objetivas. Existen esos trofeos, esos campeonatos y ese número de ventas; podemos cuantificarlos.

También puede saberse el número exacto de películas que ha interpretado con más o menos éxito determinado actor, y aunque su valía como tal podría también ser discutida, las veces que ha sido nominado o premiado por su trabajo. De nuevo, cifras.

Pero... ¿y sobre la belleza? El estudio realizado para la revista Nature por Douglas Jones y Kim Hill (perdón, no fuí capaz de encontrarlo tal cuál y puse ese artículo de Sabadell) daba claros datos sobre la universalidad de la belleza. Sin embargo, cuando hablas y comentas entre varias personas la belleza de la famosa o famoso de moda, las opiniones y discusiones causadas serían dignas a veces del mejor debate político (ánimo, gallegos, cuatro años pasan pronto, glups).

Se suele decir que la belleza está en los ojos de quien la mira, que contra gustos no hay disputas... pero ¿acaso no existen rasgos universalmente atractivos? Armonía sería la palabra clave, me parece a mí.

Insisto en que no hablo de que nos guste determinado tipo de cara, o de que en el conjunto, una persona del montón pueda irradiar atractivo por su carisma, magnetismo o sex appeal. El encanto personal y la propia autoestima de la persona suman o restan "belleza", y ésto repercute en la impresión "subjetiva" que causa en los demás.

Hablo de un rostro formalmente bello, como el que idealizaron los griegos, por ejemplo (y cuyo máximo exponente contemporáneo pudiera ser Paul Newman).

A lo largo de la historia, se ha intentado encontrar el "equilibrio objetivo", para ello se habla también de la proporción áurea. Copio y pego algunos párrafos que me parecen interesantes (aunque todo el texto lo es):

(...) En el campo de la odontología, se ha descubierto que la dentadura va creciendo siguiendo proporciones áureas, y de la misma forma lo hacen otros rasgos faciales, como la sonrisa respecto al arco dental, la distancia entre los ojos y muchas más... (...)
La relación entre la anchura del arco de la sonrisa entre el ancho de los 8 dientes centrales (los que pueden verse mientras se sonríe) es también áurea. (...) También es aúrea la relación entre la distancia entre los ojos y el ancho de los mismos.
Tom Cruise (...) posee unas proporciones áureas casi perfectas: sus ojos, boca, dientes, nariz, cabeza, están distribuidos de forma que la proporción de oro aparece constantemente. ¿Casualidad?. Hay otros famosos, como los españoles Antonio Banderas y Penélope Cruz que también poseen rostros "de oro". La belleza y Phi suelen ir de la mano.
(...)
El rostro humano puede encuadrarse en un rectángulo de oro. Si ahora dividimos el rostro trazando un segmento por encima de las cejas, obtenemos un nuevo rectángulo de oro en la parte superior, y podemos seguir indefinidamente con este proceso de forma que obtenemos una serie de puntos de intersección entre los diferentes rectángulos. Pues bien, esos puntos coinciden con los tradicionales puntos de energía usados en acupuntura para el tratamiento de enfermedades. Ahora todo parece encajar: si nosotros mismos crecemos al ritmo marcado por Phi, ¿no es lógico que encontremos más bellas las formas basadas en la proporción de oro que las que no lo están?.

Bien, todo esto viene por una "tremenda" discusión que mantuve hace un par de meses con un amigo. Le hablé de la enorme belleza que le veía yo a una conocida común. Él la consideraba "normal", y llegó a indignarse ante mi insistencia, discutiendo fervorosamente. Traté de hacerle ver (craso error, tongggggg), que podía decirse que la cara de esa chica era "objetivamente bella". Y en ese momento y situación, no tenía ningún documento delante para defender mi "teoría".

- "No existe objetividad en la belleza", concluyó él.

A mí esa afirmación no me terminó de cuadrar. Así como se sabe también que el sabor de la Cola es también uno de los que más gustan independientemente de las culturas donde se dé a probar, pienso que hay armonías faciales que suelen gustar a casi todos (y fijaos que usé "suelen" y "casi").

Me da la impresión de que somos nosotros muchas veces los que dejamos de ser objetivos, y cuando decimos que tal o cual rostro no es nada del otro mundo, quizás estemos condicionados por conocer a la persona que lo posee, y en cierto modo, eso nos condiciona.

Finalmente, le dije:

- A ver, si tuvieras que describir a esa chica, ¿dirías que es del montón?
- Bueno, es guapa, pero nada del otro mundo para mí gusto...

Una vez más, yo hablaba de la parte por el todo, y él del todo por la parte.

domingo, 1 de marzo de 2009

Tiempo





El sábado leo una entrada de Sâddha. Por la tarde, y de casualidad (casi nunca consulto el contestador del fijo), recibo una señal; por quién me la manda, debería estar hecha de humo y ser emitida y recibida en los parajes donde andan - mejor dicho, anduvieron-, los navajos. Devuelvo la señal y oh, no responde. Pero seguimos "in touch" ;).

El domingo de mañana -¡por fin!- contacto con ese amigo, al que no veo físicamente desde abril... que se dice pronto. Él es una de estas personas que noto, capto, siento que están ahí, no sé explicar más ni mejor esa sensación, siéntolo.

Me comenta que en unos minutos va a verse con una chica. No trasluce ni transmite ilusión, y me extraña este hecho. Lo asocio a que es de los míos, uséase del tipo de persona que ya no espera nada de ningún lado; si viene, mejor; si no viene, tú y yo lo sabíamos (Joaquín Luqui d.e.p dixit).

Me escucho a mí misma diciéndole: "aprovecha el momento, aprovéchalo..."

Y pienso en todos los tés o cervezas no tomados, en los "¿te apetece...?" no aceptados, en los "me gustaría verte/conocerte" nunca concretados.

No, no es que esos tés no quieran tomarse, ni es que no te apetezca ver a esa persona. Se trata de que piensas que habrá más días que longanizas, y ya vendrán más ocasiones para hacerlo.

¿Y si miráramos nuestra vida como si tuviésemos ochenta años y echáramos la vista atrás? ¿Y si pensásemos que algún día seremos conscientes de que todas esas ocasiones que dejamos pasar nunca volvieron?

No creo que en algunas sociedades distintas a la nuestra se deje para mañana lo que puede hacerse hoy.

Vosotros los europeos tenéis los relojes, pero nosotros tenemos el Tiempo
(proverbio africano)