jueves, 29 de octubre de 2009

El cubo mágico


Bueno, como bien nos dijo un anónimo hace dos entradas, lo importante es la actitud :D.

Hay rachillas en las que parece que te haya mirado un tuerto, pero entonces uno tiene dos opciones: dejarse arrastrar por la corriente mierdil o dar la vuelta a la tortilla per collons.

Para eso contamos, aparte de con nuestro propio ánimo, fluctuante él y más moldeable que la plastilina, con todo un sistema neuronal de asociaciones, simbología y supersticiones cutrecaseras.

Mi regalo de cumple fue una inundación en la cocina en toda regla. Allí estaba ella esperándome a las ocho y cuarto de esa mañana. No deja de ser una sensación rara eso de ir con los pantalones remangados, el calcetín a la vista y las juntas de los zapatos oscurecidas por la humedad mientras fríes croquetas, por no hablar de la odisea que supone cruzar hasta el patio, desafiando tres dedos de agua, para poder colgar en el tendedero todas las toallas de baño que tengo por casa, y que pasaron de secar personas a secar suelos.

Pero nada, alegría, alegría...

Luego na, notas miradas aterrorizadas por parte de los compis de clase cuando te da un ataque agudo de estornudera -cagante alarma social-, y mientras tanto, sientes incipientes anginas y dolor pechil. No siendo nada del otro mundo, te empieza a resultar ya un poco acumulativo tanto marrón junto, no sé si me explico.

Por suerte, ayer tarde llegué un rato antes a la ciudad a donde voy a alemanizarme a base de bien dos tardes por semana, y mira tú qué cosas, que encontré parking al ladito de un Mercadona.

Entonces me acordé del cubo de la fregona, que se había roto de tanto usarlo -como el amor de Rocío Jurado-, y me puse a pensar en mis objetos mundanos. A veces lo hago, mientras friego los platos y observo el recipiente que contiene el estropajo, o cuando corro la cortina de la ducha... ¿qué me pasó por la cabeza cuando compré ese objeto? ¿por qué un cubo azul eléctrico? ¿y por qué uno en el que el asa se salía cada dos por tres? ¿y por qué el enorme sofá naranja? ¿y las sillas de polipiel chocolate? por no hablar del frutero, ¿a qué santo un frutero de plástico fucsia con una flor?

A veces cogería todo lo que tengo y lo cambiaría, pero ¿cómo se hace eso? no se puede cambiar algo que funciona y hace su papel sólo por capricho, a no ser que alguien te diga que le gusta y gustosamente se lo regales. ¿Cuántas ocasiones así se nos presentan en la vida? quizás nos cruzamos todos los días por la calle con una pareja paseando al perro que estaría feliz de ver la tele en nuestro aparatoso sofá. Deberíamos tener telepatía en ese aspecto, y que nuestros objetos aborrecidos llegaran a través de la mente a las cabezas de otros posibles dueños para así establecer intercambios.

Ayer medité cinco minutos la elección de mi nuevo cubo. Me pilló hablando por teléfono, y entre medias de una conversación "trascendental" de esas que me gasto, le pregunté: "oye, ¿qué te parece un cubo cuadrado con ruedas?... Uf, demasiado profesional", dijo mi "sufridor en casa". Y cogí uno así gris, como mi vida (licencia poética, no pude evitarlo :P).

Luego decidí simbólicamente que ese cubo marcaría un antes y un después en la rachilla de la que hablé antes, y le atribuí poderes. A partir del 28 de octubre de 2009, y mientras ese cubo habite mi patio, suba las escaleras y sea llenado una y otra vez con agua tibia y amoníaco con detergente, mi actitud será la que tuve después de comprarlo, muchísimo mejor que la que tenía "antes de".

Y ahora ya enlazaría con el simbolismo y las tradiciones mágicas en algunas culturas, pero tendrá que ser otro día. Me emplazo a ello.

martes, 27 de octubre de 2009

Un año más


Yo lo noto: cómo me voy volviendo
menos cierto, confuso,
disolviéndome en aire
cotidiano, burdo
jirón de mí, deshilachado
y roto por los puños. 

Yo comprendo: he vivido
un año más, y eso es muy duro. 

¡Mover el corazón todos los días
casi cien veces por minuto! 

Para vivir un año es necesario
morirse muchas veces mucho

(Cumpleaños, de Ángel González) 

miércoles, 21 de octubre de 2009

Imperfectos

Corroboro que eso que suele decirse de que a veces tenemos algo en el morro y no somos capaces de "verlo" es verdad. Conocía el nombre, su físico, incluso su voz, la música que lo acompaña..., pero nunca me había parado a observarlo con atención y tratar de conocerlo.

Una vez hechas las presentaciones, y habiéndome dado un paseo por el Fondo de Bikini, observo la similitud de esa realidad con la que conozco, y así, imagino que con el resto de realidades ("hay otros mundos, pero están en este").

Bob Esponja, Patricio Estrella, Calamardo, Arenita, Plankton...

Ellos son nosotros, por eso nos llegan. Muchos hemos trabajado en el "Crustáceo Crujiente", y mirábamos por la ventana hacia la tierra de las Medusas fantaseando con que la vida allí sería mucho mejor. Y un día puede que nos despidiéramos de nuestro Señor Cangrejo particular sintiéndonos un Alexander Supertramp de las profundidades... aunque ya sabemos lo que se suele decir: "arrancada de yegua, parada de burra vieja".

Hay algo en los personajes corrientes que nos hace empatizar con ellos, y es la misma normalidad, que no existe para nada ni nadie, pero es lo más alejado que hay de la vida de mentira - esa tampoco es normal- que algunos cuentos nos trataron de enseñar de pequeños.

Cada episodio de Bob Esponja es una realidad, que de tan real nos hace reír a carcajadas. A los niños, porque ven situaciones grotescas, exageradas. A los mayores, porque vemos el sentido del humor en las propias desventuras que nos cuentan, y nos las hacen ver envueltas en burbujas, con muchos colorines y con la musiquilla de marinero de las pelis de piratas inglesas.

Un gustazo escuchar al capitán cada noche decir: "¿Estáis listos, chicos?(¡¡¡sí, capitán¡¡¡) ¡¡¡No os oigo!!! (¡¡¡sííííí capitán!!!) ¿quién vive en la piña en el fondo del mar?"

martes, 20 de octubre de 2009

Divagaciones sobre la atracción (II)


"Numerosos lectores" de "esto" me han pedido encarecidamente (:P) que haga una segunda parte de la entrada llamada igual que ésta, pero con el (I) (eso me pasa por poner un (I) después de un título, que ya me vale...). De cualquier manera, no me gusta que con lo que digo o escribo yo suceda lo que comenté en la última entrada, y voy a tratar de dar coherencia al menos al hecho de haber puesto aquel (I) aquella vez...

Analizaré -si se me permite la palabra- el quid, pero desde la posición completamente opuesta a la atracción, o sea, desde la repulsión (era la única manera de dar coherencia al (II). No se trata de echar piedras sobre mi tejado diciendo que la conozco de primera mano -aunque la conozca-, pero sin llegar a considerarme una "cagasiempre", una tampoco es una Mata-Hari de la palabra, y puede ser interesante ver por qué.

Ayer estuve hablando de ello con alguien que se reconoce mucho más hábil que yo en esta "destreza", o mejor podría decirse que soy yo misma la que se la reconozco a él , ya que la reconozco en mis carencias por no ser consciente ni hacer uso de ella.

El quid sería, pues, la existencia de los diferentes lenguajes no explícitos que se dan cuando hablamos. Muy interesante me pareció que me diera a conocer los términos Pragmática y Semiótica, que sinceramente me sonaban de oídas nomás. La filosofía del "Eres lo que haces", que puede contraponerse al más esclavizante "Eres lo que dices", podría ampliarse utilizando la equivalencia del "haces" al "cómo lo dices", que también implica acción.

Bueno, que me desvío...

Leyendo a veces textos de personas muy no sé si llamarlas viscerales, seguras de sí mismas o sobradas (eso dependerá del día, no sé), se puede llegar hasta donde radican sus "fallos comunicativos" , que son los que pueden llegar a causar repulsión. Nos atenemos pues a los principios cooperativos de Grice:

Máxima de Cantidad (en relación con la cantidad de información que debe darse):
- Haga que su contribución sea todo lo informativa que el intercambio requiera.
- No haga que su contribución sea más formativa de lo que el intercambio requiera.

Máxima de Calidad (referida a la verdad en la contribución):
- No diga lo que crea que es falso.
- No diga nada de lo que no tenga pruebas adecuadas.

Máxima de Relación o Relevancia (comprende la máxima que Grice denomina "vaya usted al grano"):
- Haga su contribución relevante.

Máxima de Modalidad (la supermáxima es "sea usted claro"):
- Evite la oscuridad.
- Evite la ambigüedad.
- Sea escueto.
- Sea ordenado.

Partiendo de estas premisas, podemos analizar un texto o discurso, escrito o escuchado, y ver dónde radicaría su mayor o menor "responsabilidad" en el efecto que ha causado. Imagino que interese más cuando éste ha sido negativo (repulsión), que cuando ha sido positivo (atracción), por la posibilidad de corrección que esto implica (algo que gusta en principio no tendría razón de corregirse).

Bien, ya tenemos la teoría aprendida. Empezando una relación desde cero, conociendo estos datos desde el principio, según la persona que me lo explicó, uno debería ser capaz de atraer en principio a cualquiera con el arte de la palabra, dicha o escrita. Sería digamos como una "técnica de seducción": comunicación adecuada, sin fisuras, tono correcto, palabras las justas y apropiadas (esto da para otra entrada más, lo de "regalar al oído"...).

Ahora bien, en este preciso momento me surge una duda:

¿No será todo muchísimo más fácil que todo esto que acabo de poner? ¿no será más cuestión digamos... de piel?

Más info sobre Semiótica (sin desperdicio): aquí.

domingo, 18 de octubre de 2009

Un detalle

(El futuro no está escrito)

Después de un giro inesperado hace un par de semanas que cambió la fecha de una feria que teníamos programada -y en la que no podía dejar de estar-, y viendo que coincidía exactamente con un viaje programado mucho antes por un grupo de gente que frecuento de una u otra manera, me encontré a mí misma buscándome estos días.

Me sentí con ganas y al mismo tiempo con temor, con ilusión de improvisar y al mismo tiempo con pena por no creerme capaz ni siquiera a última hora, aún pudiendo; mirando de refilón billetes de tren como quien no quiere la cosa -pero queriéndola-, y sintiendo - por qué no decirlo- mariposillas en el estómago de pensar en la posibilidad de atreverme y de encarar mis miedos y subir para arriba simplemente a disfrutar y reír. Y, sobre todo, a afrontar las cosas como han venido, sin más.

El miedo es paralizante, la incertidumbre desconcertante, la inseguridad determinante, y una sigue siendo una niña de diez años en muchos aspectos de su vida, para bien y para mal.

En ratos laborales, entre medias de emails y pequeñas y patateras traducciones (alemán, escucha:¡algún día me haré contigo!), el dedo se me iba a webs de transporte, fantaseando en cómo haría para avisar a los organizadores, en si se podría hacer un hueco en la comida, en, en...

Bueno, los cobardes somos asíN, que diría aquel. El proceso de encarar algo a unas personas nos cuesta más que a otras, y mientras vamos postergando actos nos evitamos situaciones que prevemos chocantes o dolorosas.

Finalmente, como es de imaginar leyendo las líneas anteriores, no fui.

Bien, el día de ayer tuvo sus buenos momentos, disfrutando de un ratín con un hermano al que veo de uvas a peras, e improvisando una cenita con amigas de toda la vida, con todas las risas que eso supone.

Cuando llegué a casa eché una ojeada al pc, que siempre anda en marcha. Tenía un mail. No altero la intimidad que supone si cito una sola de sus líneas:

"Me hubiera encantado verte; también he echado de menos a x, y, z, ...; sí, parece mentira pero os he echado de menos"

No aprecio más a esta persona después de esta noche de lo que la apreciaba ayer. Las palabras, sobre todo las escritas, que son las que permanecen -precisamente por quedar plasmadas físicamente-, deberían borrarse después de leídas, olvidarse después de oídas. Y no otorgarles más valor, no darles más importancia. Dejar de ser valiosas una vez escuchadas las del día siguiente, y así, ir dejando que las más actuales sean las importantes, y vayan solapándose unas a otras.

No sé si a partir de ahora iré borrando pasado poco tiempo lo que recibo, lo que envío. No sé si borraré ese correo en unas horas o unos días. Desde luego no me deleitaré leyéndolo, aún siendo importante para mí. Me quedaré, eso sí, con el detalle de que en un día con tanta gente, en que lo importante era la gente que estaba -y no la que faltaba- , para alguien "estuve" de alguna manera, pese a no estar allí físicamente. Y quizás tendría cansancio, embotamiento por la excitación -estas reuniones excitan mucho, hay mucha alegría en ellas- , pero aún así, me regaló un minuto de su tiempo para decírmelo.
"Toda palabra dicha o escrita es lenguaje muerto"
(Robert Louis Stevenson)

viernes, 16 de octubre de 2009

Una navaja

Si hay algo en la vida que puede dar un giro radical a un momento raro-malo no es la diplomacia, ni que alguien interrumpa de repente, ni que caiga un rayo, ni que tiemble la tierra y se desvíe el tema. Es otra cosa, una cualidad valiosísima, diría que la que más valoro en las personas: el sentido del humor.

Con los niños prontito los padres aprendemos a hacer uso de él -siempre que no nos pille ya hasta arriba y explotemos-, y así, respirando hondo, hablando con calma y cambiando radicalmente de tema (a ser posible arrodillados poniéndonos a su altura), vemos el giro milagroso que da la expresión de su cara, pasando del llanto o la rabieta a la risa sanota.

Nosotros, ya más peludos, no somos tan distintos a ellos en la base, y un chiste metido entre frases serias es un bálsamo, y más cuando no eres capaz de ver la cara real de la otra persona, y sólo intuyes o notas tensión ambiental por cuatro letras y dos silencios entrelazados.

Ayer me pasó dos veces, y mira, en la vida de adultos, pese a pasar el día rodeado de personas, no todas tienen esa capacidad de hacer a alguien reír cuando más bien siente gana de lo contrario. Y me lo hicieron dos veces dos personas distintas ¿soy o no afortunada?

Si uno es consciente en un momento dado de que está riendo con otra persona, ¿hay acaso más cercanía que esa? ¿Subyace en el ambiente lo que ha sucedido, lo que ha sido hasta ese momento previo a la risa... o por el contrario queda la sensación última y placentera de haber reído juntos?

Alguien me dijo anoche: "el día que estaban de oferta las navajas de Ockham, tú llegaste tarde al Lidl" :P

Y oye, qué buena idea esa. Ellis y Beck estudiaron el por qué de los pensamientos a los que terminamos llegando, como sin querer (aquí y aquí):

"En resumen, no son los acontecimientos externos por lo general (salvo eventos externos o internos extremos: p.e "terremoto", "dolor extremo") los que producen las consecuencias conductuales, emocionales y cognitivas. Más bien el propio sujeto, aplicando su proceso de valoración personal sobre esos eventos, es quién en ultima instancia produce esas consecuencias ante esos eventos"

PD: Siempre puede uno hacerse con una, aunque sea por correspondencia ;)

miércoles, 14 de octubre de 2009

El mundo según Alicia


Si hace unos años fue considerado un fenómeno el libro de Lou Marinoff Más Platón y menos prozac por "(...) en lugar de ofrecer enfoques pseudomédicos orientados a las patologías o proponer superficiales principios propios de la New Age, presentar una sabiduría puesta a prueba por el tiempo y adaptada específicamente para ayudar a vivir con plenitud e integridad (...)", yo -como muchísima gente ha hecho antes - me iría bastantes años atrás para poner en el lugar que se merece a un clásico como es Alicia en el País de las Maravillas, enfocado no sólamente al divertimento, sino al poder clarificador de lo que sus textos encierran, unas veces claramente, otras crípticamente.

Conviene recordar -o dar a conocer si se da el caso de que se desconozca el dato-, que Lewis Carroll fue, antes que escritor, lógico y matemático. Puede no ser relevante esto, puede serlo. En cualquier caso, la óptica que da la exactitud en la manera de estar acostumbrado a ver y observar "los problemas", puede significar un punto de vista a tener en cuenta respecto a una filosofía de vida (;)), y, por lo visto, Carroll hizo uso de la parte más digamos "científica" de su cabeza para contarnos/contarle una historia.

Partes más o menos "oscuras" hay en su biografía, pero de las gentes quedan las obras, y como yo no estuve allí, y "de lo que oigas nada, y de lo que veas la mitad", que suele decirse, me centro en plasmar hasta donde Don Google y algún libro me han dejado, unas cuantas de sus citas célebres:

"Puedes llegar a cualquier parte, siempre que andes lo suficiente."

"¡Qué pobre memoria es aquella que sólo funciona hacia atrás!"

"Si así fue, así pudo ser; si así fuera, así podría ser; pero como no es, no es. Es cuestión de lógica."

"La regla es, mermelada mañana, y mermelada ayer... pero nunca mermelada hoy". "Algún día tiene que ser mermelada hoy día, objetó Alicia".

Finalizaré mi modesto homenaje con un fragmento muy interesante sobre la identidad y la empatía misma:

-¿Puede saberse quién eres tú?- preguntó la Oruga. (...) Alicia contestó, algo intimidada:
- La verdad, señora, es que en estos momentos no estoy muy segura de quién soy. El caso es que sé muy bien quién era esta mañana, cuando me levanté, pero desde entonces he debido sufrir varias transformaciones.
- ¿Qué es lo que tratas de decirme?-dijo la Oruga con toda severidad-. ¡Explícate, por favor!
-¡Ésa es justamente la cuestión! - exclamó Alicia-. No me puedo explicar a mí misma porque yo no soy yo, ¿se da usted cuenta?
- Pues no, no me doy cuenta - dijo la Oruga.
- Siento no poder explicárselo a usted con mayor claridad- dijo Alicia en un tono muy cortés- porque, para empezar, ni yo misma lo entiendo... ¡Comprenderá usted que cambiar tantas veces de tamaño en un solo día no es fácil de entender!
- Sí es fácil, le replicó la Oruga.
- Bueno, lo que ocurre es que usted todavía no ha pasado por ello- dijo Alicia-, pero llegará el día en que se convertirá en crisálida y después en mariposa, y entonces ¡ya veremos lo que siente usted!
-¿Y qué iba a sentir? ¡Pues nada!
- Está bien -concedió Alicia- Es posible que sus sentimientos y los míos sean muy distintos, pero puedo decirle que yo en su lugar me sentiría muy rara.
- ¡Tú! -exclamó con desdén la Oruga- ¿Y quién eres tú, si se puede saber?

PD: mención especial a una noche agostomadrileña en una taberna errante. Se habló de Despertares, se habló de un viaje A través del Espejo; habló Alicia, habló el Espejo. Esos días fueron perfectos porque todo salió bien, de principio a fin. Besos a los cuatro si me leéis...

jueves, 8 de octubre de 2009

¿De qué están hechos nuestros sueños?


Soy una lirona, duermo lo que se suele decir coloquialmente "como un bebé", con hilillo de baba y marca de cojín incluida si me da tiempo en la sobremesa a echar una cabezada, y de un tirón y panza arriba toda la noche. Los excesos de horas de vigilia me pasan factura cosa fina, y entonces necesito una cura de sueño al día siguiente que me vuelva persona otra vez.

Pero no sé qué me pasa ahora porque últimamente estoy soñando cosas raras y desagradables a base de bien. El momento vital no es el mismo que hace cinco años, pero tampoco estos meses son tan distintos a los de hace un año, y sin embargo, no recuerdo pesadillas de ese tipo entonces. Me levanto en la madrugada con angustia, e incluso hace poco me dormí con la radio puesta y tuve una pesadilla con sonido ambiental, que era ni más ni menos que el rumor del calamar gigante en las profundidades abisales, así que podéis imaginar el canguelo.

Montañas heladas alcanzadas sin dificultad, donde me asomo y veo la pared completamente vertical sólamente cuando ya he alcanzado la cima; pirámides de arena donde llego escalando por el lado por el que nadie sube; precipicios donde una persona cercana a mí me lanza diciéndome que el agua no pasa del metro, viendo al segundo que la profundidad es de al menos diez (arggg)...; y anoche, para colmo ya, en una nave industrial rodeada de sacos de portland y viendo cómo se empieza a desplomar el techo, apuntando directamente a mi cabeza, y sin posibilidad alguna de escapar... qué angustia, mare meua, ¿por qué pasa todo esto?

Recuerdo haber leído a Freud a los veintypocos años, y ya vi entonces que en esos escritos había mucha pero que mucha imaginación. Con un poco de ella, y conociendo un poco al que lo ha soñado, es facilísimo hacer una interpretación personalizada. Incluso cualquiera podría hacerlo, me aventuro a decir. Supuse que cuando aquello me había parecido más fantasía que realidad era porque tal vez no lo había entendido, a saber...

Luego, leyendo artículos como éste por ejemplo, me dije que no era tan descreída por no haber hecho caso a ese libro tan "respetado", por lo menos los años en los que lo leí.

Sin embargo, otra corriente quizás más humanística de la Psicología (una vez más, las distintas corrientes que toda disciplina tiene, para mayor desconcierto de los legos), habla de la hipótesis de continuidad (aquí), que resumiendo nos dice que "los sueños simplemente son la continuación de nuestra vida diurna. Nuestras preocupaciones, vivencias y fantasías diurnas siguen expresándose, pero de otro modo, en ellos".

Como en estos tiempos de tantísima información en todos los campos uno ya no sabe a qué atenerse, todo el mundo parece saber de qué habla, la formación de cada persona que suscribe una teoría es digamos la "correcta" o "adecuada", y cada conclusión bien razonada parece ser la definitiva, aún nos hacemos más lío con estos asuntos.

Mientras, yo me continúo preguntando qué sentido tienen, por qué existen :(.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Perfección


Lo malo de ser uno perfeccionista es que nunca se ve suficientemente perfecto, ni encuentra gente  suficientemente perfecta. El trabajo, pese a gustar más o menos, dista mucho de ser perfecto -aún siéndolo-, y mientras un grano - o dos- siga asomando por una cara periódicamente, ésta no será nunca perfecta - aunque ni falta que le haga serlo-.

Una mirada que busca siempre lo perfecto tampoco puede ser perfecta en sí misma, fallando la probable perfección que hay ante esos imperfectos ojos.

Se harta uno de no llegar a hacer nada de manera perfecta, y la mediocridad es una especie de "castigo" para un corazón grande quizás, sí, pero completamente imperfecto.

En cambio, lo que más perfecto parece es aquello inalcanzable, cubierto por varias capas de barniz emborronaimperfecciones, y alejado por cientos -o miles- de kilómetros largos y terriblemente perfectos.

Procurando lo mejor estropeamos a menudo lo que está bien
(William Shakespeare) 
La perfección se logra al fin, no cuando no hay nada que agregar, sino cuando ya no hay nada que obtener
(Antoine de Saint-Exupéry)

Hay quienes se consideran perfectos, pero es sólo porque exigen menos de sí mismos
(Hermann Hesse)

lunes, 5 de octubre de 2009

Nada es lo mismo


La lágrima fue dicha. 

Olvidemos
el llanto
y empecemos de nuevo,
con paciencia,
observando a las cosas
hasta hallar la menuda diferencia
que las separa
de su entidad de ayer
y que define
el transcurso del tiempo y su eficacia. 

¿A qué llorar por el caído 
fruto,
por el fracaso
de ese deseo hondo,
compacto como un grano de simiente? 

No es bueno repetir lo que está dicho.

Después de haber hablado, 

de haber vertido lágrimas,
silencio y sonreíd:
nada es lo mismo. 

Habrá palabras nuevas para la nueva historia
y es preciso encontrarlas antes de que sea tarde.

(Nada es lo mismo, Ángel González)

jueves, 1 de octubre de 2009

Alas


Algunos temas comunes dejan de ser meras repeticiones o cosas parecidas, aunque lleguen cercanos en el tiempo. Una idea nos lleva a otra, como trazando un arco, nunca en línea recta -perdería poesía si no-, y se enlazan dentro de nuestras cabezas. Así, algunas palabras van siempre asociadas a músicas, libros, historias, recuerdos.

Cuando veo bandadas de pájaros, no puedo ni quiero evitar recordar la historia de Nils Holgersson y su canción, que van siempre cogidas de la mano. Y en imagen más clara -por más reciente- asocio también esa imagen con la de aquellos Nómadas del viento...

Los días empiezan a refrescar, y si bien la luz y la calidez nos relajan el cuerpo templándolo, puede que las bajas temperaturas nos expandan la imaginación, quizás así se explica uno que la mayor parte de cuentos que llegaron a nuestros días sean originarios del hemisferio norte. Uno siente goleta, como decimos aquí, cuando imagina el fuego de la chimenea, la manta, las conversaciones de horas dentro de las casas, los cristales tictaqueando. Como la protección en medio del desasosiego.

La amiga más "antigua" que tengo -nos conocimos cuando ella tenía tres años y nueve meses y yo nueve meses menos en una especie de parvulario que llevaban unas monjitas donde hoy hay una residencia de ancianos- me solía decir cuando los días eran demasiado calurosos: "- qué ganas de que llegue tu cumple, en que ya llevaremos las chaquetitas de manga larga...". Qué cosas, cómo recordamos frases al azar entre los billones de frases que habremos escuchado a lo largo de nuestras vidas.

Luego nos llegaron - en la primera y tímida incursión de España en la tan manida ahora globalización-, personajes procedentes de verdes y fríos bosques europeos, y así conocimos duendes, hadas, ninfas... y nos fue presentado el Pare Noel, o Papá Noel, o Santa Claus, o San Nicolás, como prefiráis llamarle. Más cercano a nosotros pero todavía lejano conocimos también al Gnomo David y a los Trolls de eternos mocos chorreantes.

Pero nuestros bosques de carrascas y pinos no eran como esos otros bosques.

El frío, todo lo referente a la infancia, nos llegaba de lugares fríos. Y los que somos más del Sur (aunque no tanto), sentimos atracción por esos lugares donde los pueblos se aislaban en invierno y los niños se quedaban en sus casas tomando un chocolate y escuchando la radio con sus padres y abuelos (en esa época en que se vivía con los abuelos en casa).

Muchas veces en mis conversaciones saco a relucir el libro de Soci, con sus fotos totalmente típicas de las otras CC.AA, tan lejanas y desconocidas. Las de las grandes ciudades -siempre más al Norte- solían venir con niños en uniforme azul marino jugando en los parques. Nosotros nunca llevamos uniforme, el color de nuestras fotos era menos gris y nos gustaba mucho más lo que no teníamos a nuestro alcance, como suele pasar.

Bien, empecé con una historia maravillosa sobre un niño que vuela con las aves.

Termino con el tráiler de una película maravillosa sobre una niña que vuela con las aves:



A veces uno piensa que el cine puede haber sido el mayor invento de nuestra era viendo y escuchando cosas como ésta, ¿verdad?