sábado, 27 de febrero de 2010

Feos


Hablaba hace poco con mi amigacho sobre algo tan tan dicho y tan tan repetido que, seguramente sonará cansino... pero no importa, y siempre es algo digno de recordar, en nuestros momentos bajos sobre todo. 

Imagino que muchos de vosotros -al menos yo sí- hemos culpado a nuestro físico de la mayoría de hechos que solamente han sido causados, provocados o derivados por/de nuestro cerebro. Nada nuevo bajo el sol, pero me apetece explicarlo algo más.

Caso práctico: "yo nunca ligué, claro, estando como estaba..." (aquí se pone flaco/gordo, normalmente los "defectos" más cantosos).
¡Toing! ¡¡¡Error!!!. Tú nunca ligaste (o tu vecina, o yo misma para no escaquearme) porque tu manera de ser, tus (in)habilidades sociales o tu sosez lo impidieron, y, aparte, tu propio pensamiento sobre tu físico y por ende sobre ti mismo construyó una barrera invisible pero tremendamente alta y poderosa entre los hombres/las mujeres y tú. Uno puede ser objetivamente feo (sí, sí, dije la palabra más contraindicada de todas cuando hablamos de algo tan... subjetivo, paradójicamente), porque a mi parecer sí hay fealdad objetiva, y pondré dos ejemplos:


 Ummm, ya que estamos, dos más, venga (con truqui):


... pero la gran mayoría de los que se consideran feos o no merecedores de gustar no llegan a serlo, y apostaría a que si mostrásemos imágenes suyas a mil personas al azar gustarían o disgustarían (tanto da), al 50%, como suele ser. Incluso los guapos oficiales gustan al mismo porcentaje de gente, ahí no somos tan distintos unos de otros, tratándose de gustos (nunca entendí qué atractivo tenía George Hamilton, :S, por poner un ejemplo)

Lo que me hace gracia es que esa barrera que pusimos en su día o contamos ahora como excusa para unos hechos que no salieron como queríamos que salieran sirve a la vez como razón y motivo principal para algo mucho más profundo que tal vez no nos guste remover, y es donde radica el gustar o no gustar directamente, que en principio no tendría por qué estar relacionado con la percha y la cara. ¿Gordos?¿flacos?¿con granos?¿desgarbados? de todos estos tipos de gente hay ejemplos que desmontan en un abrir y cerrar de ojos cualquier argumento que los justifique como impedimentos para gustar.

Algo está -más o menos- claro: si uno se siente poco agraciado, así lo transmitirá y esa será la imagen que reflejará al mundo, aunque ojo, a veces no sucede así y termina gustando a alguien...  Lo que sí está claro -sin más o menos- es que si alguien se siente agraciado, existe un porcentaje muy alto de probabilidades de que los demás lo perciban como "atractivo" al menos.

¿Consuela más a la gente el pensamiento de que "uno nació así y así le fue en la vida" que el que seguramente sea más real de "la poca gracia que tengo o mi poco éxito con el sexo opuesto -o el mismo, que también- no viene precisamente de mi cara o cuerpo..."? Yo creo que sí, que excusar una trayectoria "poco fructífera" en algo visible pero que, al fin y al cabo caduca, es mucho más cómodo que reconocer que carecemos de encanto o de ese "algo" que tienen las personas bellas.

Cuando leí una entrevista que concedió Gaborey Sidibe me vino a la cabeza todo esto. Eran solamente respuestas sobre papel, pero a cada renglón se adivinaba encanto, confianza, atractivo. Y me acordé de los que no ligaban. Son gustos, claro, pero como digo siempre, qué cosas...

PD: por cierto, los ejemplos de arriba del todo son dos debilidades mías :)

sábado, 20 de febrero de 2010

Alaska

 
Cada uno de nosotros tiene un lugar donde escapar aunque sea entre maldiciones y momentos rabiosos. Anoche, sin ir más lejos, me encontraba viendo esa curiosidad antropológica llamada Hermano mayor, y la Nini de turno dijo: "Arr Congo, me voy par Congo..." (me pregunto, habiendo visto cómo se "desenvuelve" por la vida la gachí, qué haría por aquellas tierras, eeen fin).

Cuando era pequeña, mi madre solía decir, entre suspiros, que se largaba a Benicàssim. No, entonces no se celebraba el FIB ni nada parecido, jeje, sino que allí había uno de los únicos balnearios de la época; (ummm, ¿mensaje subliminal acaso? :P); también recuerdo a mi vecina Pepita, -de la que podría escribir un libro,- lanzando aullidos por su boca pidiendo ir a la Santa Faz, para, seguidamente, decir eso tan oído de: "ni están todos los que son, ni son todos los que están". Mi vecina era muchísimo más heavy que mi madre, jaja.

Introducción chorra aparte, en estos días con mil y una batallas contra las Telecomunicaciones de las Españas (me río por no llorar), yo más bien, puestos a elegir destino donde escapar de mis rabias y mis perdidasdeantemano batallas dialécticas con los comerciales, y porque yo lo valgo, que dirían las modelos que anuncian L'Orèal, me quedo con ese lugar tan evocador, tan blanco y tan lejano: Alaska.

Cómo no recordar a ese chaval de pensamientos tan puros como ingenuos quizás que fue Chris McAndless (del que ya hablé aquí, aunque digan que está feoso autocitarse, bah), o la foto en el bolsillo de Butch en Un mundo perfecto...

Alaska... , tan lejana, y sin embargo -poniéndole muchísima voluntad, eso sí- tan cercana a nosotros si la miramos por el otro lado, por el estrecho de Bering (¿o acaso será que cuando la distancia es por tierra parece más "a mano" que cuando es por mar?... no me hagáis demasiado caso hoy).

Alaska... extensión para pensar, para mirar a todos lados sin límite, para que el frío nos haga enroscarnos al máximo en la misma postura en la que pasamos los primeros meses de nuestras vidas. Como una vuelta al sitio de donde venimos, como un paréntesis, un formateo en el pensar, en el actuar, el sentir.

  "(...) Esa tierra a donde uno avanza en busca de autoconocimiento (...). Todo ser humano busca su Alaska, ese lugar mítico, un tanto onírico para encontrar a una posibilidad de sí mismo. (...) Alguna vez me cuestioné todo lo que hacía en mi vida y escapé al extranjero a buscar ese territorio renovador e ilusorio" (Roberto Duarte)"

¿Demasiado frío? seguro. Pero menuda es nuestra mente para fabricarse alicientes y alternativas... Alguien muy querido para mí escribió un día: "Uno de mis deseos es pasear por la playa de Zihuatanejo..."

Y puso los ojos en blanco :)

martes, 16 de febrero de 2010

Una recomendación

 
Bueno, he intentado por tercera o cuarta vez que Avatar captara mi atención más allá de los 45 minutos.... Quizás es que no son horas las de después de comer -aunque ummm, en algunas no me duermo...-, o tal vez sea que no es necesario que lo que gusta a casi todo el mundo me tenga que gustar a mí (por algo se ideó el adverbio "casi", digo yo), pero la cosa es que no lo ha conseguido :(, y tampoco es que sea una espectadora hipermegaexigente...

En fin, entro un minutín a desquitarme de esa sensación rara-mala de no comulgar con los gustos actuales de muchísima gente, y de paso aprovecho para recomendaros la joyita que vi ayer. Me encantó cuando la vi en su día, en aquella época en la que el DVD grabador entró en mi vida -qué poco tardan algunos inventos en ser solapados por otros nuevos- y no tenía que estar pendiente de programar con exactitud la hora de inicio y la de fin, ni de tener cintas en blanco listas.

Que una peli casi desconocida (otra vez el "casi") y poco promocionada transcurra en las Islas Británicas es para mí una baza lo suficientemente importante. Si además sucede en Irlanda ya seguro que me gusta, no sé por qué. Dicen que los irlandeses son los más mediterráneos de los británicos, cuando la verdad es que son celtas, y me pregunto si acaso no somos nosotros los más irlandeses de los europeos no-insulares, y por eso nos caemos tan bien entre nosotros. No sé, ellos ríen, hablan por los codos, bailan, sienten la música... y disfrutan de la vida, cosa que no todos -ni casi todos-, sean mediterráneos o celtas son capaces de hacer.

Os presento una peli deliciosa, agradable, redondita, entrañable, encantadora: Despertando a Ned

Que la disfrutéis... a la manera irlandesa ;)

jueves, 11 de febrero de 2010

Radio's on and I'm moving round the place


Como tantos otros, los padres de Joe emigraron a la costa Este de los Estados Unidos; no sé si irá por zonas, pero los de mi pueblo y alrededores iban a parar todos a Connecticut. De allí vino Joe pues.

Os preguntaréis quién fue o es este chico, bien: quien introdujo en casa a Bruce Springsteen, ahí es nada. El hermano que me sigue ya tenía planeado estudiar Filología Inglesa, y recuerdo que una tarde trajo una cinta original de cassette donde asomaba un culo -un buen culo- envuelto en un Levi's. Las cintas originales tenían entonces el logo de la discográfica marcado en la cajetilla negra de plástico. Allí estaban la C, la B y la S...

Y lo de dentro, qué puedo deciros de lo que había dentro... creo que fue la primera vez que tuve  curiosidad por saber qué decía aquella voz en aquel idioma que empezaba a estudiar esos años en nuestra querida y añorada EGB.

Mi hermano lo ponía a todas horas, con el desplegable de las letras dado de sí, y a mí me picó el gusanillo de tratar de escuchar al mismo tiempo que leía. Y así aprendí prácticamente todas aquellas canciones de memorieta, que decimos aquí.

Hace nada tuve una noche en la que preferí oír música a  escuchar radio -a veces, para lo que hay que oír...- En mi Mp3 habita toda clase de fauna, sobre todo desde que pasé de la escasez de las 2 GB a la maravilla de 8. No obstante, aún conservo ciertos vicios motivados por aquella época de restricciones musicales, y quito para meter, repaso, vuelvo a quitar, corto y pego en el PC, buff, cómo nos estresamos a veces las personas con chorradas.

Springsteen siempre se salva, siempre, igual que el recopilatorio de U2, el primer disco de Frank Black,  o las BSO de Amélie e Into the Wild. La Mode ahora tiene su espacio, y tampoco sobran nunca esas carpetas tan socorridas de Varios, una en "extranjero" y otra con la música de la Movida que tantísimo me gusta. Como dejada de lado últimamente tengo a Alanis, aunque también siempre hay un día en que vuelvo a esa voz, y de vez en cuando meto novedades, como las de hace unos meses: la calidez de Norah Jones y el tardío descubrimiento de Amaral. Cabe todo, y sin embargo guardo "fuera" a Bowie, los Pixies, The Cure y los Ramones. Como pequeño secreto, os cuento que estos últimos días podrían proclamarse en mi pequeño mundo de pocos centímetros cuadrados "especial Coldplay",  porque les estoy dando a base de bien (jeje ;)).

Esa noche, como iba a decir,  fue el momento de volver a disfrutar de esas canciones. Siempre hay un día en que apetece reencontrarse con el Boss

Y aunque mi preferida siempre fue I'm on fire, me pregunto qué chica no quiso ser alguna vez Courteney Cox y subir a aquel escenario a bailar en la oscuridad con él...


Sin música, la vida sería un error
(Nietzsche)

domingo, 7 de febrero de 2010

Dos ríen juntos


 - Hey, qué risas...
- Pozí.
- Míranos, antes cabalgábamos juntos, ahora ... reímos juntos.
- Sí, pero mira, creo que esto es mucho mejor...
- ¿Qué debió pasar?
- No sé, el deseo es tan delicado, va siempre tan tambaleándose, debió caerse sin más.
- Ya, también pienso eso. O tal vez no sé, fue tu olor, dejó de gustarme el olerte... o tu mirada no me aceleró infinito...
- Puede, puede que fuera eso. Recuerdo que tu voz dejó de sonarme susurrante, ya no arrastrabas tanto la s.
- Eeeen fin...

- Hey, ¿cómo te va la vida?
- Bien, bien
(...)
- Y qué, ¿cabalgas con alguien ahora?
- Sí, sí, estoy muy ilusionado, la verdad.
- Anda, qué bien. Ahora puedo decir que me alegro de veras, ha pasado el tiempo necesario... pero dime... ¿hay deseo?
- Uf, qué te voy a contar... podría decir que alcancé la plenitud...
- ... esa que tanto anhelabas, ¿cierto?
- Sí, esa. Se conjugaron todos los factores, así fue.
- Y dime, ¿reís juntos?
- Sí, sí...

- Holita, ¿qué tal?
- Bueeeeno.
- ¿Y eso?
- Nada, mejor en soledad, de vez en cuando me apetece respirar, ya tú sabes.
- Qué cosas, ahora ya encontré a mi compañero de viaje...
- Jajajaja, nunca estuvimos sincronizados, ¡qué curioso!, pero vaya que me alegro, eso siempre. Y dime, ¿te lleva al séptimo cielo?
- Sí, uf, ya lo creo. Fluimos, esa es la palabra, jeje.
- ¿Reís juntos?
- Sí, claro.

- ¡Cuánto tiempo! ¿cómo va tu vida?
- Bien... conseguí la plaza ¿sabes?
- ¡¡¡Eso es estupendo!!!
- Finalmente compré aquella casa también...
- Bueno, bueno, no te puedes quejar ¿eh?
- Ya sabes cómo somos los humanos, siempre hay algo que nos falta...
- Ya.
- Bueno, me corre algo de prisa, a ver si coincidimos de nuevo... o te llamo, o...
- Ok.

- Hola, me apetecía saber de ti, de tu vida...
- Bueno, cómo se nos echó el tiempo encima, ¿eh?
- Yo a ti te veo estupenda.
- :$
- Pensé un tiempo en ti, ¿sabes? eché bastante de menos aquellas risas...
- ¿Bastante? yo las eché muchísimo de menos, ahí te gané, je.
- Bueno, pasamos de cabalgar juntos a reír juntos. Hay una frontera ahí, un paso que cambia del todo las cosas.
- He pensado mucho en ti.
- Y yo...
- No voy a andarme con rodeos... creo que lo que de veras necesitamos los dos es... 
- ... ¿sí?
 - ... ejem... echar un buen polvo.
- Jajaja, y dime... ¿quién va a querer acostarse ahora con nosotros?

martes, 2 de febrero de 2010

El telescopio de Klimt


Una de las noticias "anecdóticas" de la última semana fue la subasta del cuadro de Gustav Klimt Iglesia en Cassone (aquí el artículo). Argumento totalmente cinematográfico, tremendo contraste entre el mundo  corriente de los mercados de abasto -por poner un ejemplo-, con sus puestos de frutas, carne, embutido, la clientela, los que despachan... y ese otro -tan lejano y distante- de las obras de arte, las herencias... y sus desapariciones. No menos mundo, no menos real, pero sí tan poco mundano -tremenda contradicción, ups- e inaccesible, que parece de otro planeta.

A los amantes de la temática Segundaguerramundialesca -que se cuentan por millones-, les gustará por añadir un episodio más a toda esa telaraña tejida alrededor de ese punto de la Historia. A los amantes del cine basado en hechos reales, les hará frotarse las manos ante una probable película.

Lo cierto es que de Klimt, como de la mayoría de artistas o escritores, me interesa su vida. Hay quien prefiere llegar a sus obras sin importarle ni sentir curiosidad por la circunstancia personal que las rodeó,  y precisamente eso, una vez conocidas, leídas, saboreadas y disfrutadas, es lo que más pasa a interesarme a mí. Gustos.

Parece ser que fue a su vez promiscuo y fiel, si es que pueden simultanearse ambas tendencias. Amó sexualmente a varias mujeres, pero fue fiel toda su vida a su compañera, amiga y musa Emilie Flöge, por lo que podría decirse que la amó intelectualmente... siempre. Junto a ella se encontraba precisamente cuando se enamoró de una visión: una iglesia. Y aquí llega el punto romántico de la historia entre la visión, el cuadro y el pintor. Si aquella imagen no se le ponía a tiro para pintarla plácidamente, él se acercaría a ella, del modo que fuese, y así se sirvió de la ayuda de un telescopio para pintarla. Podía haber sido algo más cercano, más a mano, palpable... pero fue algo que le quedaba físicamente lejos. Y gracias a la técnica -cómo no-, la visión,  la obsesión y el deseo del pintor pudieron materializarse.

Luego, ohh, ese romanticismo resulta que no era tal, y era una constante en su manera de plasmar las cosas:
"(...) tenía la costumbre de utilizar diversos telescopios para enmarcar el paisaje. Así condensaba la imagen, acercaba distancias, eliminaba perspectivas y se recreaba en texturas planas. Solía también otear a través de un pequeño marco de cartón o de marfil, como un fotógrafo que busca el enfoque a través del visor" (más)
Fuese como fuese, al igual que uno escucha el mismo cuento que su vecino quedándose con el halo acogedor de la casita del bosque mientras que otro adquiere miedo ante el peligro que acecha entre los árboles, de esta historia -que me encantó leer-,  yo me quedo con que nada estuvo demasiado lejos, y - queriendo- alcanzó lo inalcanzable.