lunes, 27 de junio de 2011

I ventured in the slipstream


Pensaba sobre el ese de vivir, y las carreras serpenteantes y subibajas agitándonos las emociones. Seguramente las adrenalinas están bien precisamente porque pasan - porque sabemos que pasan-, y yo no quiero vivir siempre al límite, sino bajarme ya y poderme acurrucar, mirar a los ojos y reír, sobre todo reír mucho. Sentir duele a veces cuando no se siente bien. Por eso a ratos me he notado como perdida en una fiesta nocturna, y, aunque me ha gustado dejarme llevar por esas luces y esa química, ha resultado ser todo artificial y efímero. Puede que por ello a la mañana siguiente, el día después de haber experimentado la emoción vibrante, he ido en busca de la tranquilidad, como el prota de una peli infantil de aventuras que solamente quiere llegar a su casa y dormir en su cama después del jabón y las toallas suaves. Estabilidad, equilibrio mental... La armonía genera paz, otra forma de sensualidad; expresión de calma en la cara, suavidad en la piel, alboroto o enmarañamiento de pelo rojizo, kohl redibujando los ojos. Ternura. Al final será eso lo que mueve el mundo.