sábado, 23 de junio de 2012

Hestío


A lo largo del camino, apenas nada. De la poca nada, casi siempre la misma imagen: una valla blanca a la derecha, el sol por el oeste... y un gato en la cesta de la bicicleta.

Armarios verdes claros decapados en la cocina, poca cosa dentro. O mejor, poca cosa tampoco: té verde, rooibos, azúcar y miel.

Las noches más secas que de costumbre, tumbados boca arriba, iluminándonos y contando estrellas. Haciéndose de día escuchando música en modo aleatorio.

El futuro llegando y el presente consumiéndose. Viviendo los días optimistas, muriendo los tristes. El ánimo como un columpio, subiendo rápido, bajando rápido, manteniéndose estable apenas instantes. Y de nuevo a colocar el pie en el suelo para tomar nuevo impulso y remontar. Arriba, abajo...

Jabón casero, matojos de romero, las sábanas al sol, limpias y de tan viejas... casi transparentes. Verano.

Gente feliz, gente quizás que disimula serlo. ¿Consuelo o verdad?

Cine coreano de náufragos en la luna, novelas largas de gente que anda buscándose sin saber que anda para encontrarse. Existencialismo, vidas, drama. Esta vez de otros.

Olas esponjosas y refrescantes. Mosquitos zumbado, acrobateando, libres. Grillos subiendo de volumen al caer la tarde. Al morir la tarde.

Estiro las piernas, lloro y no me gusto. Me masturbo y estallo. Pero preferiría que me lo hicieras tú.