domingo, 28 de octubre de 2012

Los días no vividos


Bueno, vividos sí, pero no han valido la pena.... aquellos en los que no hemos reído ¿verdad?

Leí hace un tiempo una entrada fulminante en el blog de cuentos de Fermí: La sombra (según Gatagrana), y he pensado que esos meses de encuentro con  mi parte más oscura, finalmente han sido totalmente provechosos. Absolutamente.

Lo normal es que esa sombra que vive a nuestro lado nos sea antipática, que la rechacemos y no aceptemos como propia, renegando. Al fin y al cabo la mejor parte de aquello que somos es luminosa y radiante, capaz de embaucar a los demás... y nadie quiere renunciar a ser visto así, a fascinar al mundo.

En concreto, el amigo gatagranero la clavó con esta frase:
"Cuando vi la sombra de ella el amor que le tenía se me apareció cojo porque preocupada en ocultarme su lado más humano acabé enamorándome de una estrella fugaz hecha de destellos ilusorios en vez de forjada con luz vital y sostenida con la maravillosa impureza de la carne" 
Obvio que las circunstancias en que conocemos a la gente determinan mucho el grado de desencanto posterior, y también la firmeza o bases que marcan la durabilidad de la relación, aunque termine cambiando de nombre o replanteándose. Ver lo peor desde el principio solo tiene una posibilidad lógica: ir a más positivo. Ver lo mejor: ir a más negativo. Impepinable.

Mucho caos y mucho dolor para dar a luz a esas estrellas que nos metaforeó Nietzsche.


domingo, 21 de octubre de 2012

Un pequeño regreso




Ayer tarde regresé a Petracos. Los oídos taponados, escuchando al aire fresco después de la tormentaza, respirando silencio después del guirigai de los sitios con gente -casi todos los sitios-. Recordaba escalones, verjas y pinturas, pero no esa cueva. Me tumbé mirando el techo, negro de humo de hace muuuchos años... y me sentí como en casa.

Es que terminamos regresando allí donde estamos a gusto, se tarde lo que se tarde en bajar de las montañas rusas en las que nos montamos. La sorpresa es que te reciban con los brazos abiertos. La no sorpresa es que las montañas siempre siempre son preciosas.