lunes, 23 de mayo de 2011

Y el mundo se balanceaba


De niñita engendré una utopía. Colinas de verde terciopelo, suaves, ondulantes y acogedoras. Y las veía de vez en cuando en la sobremesa, la hora del día que prefiero, cuando el día se parte en dos y el mundo queda quieto, estable, en paz.

Me sentaba en un sillón cuando el suelo quedaba ya limpio del estropicio de la hora de comer, y mi madre bajaba la persiana hasta la mitad, como dando la señal de que empezaba el rato del descanso. Y entonces el Oeste, los desiertos y las llanuras cobraban vida por la magia de la tele en la casa de la playa. Yo quería vivir allí, y cabalgar sin límites, y correr sin topes, lindes, paredes ni finales. Libre. Sintiendo la brisa en mi cara. Era un imaginar la felicidad -y un llegar a sentirla por proyección- en el que la única protagonista de mi estado era yo. El estado ideal que poquísimos alcanzan.

Otra vez sucedió. La música. Despertarme en mitad de un ciclo escuchando una canción concreta. Y abrir los ojos, mirar a mi lado izquierdo y al frente unos segundos después y ver que era justo esa música, ese ritmo repetitivo y suave, el que mejor se ajustaba a lo que vi en esos momentos: varias motos circulando plácidamente, dejándose llevar por aquel mundo ondulante y suave. Y yo en aquel extraño bus, sola, sin nadie a quien poder dirigirme en el idioma de mis pensamientos, ni el de mis sentires. Poderse comunicar no es hablar; poderse hacer entender no es poderse expresar. No se saca la esencia exacta ni se la puede ofrecer en bandeja de plata al otro. Es limitado. Y el ser humano, el cerebro y el corazón no tienen límites...

(Neighborhood #4 (Kettles), de Arcade Fire)

miércoles, 18 de mayo de 2011

Colores hechos de lágrimas


Sí, "qué bueno que vinihhhh-te", escribiste :). Pero qué bueno que me re-encontraras, pensé yo. Aunque fuera en un antro. Porque no era menos antro por tener tonos fucsia en lugar de rojos. En mi tarde y tu mañana; en tu madrugada y mi atardecer.

Amamos de tantos y tantos modos, mente maravillosa...; Amor. Tantas definiciones, tantas confusiones. Malentendidos, endiosamientos, platonismos, caprichos. Carne es carne; deseo es deseo. Si va juntito a lo otro qué bien, ¿no? pero si va sueltecito... umm. Pero tampoco está mal, nada mal, aunque sea para rellenar vacíos y ocupar huecos -más lógico al revés, pero... ¿por qué no del modo en que he preferido ordenarlo? Estuvo bien acordarme de ti como sucedió y te escribí. Ese grupo, esa canción llamada Yellow y esa otra en la que alguien quería arreglar al otro :). Por esa promesa que no fue... o espera, sí fue. Porque de cualquier modo tú fuiste una de mis ausencias, una de mis nostalgias. Por minutos, por melodías y visiones de laberintos y laberintos de piedras rojas enmarcadas en gris plomo y motitas pequeñísimas de aguanieve.

Casi lloré, pero no te preocupes, quedó en un sobrecogimiento y un pensar bonito, y no fue de tristeza ni pena ni nada de eso. Fue por saberte ahí, a 10000 km menos 1200 y asegurarme de que estabas bien, que convervabas tu mente preclara, tu sentido del humor, y percibir que, aunque en lugar de escribir un texto taaan largo (:P) hubieses puesto un simple icono... yo lo hubiera entendido.

No me marcan las pasiones. Me marcan las pasiones. No, no me equivoqué, lo escribí así porque quise. Más allá de una serie de movimientos pélvicos, engrosamientos, embestidas y explosiones. No se le encoge a uno el corazón al recordar esos momentos; pero sí al memorar ciertas frases, miradas, guiños o el simple roce de dos palmas. O verte rodeado de luz azulada, amarilla, en lugar de luz oscura y cálida.

Hay personas que llenan y otras que vacían. Literalmente. Hablando ahora de otras emociones, de esas más carnales, de las más físicas; dejando aparte las más platónicas y espirituales. Las que llenan en un aspecto y no vacían por el otro no logran nunca cuajar. Las que vacían consiguen llenar de ese modo primario. Y es así, y siempre ha sido así, hace mil años o hace diez minutos. Luego ese vacío físico que tanto llena por otra parte, da lugar a otro tipo de vacío, y pasado el primer entusiasmo, hay un día en el que falta algo. Algo es una palabra muy socorrida. El algo que se le busca luego a lo que tantos impactos físicos nos causa, pero que a la vez, si se las restamos sobre un papel o en nuestra cabeza, nos deja con sensación también de sí pero no. Somos caprichosos. Curiosamente, el cerebro recuerda más los vínculos cuando se ha dado el segundo caso. Parece que esas sensaciones son las que quedan ahí marcaditas... y el resto, humo o chimichurri, nada relevante. Triste.

Pasé más de un día completo suspendida en el aire; rodeada de gente pero sola, como suelo sentirme. Sonó dentro de mi cerebro esa canción hipnótica, banda sonora de algún encuentro sexual reciente. Coligada a un reservado de bar oscuro, a pelos largos y mucha calentura. Estremecimiento, delicadeza echada de menos. Tres orgasmos seguidos. Cierta pena y pocos recuerdos vívidos. Muchos emborronados. La pura contradicción enfundada en vaqueros ajustados, como me describiste en papel físico.

Me alegré de no olvidar del todo.



"I could sleep for a thousand years.
A thousand dreams that would awake me.
Different colors made of tears"