jueves, 23 de febrero de 2012

La rubia del bar


El pelo rubio. Los ojos claros, de color azul-grisáceo mezclado con la telita de unas visibles cataratas. Y una voz contundente. Fuera, empezando la primavera en una ciudad como Valencia, que se purifica año tras año en marzo; y se llena, y se ilumina, y enamora...

Su expresión no era triste, para nada. Hay mujeres mayores con tristeza en la cara, sin color en la ropa y con amargor en su alma. Ella no parecía de esas, sino más bien me recordaba a la misma Teresa a la que homenajeó Ovidi. Alguien que, en su tiempo -ese que termina también pasando-, fue guapa. Sin tinte en el pelo, sin tela en la mirada, imagino que con la misma voz, que puede que sea la cosa que menos cambia en las personas.

Estaba sentada sola, en un rincón, con una taza de café vacía y una servilleta sucia en su mano. Tenía un nombre bonito -que nos quedamos sin conocer-, y llevaba sesenta años viviendo en Beniferri -sí, donde la fachada en la Iglesia...- Sesenta años también acudiendo cada lunes al centro de la ciudad, y sesenta años comiendo caracoles en la calle Convento Jerusalén.

Las ciudades son gente, mucha gente. Como leí alguna mañana después, "millones de seres vivos viviendo juntos en soledad". Ella era una mujer mayor, rubia, con ojos claros sentada sola en un bar. Nada más simple que eso.

Pero empezó a hablar en voz alta. Y sola. Esperaba a su marido. Tardaba, y según dijo, había ido ella comiendo mientras. Y así durante sesenta años.

Mi ordenador pequeñín está muriendo, con muchas fotos, textos y enlaces. Adiós pues si se pierden. Dicen que el corazón no llora cuando los ojos no ven... ¿no dicen eso? :). Este texto no estaba en él, y pude rescatarlo para vosotros.

lunes, 13 de febrero de 2012

Oda a la dulzura

(Un trocito de belleza sobre una mano)

La vida de uno parece enmadejarse a veces, y al tirar del hilo y mirar desde muy cerca, se muestran ante nuestros ojos las decenas de hilillos-bebé que forman parte de él -de ella-, como los vellitos de los brazos, que aparecen y desaparecen del mundo según les dé la luz. Son como nuestras experiencias, tan importantes... mientras duran. Ahora nos morimos de llanto, luego nos morimos de risa. Y siempre es así, con independencia del mundo más allá de nuestra aura, de esos 45 cm aproximados de proxemia. Viéndose o no esas hebras, el hilo sigue ahí.

Cada vez noto, afirmo y me convenzo más de que partimos de la felicidad completa, y la vamos boicoteando, descoloriendo, poniendo fea, y lanzando a perder... porque nos da la gana.
Osho nos habla de cumbres y valles; inexistentes unas sin los otros, y nos invita a disfrutar de ambos estados. Pero nosotros estamos cumpliendo años -no somos una doctrina inmortal ni una utopía-, y soñamos con algo estable, pacífico y constante, como una colina de verde terciopelo. Pensamos que "si..." nos dejaríamos caer sin miedo al daño, al despeñe tantas veces repetido, al precipicio, y nunca nunca lo hacemos por estar esperando no se sabe bien qué. Pero podemos probar ahora a tumbarnos y soltarnos, ya que ese condicional no es real. Y seguramente nos sorprendamos al ver que llegamos suavemente al fondo, exactamente de la misma manera, sin el "si...". Porque una colina tiene algo en su nombre que evoca dulzura y tranquilidad, y existe si queremos que exista. Así de simple.

Nada nuevo bajo el sol... Anoche me preguntaron :"¿existe eso?" yo creo que sí; el campo mismo con todos sus matices, el monte con sus vistas y esa sensación al llegar arriba de "meta alcanzada", una costa de la Calma llenita de piedrecitas de la gratitud para buscar y regalar, la conducción sin prisa solo para oír música y sentir cosas... entre un obvio y largo etcétera. Todo eso YA existe. Azorín lo (d)escribió así de bonito: "Entre todas las alegrías, la absurda es la más alegre; es la alegría de los niños, de los labriegos y de los salvajes; es decir, de todos aquellos seres que están más cerca de la Naturaleza que nosotros"

Ben Bridwell repite en una canción que me encanta: "The world is such a wonderful place" y me duermo con una especie de nana pesimista pero con una melodía tan dulce que es imposible que no haga sentir bien. Un regalito si alguien ha leído este texto. Hoy prohíbo estar triste sin motivos serios :):

(Sweet, sweet, The Smashing Pumpkins)