miércoles, 30 de diciembre de 2009

Una elección


Termina un año más. Decir ese "más" no es quitarle valor,  y más sabiendo que cada minuto es un regalo. Puede que lo peor esté por llegar, como me dijo hace unos meses mi madre -muy animosa ella- , pero mientras, durante, también llegará lo mejor, estoy segura. Si no, menuda estafa pues;  yo, que confío en  Chaplin, no puedo no pensar eso. Debo pensar eso.

Una de las películas que creo que más gustan a casi todo el mundo es la aquí titulada Cadena Perpetua. El título me echó atrás en su estreno, lo recuerdo como si fuera ahora. Iba de cárceles, y con ese título buff, como que no, no me apetecía nada de nada verla.

Pero mi hermano mayor me la vendió muy bien: "és bonica". Bonico es el adjetivo más alto que se le puede dar a algo, el más valioso. Hay cosas buenas. Bonico es más que bueno. Aquí, cuando una persona es bonica no significa que sea un bellezón. Es más que eso, un conjunto de virtudes, de decir: "qué bien haberla conocido", "ahora que la conozco, forma ya parte de mi vida".

En una cárcel -real o imaginaria- uno puede amargarse, tiene todas las papeletas para ello. La "vida" que se nos muestra allí es tremenda -porque yo nunca he estado en una de verdad-. Se puede uno hundir, o pensar de la manera en que lo hacía Andy Dufresne:

"Sí, vale, eso es lo que hay, está allí y yo estoy aquí, todo se reduce a una simple elección: empeñarse en vivir o empeñarse en morir"

Toda la película es una lección de esperanza y superación. Os enlazo trozos del guión (espero que bien traducidos): Aquí.

Y un vídeo que resume cómo se puede ser una persona especial sin venir de otro planeta y solamente con pequeños detalles:



Por lo demás, Feliz Año Nuevo y, como digo siempre, salud sobre todo.

lunes, 28 de diciembre de 2009

La chica de la película


Creo que sé por qué me gustan tanto últimamente las comedias románticas -lo que no me gusta es esa denominación que le han puesto...-. En ellas no se dan giros imposibles que no suelen suceder en la vida real; es decir, los sentimientos de la gente no cambian de repente, y si ha habido un camino descendente, nunca nunca se vuelve a subir. No hay ranas besables, ni brujas que se vuelven buenas, ni perdonavidas que recapacitan y se llevan recompensa. La gente, simplemente, cuando ve que algo no funciona, hace borrón y cuenta nueva. Cambia. Las situaciones suceden,  un poco aceleradas (al fin y al cabo son ficción), pero siguiendo su curso natural.

Ayer tuve una conversación que más pareció un diálogo contra un espejo. Por momentos no podía creer que lo que escuchaba no hubiera sido dicho o pensado por mí antes. Fue tal la empatía que dejo aquí  -por si lo lee esa persona- una frase genial de una peli que me gustó bastante. Se trata de The Holiday, y la escena transcurre en un restaurante. Un viejo guionista de Hollywood le dice a Iris (la siempre adecuada Kate Winslet):

- "Te dejó; no es difícil llegar a esa conclusión. Iris, en las películas están las protagonistas y las amigas de la chica. Tú, te lo aseguro, eres una protagonista, pero no sé por qué actúas como la amiga de la chica".

jueves, 24 de diciembre de 2009

Una excusa...


Anteayer se rompió de un batacazo el calefactor del baño. Era un objeto relativamente "valioso", llamativo, de un tamaño considerable.

No me lo pensé dos veces y ni miré de arreglarlo. Creo que no me valía la pena. Fui y compré otro.

Hoy se "rompió" una pinza de tender. Algo tan poco valioso, tan poco llamativo, tan pequeño, ya véis, qué chorrada, pero yo nunca me puse a recomponer las pinzas cuando se rompían. Se encargaba de ello otra persona... Bien, hoy arreglé esa, y de paso, otras que andaban un poco "sorongas".

No creo que eche de menos ese calefactor, y sin embargo, creo que di otra oportunidad a esas pinzas, y me siento bien.

Basta de chorradas en mañanas de Nochebuena lluviosas. La Navidad no es para mí lo que era, lo que fue unos años. Pero no por ello vivo en otro planeta ajeno a ella. Esta anécdota basada en un dicho que me encanta sobre la razón, el cerebro y el corazón, era una excusa para felicitaros estos días:


Felices Fiestas

lunes, 21 de diciembre de 2009

La chica de la tienda de libros

 
Llegar antes a algunas ciudades es una gozada. No es como ir con tiempo a cualquier sitio dentro de mi pueblo y esperar a alguien mirando el móvil continuamente y acordándote de su madre... Si llegara a Dénia por Las Marinas y aparcara el coche por allí, me entretendría por las callejuelas de pescadores, observando esas fachadas estrechas e imposibles y escuchando el mar, y oliéndolo.

Pero llego por la zona de campo, como dije, y el barrio al que acudo es un barrio normal y corriente, sin apenas atractivos visuales, como no sea el Montgó, que se levanta imponente delante de la escuela. Me gusta mirarlo, cómo no, igual que me encanta ese trozo de mi trayecto de vuelta en el que aparece Segària a mi izquierda. Como es de noche ya, se ve una masa oscura, inmensa, y siempre me impresiona.

Bueno, que me desvío a la mínima... la cosa es que cerca de la escuela, a menos de cinco minutos andando, se encuentra la mayor librería de la zona. Allí uno puede encontrar cualquier libro, y no es un decir. Casi diría que a veces llego aposta con tiempo de sobra, solo para perderme un ratín viendo y manoseando libros. A los que no saben qué regalar, siempre les digo que un libro. Si el destinatario no es amante de la lectura puede ser un libro visual con fotos, paisajes, dibujos, pinturas. También hay libros sonoros, otros táctiles, e incluso con aromas. Siempre pienso que es el mejor regalo -materialmente hablando- que existe. Pero claro, es mi opinión.

Bien, la semana pasada aproveché ese ratín de ocio y paseo para aprovisionarme de unos cuantos libritos y librotes para regalar. La cola, pese a ser una hora temprana, era bastante larga, y aún habiendo dos mostradores distintos, el que yo elegí era el más concurrido.

Pese a que, como dije, tenía tiempo, una vez elegidos los libros ya se acercaba la hora en que debía estar en clase, así que empecé a mirarme el reloj. Al principio para saber la hora, más tarde, para ver si la chica que envolvía los libros se daba cuenta de que tenía algo de prisa. Me preguntó para quién era cada uno de ellos, con tal de adaptar el papel, y escuché ese acento argentino o uruguayo, que nunca distingo, y entonces observé la calma con la que hacía su trabajo.

En plan mariconsejos, una vez, dije a alguien que la felicidad era hacer un zumo de naranja e ir disfrutando cada uno de sus procesos: el corte de la fruta, el disfrute de ese primer aroma ácido al hacerlo, el movimiento de muñecas, el repaso de la estopa... Lo dije porque así lo había leído no sé dónde, pero en ese momento, en esa librería, solo fui capaz de pensar que una cosa era decir las cosas y otra hacerlas.

Ella eligió con toda la parsimonia cada papel, y envolvió el primero, al que colocó una señal como le había indicado para acordarme de a quién iba dirigido. No cogió ni siquiera el rotulador con prisa y garabateó la señal. Lo descapuchó y trazó con completa calma aquel número. No le importaba cuánta gente tuviera en la cola esperando, ni que yo mirara continuamente el reloj, ni que suspirara. Ella seguía con toda su delicadeza el proceso de envoltura de libros. Me fijé en el modo en que lo hacía, y cómo movía sus manos, y puede que por dentro estuviera a mil cosas, pero me dio la impresión de que tenía su mente puesta solamente allí, en ese papel, esas tijeras y ese celo, y que disfrutaba plenamente de lo que hacía.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Viajes

 
Ayer tarde, hablando de cine con un amigo, le comentaba que durante muchos años mi película favorita había sido El Regreso. Esos años me sentía especialmente atraída por la temática de la Guerra de Vietnam -creo que, o lo he dicho ya por aquí, o acabo de tener un Dejà Vu- . Pensándolo bien puede que me atrajeran todas las guerras, ahora que caigo, porque podría decirse que mi introducción en el cine "de adultos" había sido ver, a los quince o dieciséis años Johnny cogió su fusil. La dieron sobre la una de la madrugada. Todavía no era una lirona, y para nada necesitaba el dormir tal y como lo necesito ahora. La vi con uno de mis hermanos, trasnochador de toda la vida y quien me introdujo en varios mundos que forman parte de mi vida ahora: la música, la lengua inglesa y el cine en sí -ya que se tragaba todas las sesiones de Filmoteca TV y Cineclub, a poder ser en versión original, fuesen en el idioma que fuesen, ya que tiene el don de la poliglotía-.

Seguramente no hablamos mientras la vimos, porque no recuerdo absolutamente nada al respecto, ni un comentario, ni siquiera recuerdo haber respirado los ciento once minutos que duró. Solo que tenía un nudo todo el tiempo, que aquello era muy fuerte, y que necesitaba soltarlo como fuera, pero no en ese momento. Al día siguiente, sí que recuerdo que en clase de Literatura solo quería hablar de ella. No hablábamos de la I Guerra Mundial, no venía a cuento (¡si estábamos en clase de literatura!), pero era una clase que fomentaba la participación, con Nacho Cabezas a la cabeza, valga la redundancia, y necesitaba hablar de esa película, soltar ese nudo que me apretaba desde la noche anterior de manera tan fuerte.

Esa fue pues la primera película que me marcó, pero no tuvo nunca el estatus de "película favorita" que tuvo hasta hace nada la de Ashby... Me pregunto qué me gustó tanto de ella a los veinte años. Seguramente su comienzo sea, junto con el de Buscando a Nemo, uno de los que más me afecten emocionalmente, de los que creo que mejor ajustan los créditos iniciales con la música, de los más logrados que he visto hasta ahora -con lo que me queda por ver...-. Bruce Dern corriendo, sin parar de correr; al mismo tiempo, otros que antes corrían no lo podrán hacer más, y se juntan todos esos planos, con una canción que me encanta y que no he logrado averiguar nunca de quién es :(.

Hace unos años hablamos otra vez de ella un grupo de gente hasta entonces desconocida y yo misma. Tenía entonces treinta y cuatro años y, pese al recuerdo tan claro de ese comienzo que logró atraparme, y cómo no, de ese transcurso y su final -entre medias, Sympathy for the Devil y los estupendos Jon Voight y Jane Fonda, representantes del setentismo norteamericano del cine que yo conozco, que ya dije que no es mucho-, me pareció comprender por qué me gustaba tanto: me había mostrado a las claras que la vida da muchas vueltas, y  a veces lo que has esperado durante tanto tiempo puede acabar volviéndose en tu contra, e incluso llegar a aborrecerlo.

Ya digo, después de esa conversación de ayer en que salió ella, la palabra regreso quedó subliminalmente en mi runruneo el resto del día. Fue inevitable pues pensar en ese concepto y no recordar a Odiseo, su viaje... y su vuelta. Cada cambio de hábito y costumbre supone un viaje; las crisis mismas son una ocasión única para viajar, y no me refiero físicamente, sino mentalmente. También lo son los cambios de estación, las vacaciones, las ausencias - las nuestras y las de otros...- Cuando uno regresa de uno de esos viajes, puede haber superado el temor a esos monstruos, que, como dijo Kafávis, no se nos presentarán siempre que nuestro pensamiento esté en paz, ya que viven dentro de nosotros. Contra nosotros mismos debe llevarse a cabo la mayor empresa y lucha, y así, nuestras expectativas sobre Ítaca serán menos elevadas, y se nos mostrará ante nosotros, fácil, accesible...

Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca
debes rogar que el viaje sea largo,
lleno de peripecias, lleno de experiencias.

No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,
ni la cólera del airado Poseidón.
Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta
si tu pensamiento es elevado, si una exquisita
emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.

Los lestrigones y los cíclopes
y el feroz Poseidón no podrán encontrarte
si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,
si tu alma no los conjura ante ti.

Debes rogar que el viaje sea largo,
que sean muchos los días de verano;
que te vean arribar con gozo, alegremente,
a puertos que tú antes ignorabas.

Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,
y comprar unas bellas mercancías:
madreperlas, coral, ébano, y ámbar,
y perfumes placenteros de mil clases.

Acude a muchas ciudades de Egipto
para aprender, y aprender de quienes saben.
Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:
llegar allí, he aquí tu destino.

Mas no hagas con prisas tu camino;
mejor será que dure muchos años,
y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,
rico de cuanto habrás ganado en el camino.

No has de esperar que Ítaca te enriquezca:
Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.
Sin ellas, jamás habrías partido;
mas no tiene otra cosa que ofrecerte.

Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.
Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,
sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.

martes, 15 de diciembre de 2009

Caledfwlch


Recuerdo al perro con cabeza de hombre barbudo de Encuentros en la tercera fase. Durante años pensé que lo había soñado, pero me extrañaba, al tener esa imagen tan nítida. Comprobar que existía en realidad, aunque fuese de ficción, me tranquilizó, vaya que si me tranquilizó... Yo lo recordaba en forma de cromo, en un álbum que rellenaban mis hermanos mayores. Y confieso que me daba canguelo abrir el álbum por esa página. Era un álbum de cine, de esos en los que los cromos eran de cartón y se pegaban con Imedio, quedando el tocho todo hinchado e irregular.

También recuerdo por entero Excalibur. Me recuerdo enamorándome de la Materia de Bretaña- qué casualidades que justamente unos años después leyera un libro titulado así unas veinticinco veces seguidas-. Decía que me enamoré de todo eso, y seguramente a partir de esa película. Y lo mucho que me sorprendí cuando, por azar, completamente por azar, bajé de aquel bus de la National Express en Caerdydd, cuando yo no tenía que estar allí de ninguna manera. Qué nombres tan extraños... Cymru, Caerphilly... Allí estaban, en cada señal, camuflados entre la neblina, otorgando al conjunto todavía más reminiscencias celtas. Enamorándome todavía más.

Para mí hasta entonces habían existido Inglaterra, Escocia, Irlanda... pero apenas había advertido tímidamente ese pequeño país, del que desconocía casi todo. Y resulta ser que allí se habían gestado la mayoría de leyendas artúricas.

Dije antes que recordaba Excalibur. Sí, sobre todo la escena de La Dama del Lago. Eran personas, no dibujos, y pasaban cosas sobrenaturales. Era una mujer sumergiéndose en un lago, en un mundo de fantasía -como dice mi hijo cada vez que escucha la canción 20 de abril, qué cosas- . Creo que esa mujer, ese lago y todo lo que la rodeaba nunca se me van a borrar de la memoria.

A esas edades no sabes si aquello es realidad, todavía uno cree en lo sobrenatural, incluso en Dios. Uno se va haciendo mayor  y piensa que Camelot, Morgana, Merlín, Sir Lancelot o Ginebra han existido, en otro lugar y otro tiempo...

Tienen algo los galeses -también lo aprecié en los escoceses- que los hace entrañables. Están -como dijo una vez una chica jovencita en un programa de radio, haciéndome parar en seco lo que estaba haciendo- enamorados de su tierra. Ellos no tienen tiendas de souvenirs, ellos forman parte de una historia fantástica, y entras en cualquier tiendecita a comprar plata, o dragones, y, a medida que van contándote esas historias -con gusto  de contarlas, porque eso se nota-, van transformando sus rostros, y sus cejas pobladas se transforman en cejas puntiagudas, y llega un punto en que no sabes si es un tendero, un duende o un buen actor interpretando. Y allí te ves, rodeado de motivos celtas, escuchando música celta, con la nariz despejada por la bruma celta... y no terminas de creerte que hoy en día  sepamos a ciencia cierta que todo eso  no existió jamás, aunque tenga nombre y esté descrito pormenorizadamente. Aunque haya resistido siglos y siglos. Y claro, sientes que no estás en una simple tienda, como si en cualquier momento fuera a suceder algo "diferente".

Tengo una anécdota muy preciosa -como diría Heidi ;)-: conocí en el trabajo a un matrimonio galés. Me preguntaron dónde había aprendido a hablar inglés. Les conté, y al cabo de unas semanas recibí una postal:

Recuerdo a todas y cada una de las personas a las que conocí. Sus caras, sus nombres, sus voces, sus risas. Cuando terminábamos el turno de noche, solíamos reunirnos en el Staff-Room con una gran mug de té con leche. Ellos contaban leyendas, yo flipaba en colores.

Hay que viajar, viajar todo lo que se pueda. El domingo noche cómo disfrutamos una amiga y yo en el msn. Quedamos en irnos con más gente a Dublín, a beber cerveza negra mientras escuchamos grupos de folk noche tras noche, aunque salgamos a rastras y nuestros estómagos treintañeros nos pidan al día siguiente Alquén u Omeprazol. Luego mi amigo se reía cuando se lo contaba -porque claro, él también tiene que venir... -, y le dije: "vale, sí, no sé si lo haremos, pero ¿no estaría genial?".

Hay que ir a esos sitios, empaparse con sus leyendas, descalzarse antes de entrar en las Guest Houses. Hay que creerse que uno se está adentrando en las brumas de Avalon.

Y por cierto, ¿sabíais que en Gales hay una estación de tren llamada Llanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwyll-llantysiliogogogoch?

Dicen que es la que tiene el nombre más largo del mundo... :)

domingo, 13 de diciembre de 2009

Sencillez


 
No sé por dónde empezar este tocho, así que lo haré desde el principio, o al menos lo intentaré, aunque imagino que iré y vendré entre medias, como hago siempre.

Pensaba hace unas semanas sobre la motivación que expliqué en su día a la hora de escribir en un sitio "público". Como también he comentado por ahí, es una forma más de pasar a la posteridad, no ocupa espacio físico y uno mismo pasado un tiempo va viendo cómo evolucionó (si es que lo hizo alguna vez...).

Desde hace relativamente poco -comparando con el tiempo que llevo en esto de Internet- , visitando blogs  multitudinarios, pienso en otras cosas, aparte de la motivación o el gusto por comunicar, compartir o expresarse.

Leí hace unas semanas una interesantísima entrada (Aquí). Muy bien planteada, muy bien explicada, pero a mi parecer un poco ambigua. Al menos yo, leyéndola, no fui capaz de distinguir qué diferencia había muchas veces entre una columna y la otra. A veces entro en blogs que no sé si son leídos por su calidad o por su  "fama" (reconozco que el hecho de ver que a alguien lo leen cientos o miles de lectores en Feedburner  o en Reader me causa una curiosidad que termina atrayéndome a ese sitio... aunque eso no quiere decir que me termine gustando y siga leyéndolos, e igual imagino que sucederá a otros mil que entrarán y saldrán).

Hace un año o por ahí fue cuando empecé a escribir en castellano por aquí. Acostumbrada como estaba al escaso -por no decir nulo- feedback que se daba en mi blog "original", el hecho de comprobar que "me leían" me proporcionó un gran aliciente. Saberte leída por desconocidos -al ver que llegaban comentarios-  y por los cuatro gatos y un miau que conocías y te lo decían..., en definitiva, ver que provocaba el suficiente interés para que alguien que no me conocía se dejara caer por aquí a leer,  para mí supuso un paso bastante importante. Y me gustó.

A una escala infinitamente inferior, pero relacionada totalmente, me vi, al cabo de unos meses, guardando más entradas en borradores que en publicación. Se lo comenté a un amigo, y me dijo: "¿para quién escribes?". La verdad es que hasta ese momento para mí, en este refugio escondidito y no demasiado promocionado. A partir de esa época, ya dudé, y temí siempre no estar a la altura, cuando la altura misma es tan volátil y tan subjetiva, y depende de tantas circunstancias y de tantas cosas...

Un año después, uno se sorprende comparando fechas, como si la cabeza misma, sin decírselo nosotros, supiese que ya han pasado doce meses. Un año empieza cuando empieza algo, para mí es septiembre, para varios será enero, para otros será el día en que se volvió a nacer -por superar enfermedades, por sobrevivir a accidentes, por renacer después de un bajón y ser consciente en ese mismo momento, fijando esa fecha como sin querer-.

Es evidente que algunas cosas han cambiado por aquí. Al principio me entristeció, para qué engañaros, pero luego le vi el sentido positivo, porque pensé que en el momento en que una sola persona sintiera que entrar aquí de vez en cuando le había servido al menos para abstraerse y pasar un ratín agradable, a mí me seguía valiendo la pena -algo parecido a lo que nos inculcaron Dickens o Zweig y que debería ser el leitmotiv para todos los que estamos por aquí haciéndolo por gusto y no por negocio-.

Hay un blog o dos que digo que siempre me gustan, y no es cierto realmente. Sin embargo, en el conjunto de blogs que leo, son los que más me llegan. Puede que incluso en uno de ellos la autora desconozca cuánto me gustó leerla... porque nunca se lo dije. Hay blogs que empezaron gustándome y terminaron disgustándome, sin paso intermedio. No sé tampoco si me acerqué a ellos realmente porque me gustaran o porque me gustaban los comentarios que me dejaban. O si  lo hice porque me comentaban, sin más. Está todo tan condicionado a tantas cosas distintas... O fulanito nos cae bien, o es nuestro amigo, o le tenemos cariño infinito, y nos gusta saber qué cosas le gustan, con qué punto de vista las ve. Sobra decir que esto es bidireccional, dando la sensación a veces de que todo son "vueltas", "deudas" pendientes.

Algo tiene que ser realmente bueno para nosotros para aceptarlo incondicionalmente. A veces incluso leo algunos blogs sin meterme nunca en ellos, sin mostrarme, desde el silencio, y hay que ver cómo los disfruto, como el que asiste a una clase magistral individual de cualquier materia: historia, literatura, cine, filosofía de vida... Pienso que, si me meto (comento) en ese reducto tan íntimo y poco transitado, ya dejará de ser lo mismo para mí, y los conservo en mi lector de feed o en marcadores, como tesoritos que prefiero no compartir con nadie, no me los vayan a robar -tremenda memez, pero mi memez, al fin y al cabo-, aunque luego algunos sí los termine compartiendo.

De vez en cuando me  llevo alguna sorpresa tremendamente agradable, más todavía cuando no veo los botoncitos de compartir, o el dibujito con el número de lectores, o lo de vótame en tal sitio, menéame en tal otro... Imagino a esas personas escribiendo esos textos tan edificantes -no encontré otro adjetivo para lo que quería expresar-, contando con la única herramienta de sus escritos, sus dibujos, sus loquesea, sin guardar a veces las justificaciones de texto, sin haberse molestado -ni preocupado- en meterse en temas de diseño (algo que me tuvo a mí varios meses mareada y llegó a hacérseme monotema :$). Y entonces aterrizas mediante el chasquido de dedos típico, como si volvieras de un viaje interior, o incluso de un limbo lleno de tontería (mi caso), y recuerdas que escribes porque te gusta a ti. Y no tienes por qué guardar textos en borradores por si no gustan, por si te desnudas demasiado en ellos, por si esto, por si lo otro, ni dejar pasar  varios días entre una entrada y otra si es que de verdad te apetece escribir más.

En el momento en que dudamos ante algo que hemos escrito porque quisimos hacerlo, pienso en cuál es nuestro miedo, a quién tememos defraudar, si al fin y al cabo a quien no deberíamos hacerlo es a nosotros mismos.

Bienvenida la sencillez del primer día en que nace un blog.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Boz


Érase un niño que, de pequeño, paseando por los alrededores de una gran casa, soñaba con tenerla algún día. Cuando somos niños no hay nada que parezca demasiado lejano ni inalcanzable, nuestra vida marcha de cero a cien, y todo es una subida. Parece entonces que lo mejor está por llegar, sin saber que lo mejor es ese mientras.

Érase un niño con memoria fotográfica, que trató de empaparse de todo lo que le sucedió en sus primeros años, y -aunque puede que sea egoísta por nuestra parte pensar así- tuvo la inmensa suerte de pasar por varias etapas oscuras, de esas que amargan, pero a su vez fortalecen. A él, aparte de fortalecerle, le hicieron crear un mundo en su cabeza del que escribió y escribió y escribió...

"Yo no tenía ningún consejo, ningún apoyo, ningún estimulante, ninguna consolación, ninguna asistencia de ningún tipo, de nadie que me pudiera acordar. ¡Cuánto desearía ir al cielo!" 

Érase pues, que ese niño no se escolarizó hasta los nueve años. Mientras, su entorno le iba educando, pero con lo que veía en su día a día, y no con lo que se escribía en una pizarra. Mucha gente confunde educación con escolarización, y qué diferencia abismal hay, es enorme. Hasta hay animales corteses que nunca fueron educados -ni por supuesto escolarizados- , y gente educada completamente asalvajada. Y tampoco los salvajes dejan de estar educados. Sería como un gran círculo con dos grandes distinciones: se es persona o no se es, simplemente.

Érase que ese niño creció...

... y  formó una gran familia con diez hijos, y compró esa casa con la que soñaba, y alcanzó notoriedad. Gustó a unos y disgustó a otros, como tiene que ser. Nadie hace todo bien siempre. A nadie le puede gustar todo lo que escribe una persona todo el tiempo -a no ser que se tenga un editor particular que diga sobre qué se tiene que escribir... o a no ser que se escriba lo que se sabe que va a gustar a alguien en concreto y lo convierta en el mayor lector y por ende en el mayor admirador.

Érase que, ya estabilizado sentimentalmente, vio cómo su vida amorosa hacía aguas -hastío, aburrimiento, desamor al fin y al cabo- y volvió a buscar a su primer amor, cual pirata Roberts. Pero ay, que los primeros amores quedan en el recuerdo con el pensar que se tiene en esos años. Y los pensares cambian, y las caras cambian, y lo que entonces hace a la gente estremecerse puede resbalar unos años después... y ella ya no era la que él recordaba, y por supuesto ya no sintió al verla lo que había sentido en su época...

"Cada fracaso enseña al hombre algo que necesitaba aprender"

El niño, el hombre, el escritor, fue incinerado y reposa en la esquina de los poetas de la Abadía de Westminster. Su epitafio dice:

"Él fue un simpatizante del pobre, del miserable, y del oprimido; y con su muerte, el mundo ha perdido a uno de los más grandes escritores ingleses"

Sin embargo, yo me quedo con una de las enseñanzas que nos regaló y que nos ha sido recordada luego en otros muchos libros y películas:

"No fracasa en este mundo quien le haga a otro más llevadera su carga"

sábado, 5 de diciembre de 2009

Proceso







Esta entrada la escribí una tarde de agosto en mi cabeza. Viví el proceso a tiempo real desde las dunas de mi playa, y me sugirió varias cosas. Observar que algo surgía de la nada, se iba formando, cambiaba de aspecto alcanzando el cénit, empezaba a diluirse y terminaba por desaparecer me pareció muy simbólico.

Por supuesto, con lo que largo :P, iba un texto acompañando a cada fotografía, que he decidido borrar -de mi cabeza y de la entrada-.

Os invito, una vez más, a ver cómo todo en la vida es un proceso, e incluso tiene un sentido.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Maravilloso Tim Burton


Que el cine sea una de las mejores evasiones, se esté mal o se esté bien, no cabe ninguna duda. Algunos prefieren el ritual primigenio de los asientos blandos, la compañía de gente anónima y la inmensidad de la pantalla; otros eligen la soledad y la manta de la salita; un pequeño porcentaje -supongo- preferimos esto último, acompañado de los cortes que sean necesarios -quizás para asimilar las diferentes partes o simplemente por la dificultad que nos entraña prestar atención a una única cosa durante dos horas como mínimo-.

Hay algunos directores que merecerían la vida eterna, si así la quisieran, y, lo más importante, si esta existiera en realidad. Cada uno tendremos ese de cabecera que sabemos que haga lo que haga, seguramente nos gustará, que es valor seguro para nuestros gustos y del que esperamos no con ansia pero sí con cierta expectativa cada nueva obra.

A mí me gustan muchos. Me sorprendo siempre de la originalidad de Almodóvar, de la profunda reflexión de Medem, del buen hacer que puede resultar de la combinación de un adulto -con todos sus medios y libertades- y un niño de diez años, de esos que aún muestran esa mirada que se tiene de niño y más tarde se acaba perdiendo. Hablaría en este caso de Steven Spielberg, cómo no. Y qué decir del humor de Woody Allen o la exquisita sensibilidad de Jean-Jacques Annaud...

Pero hoy, a día de hoy, al que más me ilusiona ver, ese ante cuya obra terminada me siento con mi paquete de pipas Tijuana - ¿por qué quitarían las Mariachi de Mercadona?- y toneladas de ganas es a Tim Burton.

Puede que mi subconsciente me traicione, y en realidad me acerque a él por ese lado de color negro y pelo revuelto que tanto me recuerda a Robert Smith, o por esa maravilla de actor que es Johnny Depp -payaso, artista... nacido para que todos lo pudiéramos disfrutar.

Puede que me guste el ambiente gótico, pese a entusiasmarme físicamente más el Liberty y sus florecitas de colores... o que sea la música que le compone Danny Elfman -¿alguien ha podido olvidar cómo sonaba Eduardo Manostijeras?- o esa parte de idealismo que hay en esa historia sobre un hombre que trata de hacer que la vida sea como un cuento (consiguiéndolo sobre todo al final) llamada Big Fish...

No puedo enumerar una por una todas las razones por las que diría a alguien que se acercara al Universo Burton, esto se haría demasiado largo. Pero mira, quizás Alicia fue pensada a finales del siglo XIX  en esa Inglaterra de jardines y tazas de té para que más de cien años después, llegara un californiano a modelarla para los niños que, hace cien años se creía que serían como de gris plata y viajarían en naves espaciales, y resultaron ser como los niños de toda la vida, simplemente niños.



miércoles, 2 de diciembre de 2009

Sütterlin


Estando en clase el lunes por la tarde, preguntó el profesor el modo de transcribir la "s" sonora en alemán. Soy poco participativa cuando los grupos superan las diez-quince personas, pero esa "me la sabía" :P, así que respondí yo misma: "con doble s o Beta". Ups, ups, al escuchar esto, puso cara rara. Dijo "sí pero no, sí, pero no se trata de una B, eso sería griego". Bueno, yo, más roja que un tomate, me dije: "para una vez que abro la boca...", pero no, por las caras de mis compañeros, ese error lo cometíamos todos al referirnos a este símbolo:

Efectivamente, no se trata de una Beta, sino de la "esst-tset", y es la unión literal de una pronunciación que junta la s con la z, pero escritas con una caligrafía especial que ideó Ludwig Sütterlin, y que se llamó como su apellido. La popularizó en 1911, y pasó a ser obligatoria en todos las escuelas de enseñanza primaria alemanas a partir de 1930. De hecho, la franja de población que se escolarizó esos años, aprendieron a escribir de esa forma y es "su letra" :


Algunas de las cartas y textos pertenecientes a la historia reciente alemana se escribieron con esa caligrafía, lo que dificultaría su lectura para los que aprendieron a escribir ya con la caligrafía occidental que todos conocemos, sin contar con que la escritura manual cambia siempre los caracteres originales, sea uno de donde sea.

Me resultó muy curioso, y de hecho, lo desconocía absolutamente hasta anteayer, por eso me apeteció compartirlo.

Artículo en la Wikipedia.

martes, 1 de diciembre de 2009

Simpleza


Si no veo las fotos actuales y trato de no buscar un vídeo reciente, lo recuerdo plantado en el escenario, gesticulando con las manos, con sus gafas y su gran nariz, y balanceándose en un entorno de violines y humo -¿por qué usaban tanto ese efecto en los '80?- . De todo menos convencional. Alejado de cualquier otro grupo o solista que conocíamos. Triunfando pese, o gracias a, ser distinto.

Hace unos meses, y gracias a la bendita tecnología, en cosa de minutos pude tener en mis oídos de nuevo ese puñado de temas que no pedíamos al Dj de turno, pero que nos encantaba escuchar desde la salita de estar.

Destaco una canción, y aunque su melodía me gusta, lo hago por su letra. A mí que me gusta moverme por señales de humo, prefiero la sencillez en la forma de decir las cosas, la claridad, la transparencia. Porque lo otro... a veces no lo entiendo.

Y te vengo a buscar

Y te vengo a buscar, aunque sólo para verte o hablar
porque requiero tu presencia
para entender mejor mi esencia


Este sentimiento popular nace de mecánicas divinas
como un arranque místico y sensual me encadena a ti


Debería cambiar el objeto de mis deseos
sin conformarme con las alegrías cotidianas,
hacer como un ermitaño que renuncia a sí


Y te vengo a buscar, con la excusa de tener que hablar
porque me gusta lo que piensas y dices
porque en ti veo mis raíces


Este siglo ya se está acabando,
saturado de parásitos sin dignidad
Me empuja sólo a ser mejor, con más voluntad 


Emanciparme del sueño de las pasiones,
buscar el uno por encima del bien y del mal,
ser una imagen divina de esta realidad


Y te vengo a buscar
porque estoy bien contigo, porque requiero tu presencia. 

lunes, 30 de noviembre de 2009

Sinfonía para un buen hombre


Mi amigo siempre dice que partimos de direcciones contrarias; él piensa que las personas somos malas por naturaleza y la vida nos va endulzando. En cambio, yo creo que todos nacemos buenas personas y las cosas que nos rodean nos van endureciendo.

Gracias a las recomendaciones de Ana (Punto y al arte) y Cris, el pasado sábado vi La vida de los otros. Para leer una buena crítica de esta película os recomiendo pinchar el primero de los enlaces. Para disfrutar un rato de una historia profunda y suave, os recomiendo verla.

El actor principal, Ulrich Mühe, tiene una de esas miradas que hablan por sí solas, y disculpad la expresión tan socorrida, pero en este caso es así literalmente.

Entre una historia muy lograda y unas interpretaciones excelentes, Berlín se nos muestra en tonos verdes grisáceos -o grises enverdados, no sabría definirlo con exactitud-, una ciudad de skai y realite, triste al fin y al cabo. Los únicos momentos que nos devuelven a a la realidad de una vida corriente son unos niños jugando en la calle, el resto es siempre oscuro y decadente. La música nos acompaña acompasada, tranquilizadora, como diciéndonos: "eh, que esto ya está acabando..."

La mirada azul de Mühe hace atisbos de sonrisa en algunos momentos puntuales, para terminar sonriendo -que no riendo- de verdad en la última escena del film.

Sobra decir que si he escrito estas líneas es porque os la recomiendo ¿no? ;)

sábado, 28 de noviembre de 2009

Caballos


A Dianium, Daniyya o Diània se llega por el mar de los piratas y su castillo árabe, o bien por la zona campestre, mediterránea, colmada de naranjos.

Cuando entro, dando un rodeo para evitarme coches y entaponamientos, me encuentro una parcelita en la que hay varios caballos. Son de color crema, con la crin anaranjada. Delante mismo hay un Stop que la mayoría de veces es un ceda el paso porque poca gente va por ese atajo a esas horas. Pero yo siempre paro, y al girar y pasar por esa valla, no puedo evitar girar la cabeza, fascinada (el día menos pensado me estampo :$).

En verano, cuando el sol no pica demasiado, me llevo al niño a otra cuadrita pequeña que hay al otro lado de la carretera. Hay un manzano y un pequeño caballo blanco. A veces está, a veces no, eso es una lotería, pero es gracioso ver que nos responde como un perrillo cuando le hacemos fiestas.

Siempre me han llamado la atención esos animales. Me dan miedo, lo reconozco; en los Moros y Cristianos de mi pueblo me daban terror, y aún hoy no os creáis, esos ojos me desconciertan, esas patas, esa altura...; pero tienen algo que me resulta atrayente . Parece que no es algo que me suceda a mí solamente:

Al empezar Spirit, película que siempre recomendaré ver se tenga la edad que se tenga, la voz de Matt Damon nos dice...

"It's commonly said that America was built from a riding chair"
(se dice que América surgió de una silla de montar)

Jung consideraba al caballo como la expresión del lado mágico que hay en el hombre, y sugirió que los caballos representan uno de los arquetipos mitológicos más profundos de la humanidad:

"Desde la antigüedad el hombre ha sentido atracción por esta criatura enigmática de belleza magnética e increíble poder. Considerado por celtas, griegos, indoeuropeos, íberos, bereberes y asiáticos como compañero de los Dioses y mensajero entre nosotros y lo divino, el caballo personaliza la metáfora de sanar..."

En la mitología griega los centauros, mitad hombre y mitad caballo, eran un claro ejemplo de la parte instintiva del ser humano, representando la parte animal la tiranía incontrolada de los instintos. Por el contrario, el caballo blanco posee toda una simbología positiva y solar, y se convierte en cabalgadura de los dioses, constituyendo la representación del vigor, la virilidad y la juventud. También representa la alegría y la victoria (por eso aparece en los sepulcros de los mártires).

La mitología chamánica nos regala también estas líneas:

"El caballo galopa sobre la llanura desnuda. El labio de fuego del sol besa su pelambre. Plumas del viento acarician sus crines. El enérgico cuadrúpedo se detiene. Y bufa, cocea, libre, salvaje. Dentro de su anatomía caliente pululan sus símbolos. El caballo como manifestación del movimiento cíclico de la vida..."

Rafael Alberti le dedicó A galopar, Paco Ibáñez la musicó. Pero una tiene sus debilidades musicales, y aquí os dejo con estas dos maravillas:



Ainsss...

viernes, 27 de noviembre de 2009

Barbecho


Hace un ratín me vi en esa situación tan habitual -a la par que desquiciante- en la que tienes la taza de leche con Nesquik demasiado caliente y tienes que salir en pocos minutos pitando al cole y al curro. Hice el truqui ese tan socorrido de cambiar el líquido de taza varias veces hasta que pudo ser bebible sin machacarme la lengua y la garganta en el intento.

Y claro, como no podía ser menos, asocié que si tanto tocamiento lechil lograba enfriarla, de igual forma pasaba a veces con las personas. ¿Cómo? pues recordando la gracia que me hizo leer en su día que, después de la frase tan bonita que alguien había puesto de "el roce hace el cariño", otra persona quizás más quemada que la pipa de un indio, replicó: "... o una buena rozadura".

Ayer justamente pensaba en el sistema de barbecho en la agricultura, en el que no es que se abandone la tierra, sino que simplemente se deja estar un tiempo para que recupere humedad y nutrientes naturales. Cuando era más jovenzuela y tenía más acné en la cara que ahora, recuerdo que  me la limpiaba de continuo con jabones agresivos, a veces tres veces al día, en un intento de purificar la piel. El efecto que conseguía -eso lo supe después-, era el de rebote total, y a más agresividad y tocamientos, más empeoraba el asunto. También leí en su día que Cindy Crawford pasaba en ocasiones todo el fin de semana entero con el pelo pringado de aceite de oliva en una coleta, dejándolo sin lavar dos-tres días, para darle tiempo a segregar sus lípidos naturales, tan protectores ellos.

En el caso de las personas, soy firme partidaria del riego, aunque sea con cuentagotas. Ahora uno coge el móvil y en dos minutos da un toque en forma de sms, o entra al facebook y utiliza el sistema así llamado "dar un toque" (que por cierto, no sé realmente en qué consiste), o manda un mail, o...

El efecto del tiempo en que la tierra deja de ser tocada, descansa tranquilamente y es ella en su mismidad, parece ser que a la larga es totalmente beneficioso. Como todo en la naturaleza tiene una relación, a veces para pensar de otra manera deberíamos sentarnos y observarla. Lo de que sea sabia no es un simple dicho.

Me parece que casi todos podemos pensar en un ejemplo que nos haya pasado con alguien al que después de un tiempo sin tratar hemos mirado con otros ojos -y al contrario también, él a nosotros-. Dejar que los pensamientos se nutran de recuerdos, se reinstalen, se filtren...; observar si ha dejado poso en nosotros, si ese poso nos vale la pena, si lo dejamos como parte de un pasado y una etapa, o nos apetece volver a intentarlo.

martes, 24 de noviembre de 2009

Siete


Una tarde de este pasado verano, un recuadro pequeñito en El Jueves llamó poderosamente mi atención. La revista se iba de vuelta a Valencia, y no venía al caso recortar ese trocín. Cogí una libreta tamaño cuartilla de tapas duras y violetas que compré en el chino (hacía mil años que no compraba una libreta para mí), y apunté el artículo por entero:

"Según una encuesta realizada por el sociólogo Gerald Mollenhorst, perdemos a la mitad de los miembros de nuestra red social cada siete años. Pasado este tiempo, solo conservamos a un 30% de nuestros amigos, o bien de aquellos que nos echan una mano si los necesitamos. Del estudio también se deduce que hacemos amigos no según nuestros gustos, sino según las circunstancias, los lugares que frecuentamos y nuestra vida laboral".

Aquí explican cómo se llevó a cabo esa encuesta.

Hasta entonces, yo relacionaba el número 7 con ciclos vitales y potenciales crisis de pareja, además de la asociación que nos hicieron  los Pixies  (si el hombre es el 5 y el diablo el 6, entonces Dios es el 7...), y  que el Catolicismo -por poner el ejemplo que quizás más conozcamos- le proporcionara una enorme simbología (séptimo día, siete sacramentos, siete pecados capitales, siete arcángeles, siete sellos abiertos en el Apocalipsis antes de que se desate la ira de Dios...)

Bien, aunque no se trata de recordar fechas y maldecirlas o bendecirlas (antes de, después de...), tampoco uno puede evitar que algunos actos anuales nos hagan más conscientes de esos cambios que han ido sucediendo. Uno de esos actos, para mí, es el tema de las postales de Navidad. Desempolvé esa costumbre hará tres diciembres, coincidiendo con el cambio de vida que experimenté. No sé si fue como parte de esas promesas que nos autohacemos cuando decidimos empezar de nuevo, pero quise tener ilusión de ir a comprar postales alemanas, con sus tonos tierra y sus brillos plateados y dorados, y dedicar un ratín, sentada en la mesa, a personalizar palabras, tratando de lograr una letra legible (ejem) dentro de las posibilidades -una es demasiado rápida a veces escribiendo, y así sale-. De la misma manera, elegí la postal según me resultara más adecuada dependiendo de a quién fuera dirigida.

Pronto se acerca la fecha, no es cosa de esperar hasta avanzado el mes de diciembre. Y lo que son las cosas, justamente hoy, pensando en eso, llegué a casa al mediodía y enchufé la tele. No recordaba que estaba sintonizada en el canal  FDF, y le dí al botoncito, yéndome a la cocina a mis cosas.

Entonces sonó la canción que tanto me gustó escuchar durante tantos años. Me gustó de siempre su melodía, me gustaron prácticamente todas sus versiones (aunque me decanto por la de Raimundo Amador). La escribió Emilio Aragón. Y dice así:
"¿Quién podía imaginar
que volvería de este viaje?
Será porque echaba de menos
tanto tiempo sin hablarte..."


A veces, las coincidencias llegan a asustarme...

sábado, 21 de noviembre de 2009

Sudar recuerdos

(Dibujo de Ágreda)

"El otro día, saludando a un amigo, por momentos me sentía Isabel Tenaille... ¿recuerdas ese programa? Buff, me encantaba, qué nervios cogíamos, cómo se le salía el corazón por la boca a Miguel de la Quadra-Salcedo, con aquel cronómetro allí abajo a la derecha (yo lo recordaba a la izquierda, ejem), el tiempo agotándose vertiginosamente, y él tirándose casi al vacío antes de que el helicóptero terminara de aterrizar..."

"Yo hacía ese juego para los de clase; y escondía un tesorito en el Paseo, donde los columpios, y les daba papeles con pistas a todos, con textos encriptados por y para mentalidades de diez u once años. No recuerdo, quizás fuera una cajita de cerillas costumizada con algún monigote pintado encima, algún Snoopy -me salía bien-, o algo inventado... y dentro, puede que dentro metiera un chicle Niña, de esos que llevaban un cromo para el álbum de vestiditos, o un juguetito de esos de peseta"

"Y aquel club, con aquellos carnets a los que dibujaba las caras de las amiguitas. Y en el patio de casa de mis padres con el martillo dale que te pego a los cantos de las latas de refresco, agujereándolas para hacer bolsitos personalizados, como regalo de bienvenida, ni que fuera un Rotary".

"Quería tener el juego de "Los Sabios", quería ser como esos niños que iban a concursar allí. Pero los de los pueblos nunca salían en la tele entonces, todos eran de Madrid o Barcelona mismo; no sé si la tele no financiaba los desplazamientos, o si es tal vez que yo recuerdo eso, que todos eran o de un sitio o del otro. Bah, qué más dará, la cosa es que no fuí, y me quedé sin el juego, que no sé bien si era para los que ganaban, o el premio de consolación; ¿quién dijo que el dos fuera peor que el uno, o el uno mejor que el dos?"

"Sí, "Si lo sé no vengo" era una pasada. Adrenalina en estado puro, pero ahí ya mirábamos cómo concursaban los demás, los "mayores". Y ¿qué me dices de "El tiempo es oro"?, eso ya eran palabras mayores. Cuánto sabía esa gente, qué lejos estaban..."
  
"Y digo yo... tú cuando sudas, debes sudar recuerdos ¿no?"

lunes, 16 de noviembre de 2009

El puzzle más grande del mundo


A veces uno está estudiando, o haciendo como que estudia, y ve ante él una montaña infranqueable que lleva años ya intentando alcanzar y no hay forma, no hay forma, no hay forma...

Pero todo en esta vida creo yo que puede enfocarse de otra manera, y podemos darle un giro de calcetín a lo más dificultoso a lo que nos enfrentamos cada día para que nos resulte, al menos, más suave de llevar. Tratar de verle el atractivo a aquello que ves/haces a diario y que simplemente es, cuando en realidad te gustaría que fuera mejor - o, al menos aceptable- y ver que no, que no... pues llega a consumir, a desmotivar.

Por suerte para mí, ahora empiezo a no tirar la toalla. Sé cuáles son mis limitaciones y que nunca conseguiré hacerlo bien, lo que se dice bien; sé que en todo caso me quedaré en la mediocridad, ni chicha ni limoná, que dicen por los sures, pero cada vez lo tengo más asumido y me afecta menos. Creo que una de las motivaciones que he tenido para pensar así es, por ejemplo, encontrar de repente, mientras ojeas un libro de estudio, una historia que no sabes por qué  pero te atrapa y fascina.

Como no sé cómo funciona el mundo del periodismo por dentro, aunque mi amiga Elena siempre dice que soy periodista frustrada -por lo de largar, más que por lo de contar, pienso yo, je-, no sé cómo enfocar el asunto de contar algo que ya está contado. Lo intentaré, al menos, tratando de que quede lo menos parecido a un cuento posible, que es lo que me temo, conociéndome:

Como sabéis todos, y más por las fechas en las que estamos, el otoño de 1989, cayendo el muro de Berlín, cayó a su vez un estado entero, lo que antes llamábamos República Democrática Alemana, la parte oscura de ese país tan grande e interesante; el negativo -podría decirse así- , de ese otro positivo que era la República Federal.

Obviamente, aquello fue un caos absoluto, y nos podemos imaginar cómo sería vivir esos meses en que se mezclaban dos mundos unidos físicamente y separados psíquicamente. Me parece a mí que solamente compartían lengua (y bien cabrona que es), y, y, y... pues cierto pasado y una lejana cultura -esplendorosa cultura, podría decirse-, de grandes pensadores, músicos, escritores...

Así estando las cosas, sucedió lo siguiente:

La Stasi ( Staatssicherheit, policía secreta de la RDA), intentó deshacerse lo antes posible de los informes secretos sobre multitud de sus habitantes; primero con trituradoras, y cuando éstas ya no daban más de sí con los papeles originales, lo hicieron a mano. Las multitudinarias manifestaciones ciudadanas pararon el proceso de destrucción masiva de los datos acumulados a lo largo de 40 años.

Años más tarde, se desclasificaron dichos documentos, y toda persona presumiblemente afectada, observada y fichada por la Stasi, pasaba a tener todo el derecho a consultar sus papeles si así era su deseo.

Hasta octubre de 2000, 1.700.000 personas habían solicitado ver sus fichas, que, claro, estaban esparcidas en 600.000.000 de pequeños trozos, ilegibles. Se calcula que en total habrían 45.000.000 de documentos hechos trizas.

Hasta 2007, fecha de la que se tienen las últimas noticias, solamente 320 sacos pudieron volver en sí.

Pero siempre hay alguien que piensa más que los demás, y un empleado del Instituto Fraunhofer, junto con una empresa filial de la Lufthansa, ingeniaron un sistema de escaneo y reconstrucción. El programa informático se fija en el color del papel, la letra, los sellos, y sobre todo, en el canto de papel donde quedan las marcas del corte -como un puzzle, talmente. Se estima que los diez ordenadores que trabajan a destajo en esta causa, tardarán al menos cinco años en concluir todo el proceso.

¿Creéis vosotros que, una vez conseguido esto, no es posible conseguir cualquier cosa, siempre que dependa de nosotros mismos?

domingo, 15 de noviembre de 2009

Cicatrices

(The Reader)

Acabé a las once y media ya pasadas de verla. No sé si lloré por ella o por otras cosas, pero estoy casi segura de que ella me ayudó a poder llorar por otras cosas.

El drama alemán sigue estando demasiado latente: "no hables nunca con un alemán sobre eso", "trata de no sacar el tema", "es demasiado delicado", "duele en demasía"...

De la película me quedo con una frase, dicha por el profesor. Cómo escucha el profesor, qué difícil poder poner esa cara al escuchar...

"Lo que sentimos no es importante, no tiene ninguna importancia, porque la única cuestión es lo que hacemos. Si las personas como usted no aprenden de lo que nos pasó a las personas como yo, ¿qué puñetero sentido tiene nada?"

De lo otro, de lo que pienso que me hizo llorar, me quedo con un diálogo. Solamente tiene una dirección, casi sería mejor llamarle monólogo:

"Eso se acabó, ¿verdad?"
" ... "

Él la mira, pensando quizás en los sentimientos de hace más de veinte años, pensando que ella fue la mujer, que no habrá otra que pueda ocupar su lugar en la vida, ni aunque viviera dos, tres vidas. Pero que, aún queriendo, no es, ya no lo es.

Y entonces pienso que a veces es tarde, que demasiadas veces es tarde; que qué difícil es el vivir mientras, así como lo sacan en los metrajes de dos horas aproximadamente, en que de un plano a otro ya han transcurrido cinco, diez, quince años, como si nada.

Pero sí he llegado a una conclusión sobre las personas viendo esta película: a veces, en algunas circunstancias, lo mejor es poner tierra de por medio. Solo así puede uno llegar a valorar algo que en ocasiones piensa que tal vez le sobra o le es prescindible... o tal vez sea uno mismo el que sobre o sea prescindible a otros.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Fe


Y claro, después de una paranoia surgida entre risas de jueves noche -ay, los jueves, otro día digno merecedor de una entrada...- , viene ahora el por qué de esa inspiración tan escatológica, como la ha definido mi profe universitario prefe a primera hora de la mañana cuando le he consultado: "¿qué hago?, ¿la quito?", con cara de no haber roto nunca un plato (y eso que no me veía, jeje). La cosa es que sólamente recuerdo haber roto dos a lo sumo en mi vida, y son ya años fregando a mano, conste.

Vino todo por la búsqueda de ranas, y por evocarme ella esos paisajes que tantas y tantas veces he rememorado aquí y allá: los que nos muestran los Estados Unidos de tirantes, pantalones de tergal dos dedos por encima del tobillo y vallas de veranos secos como el que me da los buenos días cada vez que enchufo el ordenador. La época de la Coca-Cola bebida a morro allí y nuestro horterismo, ridiculismo y atraso aquí por causas ajenas a la voluntad de muchos. Vivir para ver, pero así fue, y así se tiene que contar.

Y el color amarillo, ese color amarillo que tengo tan visualizado en mi cabeza y me veo incapaz de describir, ya que tiende a amarronarse, a volverse cálido, a dar la impresión de que al tocarlo se vuelve acogedor, como cuando pasas del destemple al agua caliente en la ducha, o cuando te sientas en una silla de la que alguien acaba de levantarse.

Hay varias de esas películas, y no soy tan cinéfila -aunque últimamente me estoy aficionando gracias a haber conocido a personas que sí lo son-, pero me vienen a la cabeza "El río de la vida", por ejemplo, y una de mis preferidas: "El inolvidable Simon Birch".

El personaje, como principales valores, tiene, aparte de una gran autoestima y superior sentido del humor, una enorme fe, un convencimiento no sé si alcanzado mediante intuición, sexto sentido o religiosidad, de que está en la Tierra para algo.

¿Cuántas veces habéis pensado en ello? ¿Quién, en días de esos bajos, no piensa en por qué está aquí? ¿Quién, teniendo cualidad humana de raciocinio, de sentimiento, de conciencia del ser, no se ha parado a pensar a qué venía todo esto?

Simon lo tenía claro, y pienso que pocos serán capaces de no emocionarse viendo esa película, francamente. No sé si es en el fondo una cualidad envidiable esa, la de la fe. En todo caso, hace a la gente más feliz, ¿no?

No se vive sin la fe. La fe es el conocimiento del significado de la vida humana. La fe es la fuerza de la vida. Si el hombre vive es porque cree en algo
(Leon Tolstoi)

Quien pierde su fe no puede perder más
(Publio Siro)

jueves, 12 de noviembre de 2009

"Suicidios" naturales


Cuando estuve en un piso de estudiantes, recuerdo que una de mis compis me sorprendió -no digo ni grata ni negativamente, simplemente me sorprendió-, con su peculiar manera de hacer de vientre. La tía se colocaba acuclillada encima del WC, así, desafiando al destino, a la gravedad, a todo, ya que, vete tú a saber si en ese momento te baja un poco la tensión, te mareas y allá que vas tú por el suelo, de morros contra las baldosas. Y todo por querer acelerar un proceso que debería bajar suave, natural y finamente sin tanta puesta en escena (y nunca mejor dicho).

Luego, como fiel seguidora a la hora de comer de la etapa de La Botica de la Abuela presentada por Txumari Alfaro -uno que había vivido en todas partes y a mí como que no me cuadraba su edad con tanto mundo; digo yo que uno de sus trucos sería el del elixir de la eterna juventud, porque si no... pues no me cuadraba, insisto-, lo ví enseñarnos otro truco para el alivio del estreñimiento, consistente en levantar ambos brazos al alto el máximo posible durante el momento C.

Até el consejo de mi compañera Laura con los brazos al alto que aconsejó Txumari, y vi un ejercicio más propio de una Pinito del Oro que de alguién con dificultad cagueril, francamente.

Luego, en la historia, se han cometido todo tipo de atrocidades, como aquella barbaridad que le hicieron a una chiquilla de nueve años tratándole de sacar al diablo por la vagina, vaciándola por dentro a palo seco, y lo que es peor, con la madre asintiendo :( (La gente está zumbada, que diría Espejo ;))

Bueno, todo esto viene por una conversación surgida esta tarde con un amigo. Quedé en que, cuando llegara a casa y pudiera investigar, le daría todos los datos referidos a un remedio risible y a saber si eficaz- que eso nunca se sabe hasta que no se prueba-, para quitar el alcoholismo en las personas. Como justamente este verano conseguí el libro de La Botica al precio de un euro en un rastro (no todo son cosas raras, también hay recetas :$), ahí rescaté esta joyita del anonimato.

Se trata del remedio de Fray Anselmo, que parece datar de 1680:

"Introducir cuatro ranas vivas en un recipiente junto a la bebida preferida de la persona a tratar: vino, cerveza, ginebra, etc. Dejar macerar durante 24 horas. Pasado este tiempo, introducir de nuevo la bebida en su botella, retirando las ranas (aquí me meto yo para decir que supongo que las ranas se retiran ya en modo cadáver).
Según este antiquísimo remedio, que ya nadie utiliza (sic), la persona que beba el brebaje macerado no notará ningún sabor especial; sin embargo, terminará aborreciendo la bebida en el término de un mes, aproximadamente"

Bueno, lo prometido es deuda, y aquí queda por escrito que de todo hay en la viña del Señor, que suele decirse.

martes, 10 de noviembre de 2009

Dos


Dos que, pese a conocerse, no se conocen tanto. Dos que, pese a tener poco motivo y nula lógica para estar en el mismo lugar, coinciden allí. Dos que entran a cenar al primer sitio que ven, después de cervecear un rato entre risas y música de fondo. Dos que se intercambian cucharadas de postre, o postres enteros. Dos que deciden tomar la última en el primer sitio ruidoso que pillan. Dos que cierran el garito, pero el destino o llamémosle X,  juega con la luz exterior -a su favor- y sigue siendo de noche, porque así es mejor. Dos que deciden dar un rodeo riendo sin parar, y parándose a terminar de contar aquello que se están contando. Dos que se encienden un cigarro, aunque uno ya apenas fume -o no fume ya para nada-. Dos que se paran unos instantes y advierten el frío que hace, exhalando vapor por sus bocas y llevándose las manos a los bolsillos. Parados y hablándose, en mitad de la noche.

Hay miradas que lo dicen todo. Hay miradas que hacen que un pato feo se sienta menos feo, y uno no se imagina su rostro como el que ve a diario en el espejo del baño cuando se levanta de la cama, o cuando tiene días malos... si es mirado así. En ese instante, uno ve lo mejor de su rostro. Su cuerpo e imperfecciones poco cuentan, y sus ojos son vistos como únicos, pese a ser del color de la mayoría de ojos que conoce, o sea nada del otro mundo. Y uno sonríe ante el otro, que lo mira, y es consciente de que en ese momento su sonrisa es cautivadora, seductora, atractiva.

Dos que no deberían estar allí, insisto. Con sus parejas respectivas -si es que las tienen- con sus empleos tan dispares y lejanos. Con sus edades tan distintas.

Dos, que, diez años antes, nunca hubieran imaginado conocerse y estar allí en ese momento. Dos que no quieren admitir -ni siquiera para sí- que se gustan de cierta manera, que se quieren de cierta forma. Que cualquier excusa es buena para verse, que cualquier excusa sirve para descararse ante sus más allegados, para así sentirse bien, pese a ni ellos mismos saber qué les está pasando.

Dos, que llegado el momento de despedirse, no saben cómo hacerlo, y tienen presente que ese momento está ahí, existe, pero sólo durará un ratín. Y uno no sabe qué hacer, el otro no sabe si arriesgarse. Mientras, el frío aumenta, el tiempo pasa; no saben cuándo será la próxima, ni si estarán solos como ahora.

Dos que quieren probar al otro, rozando aunque sea los labios, y no osan hacerlo para no fastidiarlo, quizás temiendo el rechazo, y quizás ambos esperándolo.

Quién sabe...

lunes, 9 de noviembre de 2009

Intuición


Hablando hace ya muchas tardes con  ^*  ç&%$@ de números hechos y vistos como colores y extrañas conexiones cerebrales que causaban facultades fabulosas, como saborear formas u olfatear sonidos, salió -otra vez- el tema de la intuición.

Me reconozco firme defensora -si es que es algo "defendible"- de ese  "don" (y lo llamo "don" porque lo presupongo positivo y hay personas que lo tienen más desarrollado que otras)

Dos de los filósofos "de cabecera" - y puede que de los que más se nos quedaron sus enseñanzas después de los años de Instituto-  nos lo explicaron de forma clara. Uno fue  Kant:

"En su sentido ordinario o vulgar, esta palabra se refiere a un conocimiento oscuro, generalmente referido a los acontecimientos futuros; sin embargo en filosofía utilizamos esta noción para referirnos a una relación cognoscitiva privilegiada: frente al conocimiento de una cosa que no tiene a su base una experiencia inmediata de ella (por ejemplo el conocimiento puramente conceptual), la intuición es el modo de conocimiento en el cual el objeto conocido se encuentra presente, "en persona", ante el sujeto que lo conoce". 
(Kant admite la intuición empírica o sensible (sensación) pero no la intuición intelectual)

El otro,  Descartes:

"... los dos actos de nuestra inteligencia o razón gracias a los cuales podemos llegar al conocimiento cierto son dos, la intuición y la deducción. La intuición no es el testimonio de los sentidos ni el juicio engañoso de la imaginación sino la concepción que nace o tiene su origen en las “solas luces de la razón”. Es más segura que la deducción y no deja lugar a dudas de aquello que comprendemos"

Yo sigo empeñada en conceder valor a ese sentido, que no puede ser medido, ni pesado, y en muchas ocasiones contrastado (sobre todo si no hay colaboración y se nos "oculta" información), pero es obvio que ahí está, sin embargo. Por ello, no dejo de alegrarme por lo que nos hace llegar Punset a través de entrevistas (aquí), y también en su blog:

"... ahora la ciencia nos ha descubierto que cuando no se dispone de toda la información necesaria para resolver un problema es bueno fiarse de la intuición como una fuente de conocimiento tan válida como la razón (...) Este es un mundo muy distinto del que yo había descubierto de pequeño: entonces la intuición no se podía tomar en serio, sólo era válida la razón, y nadie sabía lo que nos pasaba por dentro." 

Bien, en aquella conversación salió el ejemplo tan claro que tenemos en los animales  (esas historias que  hemos oído sobre algunos de ellos capaces de predecir terremotos, etc), y  por primera vez apareció la palabra instinto. Parece ser que el proceso mediante el cual algunos animales son capaces de anticiparse a hechos viene dado por su propia biología:


" ... se define como una pauta hereditaria de comportamiento (...). Concepciones sostenidas tanto desde la Biología como desde las ciencias sociales (Antropología, Psicología, Sociología), han procurado demostrar que el ser humano carece de estas pautas complejas, aunque sí trae consigo otros tipos de mecanismos más simples como el reflejo. El psiquismo humano surgiría entonces como una forma adaptativa que procura suplir las falencias biológicas incorporando un determinismo que no tiene relación directa con lo biológico, sino que es psíquico, aunque se apoya en aquél".

Bien, algo queda claro, me parece a mí. No se trataría pues de dar crédito o creernos todas las películas que nos montamos en la cabeza, ni de dejar que la imaginación hable por sí misma sin base alguna, pero ¿qué sucede cuando algo simplemente "se sabe", o "se nota"? O, lo que es "peor", ¿y cuando finalmente aquello que "sospechábamos" o "imaginábamos" resulta ser cierto?

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Señales


 Cuando conduzco por carreteras escondidas es normal encontrarme con reclamos con globos de colores amarrados a un margen, indicando un cumpleaños en alguna casa esparcida por el término. Da igual que sea en mi pueblo que en los andurriales de las ciudades. Allí están esos globos, señalando cercanos griteríos de niños, velas sopladas y trozos de papel de regalo roto esparcidos por el suelo.

A veces, me encuentro ramos de flores en curvas malditas, o cruces plateadas, o señales de mordisco donde alguien tuvo un accidente.

Cuando entro en la capital, leo mensajes de amor escritos con letras enormes en las inmediaciones de las vías del tren, con grandes corazones y flechas cruzándolos.

Antes, cuando era menos ingenua, me gustaba esparcir señales, guiños, por donde fuera que escribiera, por donde fuera que pasara. No me paraba a comprobar que la persona o personas destinatarias se dieran por enteradas. Lo dejaba al azar, confiando en que si alguien lo leía, se pudiera sonreír con aquel detalle insignificante. Si no reía, si no se daba cuenta, era porque realmente entre nosotros no había nada. Porque cuando hay algo, no es necesario más;  se ve, se intuye, se lee entre líneas. Se sabe.

No la llegué a conocer nunca en persona; de hecho, desconozco cuál era su nombre. Sí la intuía amable, risueña. El trozo de mundo donde nos cruzamos la hacía distraerse de sus problemas, que no eran pocos.

Hay ausencias que se notan. Y así, después de intercambiar algunos correos cortos y llenos de buenos augurios, ella desapareció.

No fuí la única que se dio cuenta, a decir verdad nunca podré saber cuántos fuimos los que nos dimos cuenta. Yo, por si acaso, poniéndome en su lugar y pensando en qué me haría ilusión a mí, le dejé miguitas para cuando regresara.

Fueron pasando los meses y ella no regresaba. Tampoco me respondió las últimas veces, claro.

Ayer "la vi" de nuevo paseando entre el resto de gente. El corazón me dio un vuelco, y ya pensé que al final las cosas siempre salen bien cuando uno es joven y tiene ganas.

No me respondió, pero no me importó en absoluto. Un regreso después de un tiempo tan prolongado tiene que tomarse su tiempo, y habituarse de nuevo poco a poco, reacostumbrarse a la rutina.

Hoy recibí una carta: no era ella quien paseaba, era su hija. Mediante una intermediaria, me hizo llegar un mensaje.

Ella nunca pudo leer aquellos mensajes, ni tampoco responderlos. Aquello no salió bien.

Me quedo con su pensamiento, que -como bien me comentó un día-, se parecía mucho al mío:

"Cada día cuenta; si hoy no es bueno, mañana puede ser el mejor"

martes, 3 de noviembre de 2009

Ironman


 
"....El hijo le preguntó a su padre, 'Papá, participarías en el maratón conmigo?'

El padre respondió, 'si' . Fueron al maratón y lo completaron juntos.

Padre e hijo fueron juntos a otros maratones. El padre siempre decía 'si' a las solicitudes de su hijo de participar juntos en las carreras.

Un día, el hijo le preguntó a su padre, ' Papá, vamos a participar juntos en el 'Ironman'?

El padre le dijo "sí, también."

El triatlón Ironman abarca 2,4 millas (3,86 kilómetros) nadando en los océanos, seguidas por unas 112 millas (180,2 kilómetros) en bicicleta, y terminando con unas 26,2 millas (42,195 kilómetros) de maratón a lo largo de la costa de Big Island: