Y claro, después de una paranoia surgida entre risas de jueves noche -ay, los jueves, otro día digno merecedor de una entrada...- , viene ahora el por qué de esa inspiración tan escatológica, como la ha definido mi profe universitario prefe a primera hora de la mañana cuando le he consultado: "¿qué hago?, ¿la quito?", con cara de no haber roto nunca un plato (y eso que no me veía, jeje). La cosa es que sólamente recuerdo haber roto dos a lo sumo en mi vida, y son ya años fregando a mano, conste.
Vino todo por la búsqueda de ranas, y por evocarme ella esos paisajes que tantas y tantas veces he rememorado aquí y allá: los que nos muestran los Estados Unidos de tirantes, pantalones de tergal dos dedos por encima del tobillo y vallas de veranos secos como el que me da los buenos días cada vez que enchufo el ordenador. La época de la Coca-Cola bebida a morro allí y nuestro horterismo, ridiculismo y atraso aquí por causas ajenas a la voluntad de muchos. Vivir para ver, pero así fue, y así se tiene que contar.
Y el color amarillo, ese color amarillo que tengo tan visualizado en mi cabeza y me veo incapaz de describir, ya que tiende a amarronarse, a volverse cálido, a dar la impresión de que al tocarlo se vuelve acogedor, como cuando pasas del destemple al agua caliente en la ducha, o cuando te sientas en una silla de la que alguien acaba de levantarse.
Hay varias de esas películas, y no soy tan cinéfila -aunque últimamente me estoy aficionando gracias a haber conocido a personas que sí lo son-, pero me vienen a la cabeza "El río de la vida", por ejemplo, y una de mis preferidas: "El inolvidable Simon Birch".
El personaje, como principales valores, tiene, aparte de una gran autoestima y superior sentido del humor, una enorme fe, un convencimiento no sé si alcanzado mediante intuición, sexto sentido o religiosidad, de que está en la Tierra para algo.
¿Cuántas veces habéis pensado en ello? ¿Quién, en días de esos bajos, no piensa en por qué está aquí? ¿Quién, teniendo cualidad humana de raciocinio, de sentimiento, de conciencia del ser, no se ha parado a pensar a qué venía todo esto?
Simon lo tenía claro, y pienso que pocos serán capaces de no emocionarse viendo esa película, francamente. No sé si es en el fondo una cualidad envidiable esa, la de la fe. En todo caso, hace a la gente más feliz, ¿no?
No se vive sin la fe. La fe es el conocimiento del significado de la vida humana. La fe es la fuerza de la vida. Si el hombre vive es porque cree en algo
(Leon Tolstoi)
Quien pierde su fe no puede perder más
(Publio Siro)
Me fui, Majo, pero algo me hizo hoy mirar mi blog y ahí estaba tu mensaje... Y quizá sea porque Fe es una palabras a la que invoco mucho últimamente... O porque desde hace días quiero volver a escribir pero no sé muy bien como hacerlo...
ResponderEliminarEl caso es que parece que no me he ido; que creo, creo y creo porque la fe convierte mi esperanza en algo más que agua entre los dedos; y que me ha alegrado mucho leerte.
Un abrazo.
Bueno, ¡¡benditas casualidades!!
ResponderEliminarAlguien te dice que se alegra de haberte leído...
¿Puede haber mejor modo internáutico de empezar un día?
Besazos.