A veces uno está estudiando, o haciendo como que estudia, y ve ante él una montaña infranqueable que lleva años ya intentando alcanzar y no hay forma, no hay forma, no hay forma...
Pero todo en esta vida creo yo que puede enfocarse de otra manera, y podemos darle un giro de calcetín a lo más dificultoso a lo que nos enfrentamos cada día para que nos resulte, al menos, más suave de llevar. Tratar de verle el atractivo a aquello que ves/haces a diario y que simplemente es, cuando en realidad te gustaría que fuera mejor - o, al menos aceptable- y ver que no, que no... pues llega a consumir, a desmotivar.
Por suerte para mí, ahora empiezo a no tirar la toalla. Sé cuáles son mis limitaciones y que nunca conseguiré hacerlo bien, lo que se dice bien; sé que en todo caso me quedaré en la mediocridad, ni chicha ni limoná, que dicen por los sures, pero cada vez lo tengo más asumido y me afecta menos. Creo que una de las motivaciones que he tenido para pensar así es, por ejemplo, encontrar de repente, mientras ojeas un libro de estudio, una historia que no sabes por qué pero te atrapa y fascina.
Como no sé cómo funciona el mundo del periodismo por dentro, aunque mi amiga Elena siempre dice que soy periodista frustrada -por lo de largar, más que por lo de contar, pienso yo, je-, no sé cómo enfocar el asunto de contar algo que ya está contado. Lo intentaré, al menos, tratando de que quede lo menos parecido a un cuento posible, que es lo que me temo, conociéndome:
Como sabéis todos, y más por las fechas en las que estamos, el otoño de 1989, cayendo el muro de Berlín, cayó a su vez un estado entero, lo que antes llamábamos República Democrática Alemana, la parte oscura de ese país tan grande e interesante; el negativo -podría decirse así- , de ese otro positivo que era la República Federal.
Obviamente, aquello fue un caos absoluto, y nos podemos imaginar cómo sería vivir esos meses en que se mezclaban dos mundos unidos físicamente y separados psíquicamente. Me parece a mí que solamente compartían lengua (y bien cabrona que es), y, y, y... pues cierto pasado y una lejana cultura -esplendorosa cultura, podría decirse-, de grandes pensadores, músicos, escritores...
Así estando las cosas, sucedió lo siguiente:
La Stasi ( Staatssicherheit, policía secreta de la RDA), intentó deshacerse lo antes posible de los informes secretos sobre multitud de sus habitantes; primero con trituradoras, y cuando éstas ya no daban más de sí con los papeles originales, lo hicieron a mano. Las multitudinarias manifestaciones ciudadanas pararon el proceso de destrucción masiva de los datos acumulados a lo largo de 40 años.
Años más tarde, se desclasificaron dichos documentos, y toda persona presumiblemente afectada, observada y fichada por la Stasi, pasaba a tener todo el derecho a consultar sus papeles si así era su deseo.
Hasta octubre de 2000, 1.700.000 personas habían solicitado ver sus fichas, que, claro, estaban esparcidas en 600.000.000 de pequeños trozos, ilegibles. Se calcula que en total habrían 45.000.000 de documentos hechos trizas.
Hasta 2007, fecha de la que se tienen las últimas noticias, solamente 320 sacos pudieron volver en sí.
Pero siempre hay alguien que piensa más que los demás, y un empleado del Instituto Fraunhofer, junto con una empresa filial de la Lufthansa, ingeniaron un sistema de escaneo y reconstrucción. El programa informático se fija en el color del papel, la letra, los sellos, y sobre todo, en el canto de papel donde quedan las marcas del corte -como un puzzle, talmente. Se estima que los diez ordenadores que trabajan a destajo en esta causa, tardarán al menos cinco años en concluir todo el proceso.
¿Creéis vosotros que, una vez conseguido esto, no es posible conseguir cualquier cosa, siempre que dependa de nosotros mismos?
Al leer el titular y sin saber de qué iba la entrada, me entró la inspiración e iba a comentar que el puzzle más grande es la vida. Ahora veo que muchas vidas juntas también pueden ser un puzzle fascinante...
ResponderEliminarSi te fijas, yo casi siempre hablo de una cosa, que es la que se lee a primera vista, y de otra u otras, que se pueden sobreentender; y sí, si ves la foto, y lees las últimas líneas, no has ido nada desencaminado.
ResponderEliminarB7s
Claro que lo creo.
ResponderEliminarPor favor, tienes que ver La vida de los otros.
Besos!
Sí, he leído - y muy bueno- algo de esa película.
ResponderEliminarGracias por darme el toque, en cuanto llegue a casa la pongo en cola de descarga ;)
Besos