lunes, 10 de enero de 2011

Tres rosas y un recuerdo


Me entristecí hace poco al pensar por qué te había olvidado tan pronto. Fue cuando recibí tu postal, la que ironías -o no- de la vida, tenía un ángel dibujado. He tratado de recuperarte en mi memoria con imágenes y no he tenido más remedio que recurrir a las -antiguas ya- fotografías. No puedo ser tan fría, no me lo explico, y tampoco la vida tiene por qué ser tan injusta con ciertos recuerdos. ¿No quedamos en que olvidábamos lo malo? entonces, ¿qué me pasó a mí contigo? ¿por qué me vienen estos años a la memoria y solo recuerdo muchas horas de reclusión en casa esperando llamar, esperando que me llamaras?. Las personas con las que nos mezclamos vinieron a nosotros por algo, y era frustrante que hasta las risas se fueran diluyendo de manera tan tan precipitada. No le encontraba el sentido a tu paso por mi vida.

Pero ayer, casualidades de la vida, volví a recordarte. Serían las cinco y pico de la tarde. Y fue por una rosa. Puede parecer contradictorio que te dedique un texto, pero ahora verás -veréis- por qué. Y lo reconfortada que me he sentido esta mañana pensando en el bien que me hiciste, que me servirá a partir de ahora para no caer en mi tendencia a subestimarme, tú que conseguiste que una "piltrafilla" pasara a ser la mismísima princesa Buttercup.

Lo que vino después confío en superarlo en un futuro próximo, e incluso sonreír al recordarlo... ; lo que vino antes fueron todas las explicaciones que me hiciste cuando hablábamos de literatura norteamericana y Whitman nos incitaba a coger las rosas mientras pudiéramos, a que aprovecháramos el momento ya que puede que después fuese demasiado tarde y estuvieran ya muertas; o la rosa de Shakespeare, a la que daba igual el nombre que pusiéramos, porque ¿dejaba acaso de oler bien por ello?. Me hiciste apreciar así el valor de las personas visto con otros ojos, y me sentí incluso bonita en las pocas ocasiones en las que me miraste, pero que fueron todas ellas. Luego, cómo no -y por eso me acordé de ti-, vino la rosa del Principito, la que tenías en tu firma y que valía tanto por el tiempo que le habíamos dedicado, tratándola siempre con delicadeza.

En ese segundo en que el amigo Pere me señaló las figuritas del aviador que adornaban su tele, me vino a la cabeza ese libro en edición bilingüe que compré por duplicado y te regalé en Morrazo, y de ahí a ser consciente de tu función en mi vida no necesité ni un pestañeo: el valor que me habías dado como persona para incluso yo verme con otros ojos y no dejar nunca que lo que pensaran los demás consiguiera hundirme. Tú veías sonrisa y ojos bonitos donde yo solamente veía acné y delgadez. Y aceptaste la estrechez de mis hombros y la longitud de mis piernas como si fueran lo más valioso. Tú, que podías tener a la chica que quisieras, me elegiste a mí, viste más allá de una barrera de carne y huesos, lo que nadie hasta la fecha había logrado ver. Y me sentía en paz en mis bajones cuando me reconfortabas con tus palabras a más de mil kilómetros de distancia. Puede que acabara de llorar, pero entonces me miraba al espejo y te daba la razón porque qué menos podía hacer por mí misma y en deferencia a tu paciencia.

Hay pocos como tú, que, como escribió en forma de frase-mantra Sáint-Exupéry, consigan  ver con los ojos del corazón, porque lo esencial es invisible a los ojos.  Hay pocos, pero me quedo con que sí existen, como exististe tú, por ahí esparcidos, y esperando que nos encontremos. Una vez más, vuelvo a devolverte las gracias. Así todo tiene ya sentido.

2 comentarios:

  1. ¿Y es que tú no le aportaste algo?. El altruismo absoluto no existe (al menos eso creo yo)y si el te levantaba cuanto tú te venías abajo, aunque fuese solo eso (cosa que no me creo) también tú le ayudabas a él a sentirse útil en este mundo en esos momentos.
    En fin, son mis neuras y es muy posible que yo esté proyectando una historia parecida que me he tenido que trabajar arduamente para ponernos ambas partes con los pies en el suelo y mirarnos a los ojos sin inclinación de cuello por ninguna de las dos partes, siendo consciente de nuestras miserias y de nuestras virtudes tanto ayer como hoy.
    Besos.

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  2. Por supuesto que le aporté :) Pero mi tristeza fue olvidar de manera tan rápida tantos años, como si los hubiera dormido, una sensación muy rara :S. Ay... sobre lo de proyectar, precisamente ayer estuve leyendo. Ya saldrá algo, ya. Al final terminaremos todos locos perdidos :)

    Besazos

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