martes, 22 de febrero de 2011

La ceremonia del té en la casita de los domingos

(Foto de Rafael Bracho)

No había demasiada parsimonia, solo que hay gente que gusta de poner nombres complicados a las cosas y actos que no lo son en absoluto. Gente normal, vamos.
 
Tampoco era nada del otro mundo. Solo un tiempo bonito en una casa pequeña, estrecha toda ella, pero a la que uno no tardaba en acostumbrarse. Pintada de un blanco muy muy blanco y con las cortinas, rejas, marcos de ventana y todo eso de un azul muy muy eléctrico. Médem seguía estando presente en sus vidas, aunque la vivienda permaneciese fijada al suelo y los únicos que se movieran fueran ellos.

Nada de japonesas de rostro blanco ni genuflexiones empalagosas y servilistas. Nada de sumisos, que a esos "no se les ama... simplemente se les quiere", como cantaron Golpes Bajos. La luz, eso sí, siempre era tenue, dibujando rallitas en el suelo de madera de haya, o de material parecido a la madera con un color parecido a la haya, vete tú a saber.

Y poco más, solo se echaban, y  pasaban las horas escuchando música, contándose cosas -que no hablando-, bebiendo... y usando todos los gerundios del mundo.

Ninguna otra época era tan feliz como la de cuando el día empezaba a estirarse. El optimismo daba codazos a los malos rollos y ella estaba pletórica, luminosa. Solía sentarse dejando a su izquierda la puerta de la terraza de la cortina azul, y escribía cosas durante horas.

La otra persona... solo observaba. Y le gustaba lo que veía. Nada duraba siempre, ni siquiera la sensación y el recuerdo de esos momentos. Pero esa sensación y esos momentos siempre terminaban volviendo. Y, a su modo, eran felices.

PD: esto se pudo "materializar" cuando encontré la casa, que vino tras el texto, y no después. La idea lleva al hecho, pero nunca el hecho lleva a la idea, sobre todo si sabemos cuál es esa idea.

4 comentarios:

  1. (Ayer dejé aquí un comentario pero se ve que la red no lo atrapó.) Me gusta mucho la melancolía que destila el texto y las sensaciones dormidas que despierta. Como bien sugieres, las ideas son unas insumisas.
    Un beso.

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  2. Hola, Daniel! :)

    Es que cuando recuerdo el futuro me pongo muy así, llena de sensaciones; y las noto pese a estar todavía por venir, y a veces incluso lloro, ya ves :$

    Besos de una de tus admiradoras namberuán ;)

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  3. Me encantan tus puntos suspensivos...

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  4. Suelo usarlos a diario, pero últimamente creo que daña menos usar los puntos finales... (:))

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