sábado, 24 de septiembre de 2011

Como si tuviera delante de mí solamente el cielo


Hacía mil años que mis viernes contenían noches normales. Pese a no madrugar el sábado, me desacostumbré a pensar en esa noche, que fue la más especial para mí durante mucho mucho tiempo; un trozo de vida que nos robábamos y arrancábamos unos a otros y compartía siempre, sin demasiadas aglomeraciones. Barras tranquilas, conversación, tranquilidad para siquiera ver la noche pasar con amigos.

Empezó a lloviznar anoche, y un hada madrina venida para mí transfigurada en amiga me propició una cena improvisada en su porche, viendo llover y disfrutando de la brisilla de septiembre. Hablando de las personas, del mundo...

Se paró la conversación a tres bandas por unos segundos. Observamos el cielo, que bajo la farola de la calle dejaba ver los finitos hilos de lluvia caer. Y quedamos un rato en silencio, quiero creer que disfrutando.

Regresando ya bastante tarde para lo que yo acostumbro, la carretera estaba totalmente vacía. Solamente yo. Yo y los caminos, carreteras y montañas como sombras de monstruos a mi izquierda. Había enchufado el mp4 al azar totalmente, y con un poco de sueño ya, dejé salir las canciones, sin darme cuenta por momentos de qué estaba sonando, más dormida que despierta. Con completa inercia.

Empecé entonces a escuchar grillos y no estaba en el campo; la noche se me mostró pura y limpia, fluyendo por los altavoces del coche. Desconocía cómo habría entrado allí. Pero me encantaba. Sola yo y sola en el mundo. El encanto cambió un ratín a tristeza. Leí una vez que la música era el eco de un mundo invisible. Ese que habita dentro de nosotros, particular, complejo. Islas al fin y al cabo. Me percibí sola en el mundo, prácticamente apreciando solamente a ratos esos momentos regalados por otros. El Universo entero estuvo en pausa el rato que tardé en llegar a casa. Chispitas rápidas cayendo en el parabrisas, el frescor en el lado izquierdo de mi cuerpo. Una canción hipnótica. Totalmente hipnótica y evocadora, sin haberla escuchado más que dos, tres veces -que yo recordara-. ¿En qué pensó la persona que la sacó de su cabeza y la plasmó en sonidos?

Era esta:

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