domingo, 21 de octubre de 2012

Un pequeño regreso




Ayer tarde regresé a Petracos. Los oídos taponados, escuchando al aire fresco después de la tormentaza, respirando silencio después del guirigai de los sitios con gente -casi todos los sitios-. Recordaba escalones, verjas y pinturas, pero no esa cueva. Me tumbé mirando el techo, negro de humo de hace muuuchos años... y me sentí como en casa.

Es que terminamos regresando allí donde estamos a gusto, se tarde lo que se tarde en bajar de las montañas rusas en las que nos montamos. La sorpresa es que te reciban con los brazos abiertos. La no sorpresa es que las montañas siempre siempre son preciosas.

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