Por una de esas casualidades que tanto asustan a veces, he conocido a un chico, y hoy he sabido que él y yo tomamos una foto de la Luna exactamente desde la misma distancia, con el mismo encuadre y el mismo día... pero con tres años de diferencia.
Fue el día de San José y seguramente sea normal la coincidencia de factores fotiles y de plenilunios llegando la primavera; no llevo la cuenta de sus fases desde que me desmontaron la relación entre ella suspendida en su fondo negro negrísimo, tan lejana y tan divina... y nosotros los humanos -o humanoides-, tan lejitos y con nuestros pies arraigados por ese tremendo imán a un lugar tan enigmático -mucho más que cualquier otro, desde luego- llamado Tierra.
Fue el día de San José y seguramente sea normal la coincidencia de factores fotiles y de plenilunios llegando la primavera; no llevo la cuenta de sus fases desde que me desmontaron la relación entre ella suspendida en su fondo negro negrísimo, tan lejana y tan divina... y nosotros los humanos -o humanoides-, tan lejitos y con nuestros pies arraigados por ese tremendo imán a un lugar tan enigmático -mucho más que cualquier otro, desde luego- llamado Tierra.
Bailó la luna esa noche, y yo me sentí tristísima, con ganas de amor, de un abrazo fuerte y sentido. Y la realidad me dejó sin nada. Me sentí vacía.
También baila estos días, y hace de las suyas. Marea al personal, y como una gomita elástica el mareo regresa a mí estampándose en mi pecho. Y duele mucho. Duele sobre todo notarlo tanto. Saber las cosas.
Creo que hasta ahora rechacé los abrazos por temor a romperme, como las cosas delicadas y simples. Carezco de adornos que puedan servirme de amortiguación, y tampoco tengo varias caras que puedan destrozarse en vez de la verdadera y me resguarden.
Un millón de buenas vibraciones, cariños infinitos que noto y agradezco. Pero ni un solo abrazo físico y nada de amor. Son días tristes.
Un millón de buenas vibraciones, cariños infinitos que noto y agradezco. Pero ni un solo abrazo físico y nada de amor. Son días tristes.
Para mí, la luna es enigmática y tiene una actracción muy profunda.
ResponderEliminarMe escurro entre las tramitaciones de atestados e informes, y te leo. Paso de comerme el cap sobre si es "procedente" o no, y te mando un abrazo por vía electrónica, pero deja que se sienta en carne y hueso, pegolina.
ResponderEliminarQuiero pensar que estas casualidades ya existían antes. Siempre. Pero hoy día hemos llegado al tiempo de saberlas. Da vértigo a veces, la verdad.
Besos transibéricos! :-)