A lo largo del camino, apenas nada. De la poca nada, casi siempre la misma imagen: una valla blanca a la derecha, el sol por el oeste... y un gato en la cesta de la bicicleta.
Armarios verdes claros decapados en la cocina, poca cosa dentro. O mejor, poca cosa tampoco: té verde, rooibos, azúcar y miel.
Las noches más secas que de costumbre, tumbados boca arriba, iluminándonos y contando estrellas. Haciéndose de día escuchando música en modo aleatorio.
El futuro llegando y el presente consumiéndose. Viviendo los días optimistas, muriendo los tristes. El ánimo como un columpio, subiendo rápido, bajando rápido, manteniéndose estable apenas instantes. Y de nuevo a colocar el pie en el suelo para tomar nuevo impulso y remontar. Arriba, abajo...
Jabón casero, matojos de romero, las sábanas al sol, limpias y de tan viejas... casi transparentes. Verano.
Gente feliz, gente quizás que disimula serlo. ¿Consuelo o verdad?
Cine coreano de náufragos en la luna, novelas largas de gente que anda buscándose sin saber que anda para encontrarse. Existencialismo, vidas, drama. Esta vez de otros.
Olas esponjosas y refrescantes. Mosquitos zumbado, acrobateando, libres. Grillos subiendo de volumen al caer la tarde. Al morir la tarde.
Estiro las piernas, lloro y no me gusto. Me masturbo y estallo. Pero preferiría que me lo hicieras tú.
Gente feliz, gente quizás que disimula serlo. ¿Consuelo o verdad?
Cine coreano de náufragos en la luna, novelas largas de gente que anda buscándose sin saber que anda para encontrarse. Existencialismo, vidas, drama. Esta vez de otros.
Olas esponjosas y refrescantes. Mosquitos zumbado, acrobateando, libres. Grillos subiendo de volumen al caer la tarde. Al morir la tarde.
Estiro las piernas, lloro y no me gusto. Me masturbo y estallo. Pero preferiría que me lo hicieras tú.
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