domingo, 18 de octubre de 2009

Un detalle

(El futuro no está escrito)

Después de un giro inesperado hace un par de semanas que cambió la fecha de una feria que teníamos programada -y en la que no podía dejar de estar-, y viendo que coincidía exactamente con un viaje programado mucho antes por un grupo de gente que frecuento de una u otra manera, me encontré a mí misma buscándome estos días.

Me sentí con ganas y al mismo tiempo con temor, con ilusión de improvisar y al mismo tiempo con pena por no creerme capaz ni siquiera a última hora, aún pudiendo; mirando de refilón billetes de tren como quien no quiere la cosa -pero queriéndola-, y sintiendo - por qué no decirlo- mariposillas en el estómago de pensar en la posibilidad de atreverme y de encarar mis miedos y subir para arriba simplemente a disfrutar y reír. Y, sobre todo, a afrontar las cosas como han venido, sin más.

El miedo es paralizante, la incertidumbre desconcertante, la inseguridad determinante, y una sigue siendo una niña de diez años en muchos aspectos de su vida, para bien y para mal.

En ratos laborales, entre medias de emails y pequeñas y patateras traducciones (alemán, escucha:¡algún día me haré contigo!), el dedo se me iba a webs de transporte, fantaseando en cómo haría para avisar a los organizadores, en si se podría hacer un hueco en la comida, en, en...

Bueno, los cobardes somos asíN, que diría aquel. El proceso de encarar algo a unas personas nos cuesta más que a otras, y mientras vamos postergando actos nos evitamos situaciones que prevemos chocantes o dolorosas.

Finalmente, como es de imaginar leyendo las líneas anteriores, no fui.

Bien, el día de ayer tuvo sus buenos momentos, disfrutando de un ratín con un hermano al que veo de uvas a peras, e improvisando una cenita con amigas de toda la vida, con todas las risas que eso supone.

Cuando llegué a casa eché una ojeada al pc, que siempre anda en marcha. Tenía un mail. No altero la intimidad que supone si cito una sola de sus líneas:

"Me hubiera encantado verte; también he echado de menos a x, y, z, ...; sí, parece mentira pero os he echado de menos"

No aprecio más a esta persona después de esta noche de lo que la apreciaba ayer. Las palabras, sobre todo las escritas, que son las que permanecen -precisamente por quedar plasmadas físicamente-, deberían borrarse después de leídas, olvidarse después de oídas. Y no otorgarles más valor, no darles más importancia. Dejar de ser valiosas una vez escuchadas las del día siguiente, y así, ir dejando que las más actuales sean las importantes, y vayan solapándose unas a otras.

No sé si a partir de ahora iré borrando pasado poco tiempo lo que recibo, lo que envío. No sé si borraré ese correo en unas horas o unos días. Desde luego no me deleitaré leyéndolo, aún siendo importante para mí. Me quedaré, eso sí, con el detalle de que en un día con tanta gente, en que lo importante era la gente que estaba -y no la que faltaba- , para alguien "estuve" de alguna manera, pese a no estar allí físicamente. Y quizás tendría cansancio, embotamiento por la excitación -estas reuniones excitan mucho, hay mucha alegría en ellas- , pero aún así, me regaló un minuto de su tiempo para decírmelo.
"Toda palabra dicha o escrita es lenguaje muerto"
(Robert Louis Stevenson)

2 comentarios:

  1. Bueno, es un bonito detalle.

    Interesante reflexión. Yo soy de los que leen y releen determinados mensajes en el móvil o correos electrónicos, según quien los envíe, claro.

    Espero que al menos todo lo que escribes aquí NO lo borres, lo que me lleva a pensar en la "fragilidad" de la unión que tenemos los lectores de blogs con los blogs que leemos.

    Besos

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  2. Es muy interesante que hayas dejado caer eso de no borrar lo que se lleva escrito. No creas que a veces se me ha pasado por la cabeza pasar a borradores algunas entradas demasiado "heavys" y quedarme con las más positivas, como en un intento de "arreglar" o "embellecer" el blog.

    En todo caso, lo de conservar todo tiene la "utilidad"(para mí, claro) de ver cómo voy evolucionando. Y si ahora me pusiera a leer atentamente cada palabra que he escrito hace más tiempo, seguramente en muchas no estaría de acuerdo a día de hoy (cosa que debe pasarnos a todos, imagino)

    Si lo que cuenta siempre es lo último, queda todo dicho, y así de paso enlazo con esa frase que me gusta tanto: "Al final todo sale bien; y si no está bien, es que no es el final".

    Sólo espero que cuando llegue mi "final" en el mundo cibernético -la tecnología a veces es muy caprichosa, así como el tipo de trabajo y las horas que podemos emplear en ella-, haya mejorado como persona, que es lo que llevo toda mi vida proponiéndome.

    Gracias por venir.

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