sábado, 6 de agosto de 2011

Un corazón de oro

Sí, lo vi, lo conocí, y llegó a rozarme. Pero sucede que mi piel reacciona mal con según qué oros. Amarillea el blanco, que necesita rodiarse continuamente, con el consiguiente desgaste que ello supone... y estropea el amarillo... pues no sé, ennegreciéndolo, maleándolo. No sé pues si la culpable es la calidad de mi piel o la del oro, que nunca se sabe. Que la nobleza también tiene flaquezas, y por muy metal noble que sea un corazón, a veces no es compatible con otro... por vete tú a saber qué razones.

Casualidades que justo hace un año y pocos días me vi en la misma. Ayer mi amiga me comentó que tendíamos a repetir las historias, nuestras historias. No es demasiado normal que la persona que está a tu lado -del modo que sea- sea tan ajena y fría a tus alegrías, a tus tristezas, a tus fechas importantes, a visitas médicas que pueden marcar un antes y un después. Es esclarecedor notar en el otro de forma tan rotunda ese no querer, ese no sentir. Y una de las cosas más tristes y feas que te pueden pasar en la vida. Me pasó hace un año, me ha pasado este, y solo espero, como dijo Thoreau, que el amor no correspondido hacia mí no me impida seguir amando yo, ya que la vida me dio el don de ser capaz de hacerlo. Debería ser feliz solo por al menos haberlo intentado y haberlo sentido.

Este textín que viene lo escribí el 30 de diciembre de 2010. Han pasado muchos meses y el miedo que he mantenido hasta hoy mismo me impidió lanzarlo al aire, a la luz, a la nube. Pero los miedos nos mortifican, y hay que pasar por encima de ellos. Así nos liberamos al menos un poquito:

"Aún teniéndote a mi lado me desvelé, como tantas veces. Solo que esa vez el desvelo se vio dulcificado al notar tu presencia a mi lado. Tú dormías profundamente. No te diste cuenta de cómo te miraba. Sabía que esa duda tuya era un no respecto a mí, pero no te pude coger manía ni una sola vez. Me inspirabas ternura. Un corazón enorme en un cuerpo grandote. Un cerebro sensible e inteligente bajo mechones de pelo largo, liso y rubio. Parecías un niño. Achuchable, consolable. Alguien a quien cuidar.


- "Yo vine a este mundo para ayudarte"
- "Estás loca"


Lo supe a los poquísimos días de conocerte.


- "¿Y tú? ¿Qué has hecho durante todos estos años?
- "¿yo? te estaba esperando"

5 comentarios:

  1. Hay coincidencias perfectas y otras retorcidas por el universo.
    Un abrazote!

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  2. Preciosa la frase. Voy a copiarla Ana.

    Besitos

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  3. Hey, Lía! qué bonitos días de reencuentros... aunque sean virtuales ;). Pero es como una sensación de calidez, comodidad, ¿cierto? sé que siempre estáis ahí, y eso me da mucha mucha paz.

    Sí, dos coincidencias. Parecidas, pero finalmente no iguales, porque no es lo mismo que acabe algo que te hace feliz que algo que te hace sufrir. En todo caso, es triste pero liberador a la vez. Muchos besitos!

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  4. Enhorabuena por atreverte... :)
    Yo tengo una colección de textos en el escritorio de blogger que creo que superan a los publicados... Algún día...

    (Besitos)

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  5. Hola, Cris! mis borradores también se acumulan almacenando polvo... :). Puede que seamos demasiado autocríticas, o simplemente que nos da miedo ser vulnerables y sacar demasiado a la luz. En fin... a lo hecho, pecho.

    Beso!

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