lunes, 2 de febrero de 2009

Las despedidas siempre son tristes...




De E.T. recordaba momentos memorables, como todos los niños que la vimos cuando se estrenó.

Verla ya adulta me trae otras percepciones, como la soledad de Elliott en su vida de "semiabandono", con papis divorciados y mami superocupada, y dos hermanos que le quedan uno grande y otra pequeña, en los que tampoco puede apoyarse psicológicamente.

Pero hoy no vengo a hablar de la peli -que es una maravilla como todo lo que hace Spielberg, por supuesto- sino de las despedidas, y lo infinitamente tristes que son.

Los primeros minutos cuando acabamos de decir adiós a personas que han estado un tiempo más o menos largo acompañándonos y formando parte de nuestras rutinas no somos del todo conscientes de que son como pequeñas muertes, y de que aunque ambas partes hagamos pactos de carteo o telefoneo, en la mayoría de ocasiones no se cumplen.

No es necesaria distancia geográfica. Todos hemos tenido una química increíble después de muchas horas de colegueo en el trabajo. Cuando dejamos ese trabajo, la química sigue, pero las horas juntos no. Y eso repercute, porque vamos olvidando, nos van olvidando.

Aunque quede el cariño y el número de teléfono, no son los mismos ratos los vividos horas y horas a diario que cuando luego hacemos por coincidir un par de horas al mes, que derivan en una hora cada dos meses, y terminan desembocando muchas veces en el "de vez en cuando", cuando no en el "nunca más".

Casi siempre siento ganas de llorar en las despedidas. Aparte de que me emociono por cualquier cosa, sé que a muchas personas de las que me despido nunca las volveré a ver. Y tener tanta certeza me hace abrazar mucho cuando digo adiós, y trato de captar con toda mi atención todos los detalles de ese momento para guardarlo en mi disco duro en la carpeta "recuerdos entrañables".

No soy fuerte para eso.

Cuando Elliott y E.T. se despiden -sabiendo que es para siempre-, Elliott llora y suplica:

- Quédate...

E.T, más entero, suplica a su vez:

- Vete.

19 comentarios:

  1. Si las despedidas son verdaderamente duras, pero como todo, se acaba olvidando... Tendemos a olvidar lo malo, por eso nuestro disco duro se formatea.
    Un saludo.

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  2. Estoy de acuerdo con Juaco: Si no olvidásemos detalles más o menos conscientemente, nos volveríamos locos de dolor o melancolía.

    Y opuestamente, es por eso que nos esforzamos en captar tantos detalles de los otros cuando advertimos que no nos veremos más; porque así tardaremos más en olvidar sus virtudes.

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  3. Ohhh, :(, las despedidas son terribles, dijo él que por otro lado pocas ha vivido. Sólo la de las guadañas.., pero no sólo esa, porque es verdad lo que dices de que no es necesaria la distancia. Me refiero a ese instante en que uno sabe que la relación ya no volverá a ser igual, y te despides igual que siempre, largo y mal, pero lo sabes.

    "Pero al mirarte a los ojos vi una luz de desencanto".

    Es de "como una ola", de la más grande :); y creo que por ahí es donde va mi cabeza. A la decepción, que crea hielo entre las células y se produce la distancia... no sé, quizás sea porque ambas partes, con la distancia, consiguen uno olvidar que lo decepcionaron y otro que decepcionó, con lo que recuperan su mapa del mundo; un mundo que, por otro lado, está siempre y distinto en cada cabeza.

    ¡Ya casi no recuerdo e.t! Peeero me encanta ese diálogo. "Vete". "Say goodbye, boy", que a veces es lo mejor.

    He leído a un poeta italiano, de nombre por mí siempre olvidado, que decía: "la sombra que cae como uan condena sobre quienes se quedan".

    ¡¡¡¡¡Aaaaahhhhh!!!!! La última novela que me he leído, y que gracias a Jorge he tardado siglos en terminarlas, "como la luna", la madre que ha matado a su madre, en sus monólogos, o en una carta que le deja a la otra hija, le dice: "vende la casa, no dejes que tu hermana se instale en ella. Con mi muerte y vendida la casa no habrá nada a lo que volver, y hará su vida".

    Bueeeeno, yo te dejo, que tengo que buscarle una chaqueta a Gloria Fuertes :) Que yo le hice una, peeeero, no sé yo, deja ver...

    Aahhh, por aquí es festivo y toy en casa de unos amigos, ¡pero lo que es la mente!, acostumbrado al leer escaqueado he entrado en páginas con música y vídeos y no los he puesto por si me ve el jefe :) :) ¿?

    Abrazos pegolins

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  4. Tu post me ha traído el recuerdo de mi abuelico. Murió va a hacer un año y cuando me despedí de él un día de julio, sabía que lo hacía para siempre. Miieerrrda, como lo extraño!!!.
    Son jodidas las depedidas pero tenemos un largo camino de encuentros, a eso nos aferraremos, sino malo.
    Besos.

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  5. En estas cosas siempre hablamos un poco por como nos ha pintado. he estado en la misma situación que comenta Rosa en los dos últimos años un par de veces y al menos estoy contento por jhaber podido tener una despedida. Por mi experiencia siempre es mejor una despedida, aunque sea triste, aunque sea dolorosa, que la imposibilidad de una despedida.

    Salu2

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  6. Ya, claro que me quedé cortísima con mi entrada, y pensé varias veces en lo poco que dije realmente...

    Yo no hablaba ni de despedidas amorosas ni de despedidas de gente que fallece. Hablaba más bien de lo que dijo AntWaters:

    "ese instante en que uno sabe que la relación ya no volverá a ser igual, y te despides igual que siempre, largo y mal, pero lo sabes"

    Gente que sigue viviendo, sigue estando, pero con la que nunca vas a recuperar esos momentos; o gente a la que has visto sólo una vez, y a la que, seguramente no verás más.

    No hay muerte, por lo tanto no hay duelo. Pero la certeza del alejamiento a mí por lo menos me causa mucha angustia.

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  7. ¿Por qué esta tortura? ¿Acaso no sufrimos suficiente en su día? (Me refiero al enlace del comentario anterior...)

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  8. Espero que lo borre en cuanto vea como se enlaza en un comentario la dueña del blog. Siento mi falta de imaginación...

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  9. JAJAJAJAJAJA, ¿borrar? ¿quién habló de borrar? vengo ahorita del curso y me habéis hecho sufrir primero y reir después (porque mira que ha tardado en cargarse el tubo dels collons...)

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  10. Majo, ya, ya sé que te referías a ese otro tipo de despedidas, lo que ocurre es que a veces estoy más sensible a la falta de mi abuelo y todo me lo recuerda, por un lado pienso que me hace compañía, y lo agradezco porque es de las buenas, pero otras....me pone un poco triste. En fin, la vida.
    En relación a esas despedidas de las que hablas, a mi me ocurre igual. Cuando me he ido, o me han tirado, de algún trabajo o cuando se ha terminado algún ciclo de mi vida he pasado por algunas despedidas, como tu dices, de forma muy intensa. Luego, me preguntaba porque lo vivía así, y con el tiempo me di cuenta que la razón era que intuía que eso iba a ser el final, o por lo menos el inicio de un final. En fin, la vida otra vez.
    Un besito.

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  11. ¡ Qué mal nos ha hecho Spielberg !!! Fuera bromas, te entiendo perfectamente...todo lo que dices es la cruda realidad, y no puedo consolarte diciendo que quedan los recuerdos, o los reencuentros, por eso hay que aprovechar a los amigos cada día, como si fuera la última vez.

    Me paseo por aquí, si te parece bien.
    Saludos

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  12. Casi me haces llorar... Tienes toda la razón del mundo. Precisamente estos días he estado pensando y hablando del tema, acerca de las curiosas relaciones que se entablan en internet: haces amigos y amigas del alma virtuales y de repente desaparecen de tu vida y te das cuenta de que ni tienes un teléfono para preguntar el motivo. En estos casos aún es más duro porque no ha habido ni oportunidad de despedida y solo queda la duda de si ha ligado o está en la uvi por un accidente, debatiéndose entre la vida y la muerte.

    Las despedidas son duras, sí, pero inevitables y muchas veces necesarias. Las prefiero mil veces a la "combustión espontánea sin dejar rastro".

    Deberías ampliar la entrada, el tema da para más :).
    Besicos.

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  13. Cuando alguien se va, te das cuenta de hasta qué punto formaba parte de tu vida, y puede dejar un vacío muy doloroso. Me pasó hace poco, pero se que él también me echa de menos, y se que de vez en cuando, se acuerda de mí. Casi hasta puedo notarlo.

    (Por cierto, anécdota estúpida: cuando era pequeña, mi padre me llevó a ver ET al cine por lo menos 5 o 6 veces, empeñado en que me tenía que gustar. Le cogí un poco de manía...)

    Me gusta tu blog. Volveré. Un beso.

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  14. Saludos a los últimos comentarios (last but not least ;)).

    Pienso en la posibilidad de ampliar el tema, pero mi amigo el de la mente maravillosa dice que tiendo demasiado a la melancolía, y eso es contagioso...

    Mejor cosas más alegres y productivas.

    Aunque la cabra tira al monte...

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  15. El anónimo era yo... no acierto con estas cosas :(

    La melancolía no es mala, dosificada en pequeñas dosis, claro...

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  16. Nada que no hay manera de que aparezca...

    LADY K!!!!!!!!!!!!!!!!!

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  17. jejeje, mira que lo había pensado, pero chica, Internet es tan ancho y somos tantos... :ninja:

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  18. "mi padre me llevó a ver ET al cine por lo menos 5 o 6 veces, empeñado en que me tenía que gustar. Le cogí un poco de manía."

    ¿A tu padre o a la peli? ... ... ¿¿Eres Cris Spielberg??!!

    Y en cuanto a esto: "dice que tiendo demasiado a la melancolía, y eso es contagioso..."
    ¡Que sea la última vez que te justificas en alguien para no hacer algo, por muy amigo tuyo que sea el de la mente ésa! (uy, esto suena a "no le hagas caso a él, házmelo a mí"... y estaríamos en las mismas...)

    Bueno, que parezco el Luisma. Que hagas siempre lo que tú quieras, ea!

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