martes, 9 de junio de 2009

Naranjas

Hace poco constaté lo mucho que generalizaba la gente sobre algo tan diario y habitual como la naranja.

Para la gran mayoría es una fruta ácida, refrescante, con gajos de ese color rodeados de estopa casi blanca, piel brillante y pequeñas hendiduras redondeadas, como puntitos. En realidad, aparte de distinguir entre lo que muchos llaman naranjas genéricamente y las mandarinas (fruta completamente distinta, tanto en sabor como en época del año), dentro de esos subgrupos hay unas cuantas distintas entre sí.

Pego aquí dos enlaces donde se ven más gráficamente:

Variedades de cítricos

Más

Las circunstancias de la vida hicieron que pasara cuatro temporadas enteras (desde septiembre hasta abril-mayo) viendo toneladas de cítricos pasar por delante de mis ojos, tocando miles de unidades durante más de doce horas diarias seis -incluso siete- días a la semana (en plena campaña), y una de ellas tomando muestreos de partidas tal como venían del campo para elaborar estadísticas de podrido, destrío y demás daños. Esos años, con apenas un vistazo podía distinguir -quién no en esa situación- entre la veintena de mandarinas y la docena de naranjas. Unas por su forma (más o menos chata), su piel (más o menos firme), y su color (oscilante entre toda la gama de anaranajados).

Ni mucho menos estoy tratando de ilustraros sobre un tema del que tampoco sé tanto como gente más experta. Sólamente era una introducción a otra reflexión de las mías...

Me pregunto por qué generalizamos y me respondo que por ignorancia y desconocimiento. Así, dejamos de considerar al individuo como ser único e independiente y pasamos a verlo como un todo, que puede ser un grupo al que pertenece o un vicio adquirido por un grupo que frecuenta. Y se pasa a ser persona de pelo marrón (aunque oscile entre el chocolate, el café y la miel), izquierdista radical (aunque unos sean pacifistas y otros beligerantes), pepero retrógrado (aunque unos sean fachas y otros bellísimas personas), y así hasta la infinitud.

Conducimos por inercia, hablamos por inercia e incluso vivimos por inercia, y nos perdemos esos pequeños detalles de las personas que nos rodean, viéndolas -por inercia también- como parte de aquello o aquellos con que las relacionamos. Y pagan justos por pecadores, pudiendo ser todo injusto, muy injusto, o al contrario, totalmente verídico.

Solo una pequeña parte de lo que tocamos a diario, en nuestras vidas, trabajos o relaciones, llega a resultarnos tan familiar que llegamos a fijamos en cosas que de otra forma nos hubieran pasado totalmente desapercibidas. La misma costumbre nos hace abrir los ojos a detalles esenciales e invisibles (valga aquí un guiño al Principito) . Así, igual que una naranja no es lo que realmente la mayoría piensan que es, tampoco lo es una uva, un pino, un colectivo humano o más concretamente una persona.

Lo ideal sería pararnos y observar, tratando de ver al individuo por separado para llegar a ser capaces de distinguir que cada persona piensa y actúa por sí misma, como distintas eran entre sí todas las naranjas que pasaron esos años entre mis dedos.

9 comentarios:

  1. Majo, leo mucho a Punset y veo el reflejo de su influencia en el blogg. Por eso os sigo a diario.También he leído tus comentarios en su blogg. :)

    En mi zona se recolecta la uva de mesa , debido a mis temporadas de currante en la huerta me pasa como a ti. No podrán confundirme con la variedad de uva si es la moscatel, la rosseti o aledo. Por decir unas pocas.

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  2. Me la sé, me la sé, me la sé!!! (como el niño en la clase, con el dedo levantado).
    Generalizamos como hacemos otras muchas cosas siguiendo el mismo principio: Economía. Hace poco leí un texto de un sociólogo americano, autor de Vaca sagrada, cerdo abominable, que explicaba muchas convenciones sociales por el principio de economía, por pura inteligencia para subsistir.
    Es claro que la sociedad es algo más que la suma de las personas. Pero también es cierto que en esa suma existen individuos con actitudes y/o dotes de liderazgo e influencia sobre el grupo, con lo cual, a mi entender, ocurre lo siguiente:

    Por economía, creamos categorías de personas, y vamos formando grupos. Lo hacemos desde niños, y a una determinada edad, tenemos nuestras etiquetas tan establecidas, que lo más que solemos hacer es cambiar a una persona de categoría, pero muy rara vez seguimos creando categorías nuevas. Con tal de que alguno de nosotros tenga esa capacidad para influir en las opiniones de unos cuantos, estaremos siendo creadoresde opinión. Eso discrimina, porque es más fácil encasillar a alguien que cambiar nuestros prejuicios... sobre todo si estamos convencidos de tener razón.

    Sobre esto también escuché a Punset comentar que hasta los monos cambian de opinión, y preguntarse por qué a los humanos nos cuesta tanto.

    Fascinante.

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  3. En referencia a lo que dice A través yo creo que la pregunta sería no pq nos cuesta tanto, si no pq. nos parece tan malo cambiar de opinión.

    Biquiños a feixes!!!

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  4. Bienvenida, Lila, acabo de tener una sorpresa tremenda al leer tu comentario, ya que hace relativamente poco que sigo a Punset, y a seguirlo me refiero a las últimas entradas de su blog, ya que nunca leí ningún libro suyo (todavía, a ver si este verano me pongo las pilas ;)). Es pues un grandísimo halago que notes influencias de un señor que me está resultando fascinante de conocer en mis escritos. Gracias gracias gracias.

    A Espejo y Maru les responderé otro rato, que voy a rastras con mi junio maldito :(. Hasta luego pues y besos.

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  5. ¿Encasillamos por principios universales para organizar nuestro mundo?
    Desde la infancia la percepción siempre nos hace ser selectivos y hasta cierto punto creo que no podemos dominarla.
    Vemos la individualidad de las cosas pero inevitablemente a traves de nuestros sentidos que son selectivos. Podemos intentar no ser muy selectivos pero creo que niestro cerebro necesariamente es así.

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  6. A través: al leerte me he acordado de una frase de Einstein (mis frases y yo :P): "¡Triste época la nuestra. Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio".

    Maru: supongo que te referirás al cambio de opinión por interés, que luego lleva a ser considerados "chaqueteros", "ventajistas" o "esquiroles", porque no creo que quien cambia de opinión sobre algo o alguien esté mal considerado. ¿Acaso no estamos continuamente creciendo? Siempre he sido de la opinión (discutida) de que partimos de una base quasi inamovible (rasgos innatos), pero que en cambio somos muy maleables en cuanto a gustos y opiniones.

    Lila: ahí ya no sé qué responder. Mi capacidad de discernir en ese caso no llega a tanto ;).

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  7. Lo releo más despacio que yo tampoco llego en Junio. Besos

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  8. Pues yo que soy más simple que el mecanismo de un sonajero, pienso que la cuestión de generalizar puede ser por economía o por incapacidad de gestionar información o por miedos absurdos... en fin, la causa puede ser variada y múltiple, pero la pregunta que a mi me surge al leerte es ¿necesitamos tanto conocimiento? es decir, ¿realmente necesito tener tantos contactos, conocimientos o experiencias si luego me limito a fundirlos?

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  9. Marqus, ánimo, ya falta menos para el verano...

    Sâddha, digo yo que se trataría de no fundirlos precisamente, de ver a las personas como seres independientes, independientemente -valga la...- de que veamos el todo por la parte.

    No necesitamos tanto de nada, pero lo que sea que nos toque tener, apreciarlo por sí mismo.

    B7s

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