jueves, 29 de octubre de 2009

El cubo mágico


Bueno, como bien nos dijo un anónimo hace dos entradas, lo importante es la actitud :D.

Hay rachillas en las que parece que te haya mirado un tuerto, pero entonces uno tiene dos opciones: dejarse arrastrar por la corriente mierdil o dar la vuelta a la tortilla per collons.

Para eso contamos, aparte de con nuestro propio ánimo, fluctuante él y más moldeable que la plastilina, con todo un sistema neuronal de asociaciones, simbología y supersticiones cutrecaseras.

Mi regalo de cumple fue una inundación en la cocina en toda regla. Allí estaba ella esperándome a las ocho y cuarto de esa mañana. No deja de ser una sensación rara eso de ir con los pantalones remangados, el calcetín a la vista y las juntas de los zapatos oscurecidas por la humedad mientras fríes croquetas, por no hablar de la odisea que supone cruzar hasta el patio, desafiando tres dedos de agua, para poder colgar en el tendedero todas las toallas de baño que tengo por casa, y que pasaron de secar personas a secar suelos.

Pero nada, alegría, alegría...

Luego na, notas miradas aterrorizadas por parte de los compis de clase cuando te da un ataque agudo de estornudera -cagante alarma social-, y mientras tanto, sientes incipientes anginas y dolor pechil. No siendo nada del otro mundo, te empieza a resultar ya un poco acumulativo tanto marrón junto, no sé si me explico.

Por suerte, ayer tarde llegué un rato antes a la ciudad a donde voy a alemanizarme a base de bien dos tardes por semana, y mira tú qué cosas, que encontré parking al ladito de un Mercadona.

Entonces me acordé del cubo de la fregona, que se había roto de tanto usarlo -como el amor de Rocío Jurado-, y me puse a pensar en mis objetos mundanos. A veces lo hago, mientras friego los platos y observo el recipiente que contiene el estropajo, o cuando corro la cortina de la ducha... ¿qué me pasó por la cabeza cuando compré ese objeto? ¿por qué un cubo azul eléctrico? ¿y por qué uno en el que el asa se salía cada dos por tres? ¿y por qué el enorme sofá naranja? ¿y las sillas de polipiel chocolate? por no hablar del frutero, ¿a qué santo un frutero de plástico fucsia con una flor?

A veces cogería todo lo que tengo y lo cambiaría, pero ¿cómo se hace eso? no se puede cambiar algo que funciona y hace su papel sólo por capricho, a no ser que alguien te diga que le gusta y gustosamente se lo regales. ¿Cuántas ocasiones así se nos presentan en la vida? quizás nos cruzamos todos los días por la calle con una pareja paseando al perro que estaría feliz de ver la tele en nuestro aparatoso sofá. Deberíamos tener telepatía en ese aspecto, y que nuestros objetos aborrecidos llegaran a través de la mente a las cabezas de otros posibles dueños para así establecer intercambios.

Ayer medité cinco minutos la elección de mi nuevo cubo. Me pilló hablando por teléfono, y entre medias de una conversación "trascendental" de esas que me gasto, le pregunté: "oye, ¿qué te parece un cubo cuadrado con ruedas?... Uf, demasiado profesional", dijo mi "sufridor en casa". Y cogí uno así gris, como mi vida (licencia poética, no pude evitarlo :P).

Luego decidí simbólicamente que ese cubo marcaría un antes y un después en la rachilla de la que hablé antes, y le atribuí poderes. A partir del 28 de octubre de 2009, y mientras ese cubo habite mi patio, suba las escaleras y sea llenado una y otra vez con agua tibia y amoníaco con detergente, mi actitud será la que tuve después de comprarlo, muchísimo mejor que la que tenía "antes de".

Y ahora ya enlazaría con el simbolismo y las tradiciones mágicas en algunas culturas, pero tendrá que ser otro día. Me emplazo a ello.

5 comentarios:

  1. Creo que no se puede cambiar, es un mito..

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  2. "lo importante es la actitud", tal cual, allí es ese pequeño espacio de encuentro con uno mismo, con la realidad y con nuestras posibilidades... nada queda garantizado, pero al menos intenta haber una toma de conciencia, ese "antes y después".

    saludos,
    Alejandro.

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  3. :O

    A ver si ahora resulta que la causa de mis problemas va a ser el cubo azul galáctico que guardo en la bañera!
    :P

    Qué bonita entrada!

    Besos!

    Pd: Sobre la labadora, mira esto:
    http://jezabelarte.blogspot.com/2009/08/diario-de-una-decadencia.html

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  4. Jordi: sí se puede, pienso yo, pero sólamente algunas cosillas que adquirimos, no desde luego lo que viene de serie. O sí, habrá quien sí pueda, pero con mucho trabajo. No sé (yo misma acabo de cambiar de opinión tres veces en el mismo comentario :))

    Alejandro: la toma de conciencia es la que nos hace reaccionar, cierto. Buen apunte, como no podía ser menos viniendo de tí...

    Cris: Ains, no fue la lavadora, sino el tubo del fregadero, pero al final todo se arregló, como no podía ser de otra manera.

    Besets

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  5. El cubo, ese aliado anónimo que tanto nos ayuda y nos sufre en soledad :D

    ¡anímate chiquilla!

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