Tengo en cuenta cualquier reseña sobre pelis que pasa por delante de mis ojos. Prefiero los consejos que provienen de las personas que más conozco o más me conocen, lo he dicho varias veces, y también los motivos para que sea así..., pero en su defecto, echo mano de listas vistas en blogs, revistas, diarios...
La lista que apareció en el Magazine de El Mundo la semana pasada -no compro nunca ese diario, a menos que me regalen una peli tan estupenda como la que regalaron ese domingo...- era de cien películas dentro de una década que más bien está acabando, puesto que hasta que no acaba el diez, digo yo que no hay diez cosas, años, o lo que sea que se cuente, se almacene, se complete o se redondee con un diez.
Las diez primeras... ohh, Amélie, mi Amélie encabezando el ránking, qué bien pintaba eso para mis gustos... La segunda, precisamente la que me había llevado a comprar el diario ese domingo. La tercera, Olvídate de mí, una perfecta desconocida hasta ese momento. Perfecta desconocida con perfectos actores. ¿Cómo no me sonaba de nada? Bueno, el que redactó la minúscula reseña que acompañaba ese título pudo dar con la clave: "la traducción del título es penosa y devalúa injustamente la cinta". Sí, puede que ver en primera plana el rostro risueño de Carrey con esa frase más pudiera llevarnos a pensar que se trataba de otra comedia más, parecida a tantas y tantas, y, por mucho que me suelan gustar, no las veo todas ni me interesan todas, ni mucho menos...
Nada de eso. No sé si debería haberla visto, una vez vista... Las casas de la playa en invierno siempre me produjeron un tremendo desasosiego: esa ausencia de vida -que no muerte-, esa decadencia de viviendas cerradas, deshabitadas durante meses, de madera envejecida de año en año y hierros oxidados me resulta demasiado familiar. Y también el frío, ese frío mojado que te llega hasta el tuétano y tan desagradable resulta. Han habido muchas risas en la playa de noche, cuando quizás no pensaba tanto como ahora hago, pero ahora no es lo mismo. En esa película, la escena más tremenda transcurría en una casa de playa, deshabitada... y en invierno:
- Ójala te hubieras quedado...- Yo también lo desearía. Ahora desearía haberme quedado, y haber hecho muchas cosas. Oh, vaya, ójala... ójala me hubiera quedado... en serio.- Pues yo cuando bajé... ya no estabas.- Me fui, salí por la puerta.- ¿Por qué?- No lo sé, me sentía como un niño asustado, no sé. Me sentí con el agua hasta el cuello.- ¿Estabas asustado?- Sí, creí que ya sabías eso. Volví corriendo hasta la hoguera intentando vencer mi humillación, creo.- ¿Fue por algo que dije?- Sí, dijiste: vete... pero con mucho desdén ¿sabes?- Ah, lo siento...- No importa...- Joel... ¿y si esta vez te quedaras?- Salí por la puerta. No me queda ningún recuerdo...- Vuelve, y al menos inventa una despedida. Finjamos que la tuvimos.- Adiós, Joel.- Te quiero...- Encuéntrame en Mountauk...
Con muchas escenas somos capaces de emocionarnos, de romper a llorar, las hay tremendamente efectistas. Con esta llegué a sentir, además, ese frío, la humedad serpenteante alcanzando todo dentro de mí, hasta la cabeza, hasta los pensamientos...
El título original de la película leo que es un fragmento de Eloisa to Abelard, de Alexander Pope:
How happy is the blameless vestal's lot!
The wordl forgetting, by the world forgot.
Eternal sunshine of the spotless mind!
Each pray'r accepted, and each wish resingn'd.
- ¡Qué feliz es la suerte de la vestal sin tacha!
- Olvidarse del mundo, por el mundo olvidada.
- ¡Eterno resplandor de la mente inmaculada!
- Cada rezo aceptado, cada antojo vencido.
-"Puedes borrar a una persona de tu mente. Sacarla de tu corazón es otra historia..."
Cuando vi la peli pensé que esa escena en la casa de la playa, dentro del recuerdo de Joel, era la mejor parte de la historia: La que justifica la última frase de esta entrada.
ResponderEliminarMe dejé llevar, más o menos voluntariamente, por el proceso de su "borrado" tan originalmente filmado (la informática en los efectos visuales es la magia de nuestro tiempo), sin perder el hilo de sus por qués.
Él quiso borrarla a ella porque... la quería. Como venganza, arrebato. Como remedio insincero para su dolor. Y conforme la perdía, corrió, saltó, gritó, se escondió, engañó a su propia mente...para recuperarla.
Y fue entonces cuando ella lo supo. La historia se centra más en el proceso de él, pero en momentos puntuales el guión nos muestra cómo ella también vive su propio proceso de "rescate", y el encuentro de los amantes en los recuerdos de él se convierte en un viaje al que llevo un rato intentando encontrar el adjetivo que ponerle.
Me pareció de un romanticismo supremo, nada afectado, nada ñoño, toda esa parte de la película en la que ambos literalmente corren de la mano para... no olvidar. Fue una agonía llena de significado para mí, en la que la historia opone con mucho acierto el frío que tú mencionas (y otros elementos como la noche, el invierno, la casa cerrada que se va desmoronando) como contraste al calor de sus corazones.
Puede que me esté quedando cursi. Muy cursi. Demasiado para el hondo romanticismo que le encuentro a una historia preciosa sobre "mi cabeza me dice que no, pero es lo único que lo dice, y no es suficiente". Así lo dije en su día sobre el "Solaris" de Steven Soderbergh y, en cierta medida, en el "Wicker Park" que adapta un Shakespeare con Josh Hartnett y Diane Kruger.
Es la vida.
Cuando se estrenó salí de la película dividido. Había escenas en las que se me aceleraba el corazón y en otras me enfríaba. Aún recuerdo la escena de la infancia con el niño bajo la mesa y la lluvia. Nunca quise volver a verla, por si aquellas escenas que tanto me habían gustado resultaban un espejismo. Pero ahora, al leer tu entrada y el comentario de A TRAVËS DEL ESPEJO, volveré a ella.
ResponderEliminarUn saludo.
Oh yo vi esa película mucho tiempo despues de estrenada, en mi casa y en invierno.
ResponderEliminarEs una historia muy significativa, no tanto por su trama sino por su contenido.
Acá el título lo tradujeron casi literal: "Eterno resplandor de una mente sin recuerdos".
(Ah, suspiro)...
Recordé con tu post, saludos.
Espejo... ¿sigo siendo la más gu...? ups, perdona, de repente me vi diciendo eso... Nada, era bromita. Otra vez lo has hecho, u otra vez me adelanté yo escribiendo sobre un determinado tema, y tu comentario quedará en la trastienda, por así decirlo, una pena :(.
ResponderEliminarPor supuesto que siempre siempre es cosa de dos. Escribes "y fue entonces cuando ella lo supo". Bien, al menos lo supo, aunque tuvieran que cruzar océanos de tiempo, como Drácula, que es lo más parecido que se me ocurre para referirme a ese trozo que tan bien describes de correr, saltar, gritar, esconderse y autoengañarse... Al menos, digo, seguían vivos. Ya tú sabes ;)
Daniel, gran honor, y no es para menos después de todas las sensaciones y alicientes que me has hecho sentir y recuperar desde que te leo. Después de ayer/hoy (es ahora la medianoche), también debo decirte que pienso acercarme a Rohmer, y seguir aprendiendo. Eso sobre todo.
Lobsiris, "allá" tuvieron más criterio, o buen gusto, a la hora de traducir el título, que fue prácticamente una de las partes más significativas de la propia película. ¿Recordaste gracias a leerlo aquí? Espero en todo caso que fueran buenos recuerdos -ese suspiro...).
Gracias a los tres.