miércoles, 13 de enero de 2010

No es extraño


Tendríamos catorce años, algunas -las más viejunas :P-, quince quizás. Sé que era un día de los que normalmente se aprovechan yéndose a pasarlo a la playa, una de estas fiestas locales que no llegan a día festivo pero tampoco terminan de ser días normales.  Bueno, fuimos al videoclub, y a esos años se está en esa tierra de nadie en la vida de cualquiera en que uno no termina de ser niño y ansía empezar a ver qué hay más allá, tras la frontera de la adultez, de los mayores.

Cogimos una de Eloy de la Iglesia, director fetiche para algunas de nosotras esos años. Cómo no, si estábamos todas (o casi todas) coladitas hasta los huesos por José Luis Manzano, con esa carita de niño, con ese tormento dentro; ese ser normal y corriente que nos mostró todo lo que no era recomendable, sin actuar siquiera, solamente estando allí y dejándose filmar como en un día cualquiera en su vida -su cortísima vida-. Uno de mis primeros amores platónicos.

Creo que era Navajeros, aunque por un segundo dudé ahora si fue El Pico II, ya que las escenas de sexo de ésta entre el Lenda y la otra fueron de las que más recuerdo, quizás mis primeros pensamientos de ese tipo (qué fisno, jeje). Bueno, una, otra, qué más da. Todas allí mirando sentadas en el sofá cómo la embestía. A saber lo que pasaba por cada una de nuestras cabezas, madre mía, a esas edades, ¿qué iba a pasar si no? jajaja.

La cosa estuvo en que, entre embestida, desgarro, arrebatos de túmbate ahi, deja, no dejes, te adoro, fóllame y tal y cual, mi cabeza pasó de estar a lo que estaba para quedar hipnotizada por algo que sonaba de fondo.

Era la canción de Burning  No es extraño.

No sé qué me pasó con esa canción, pero también ella me enamoró, casi tanto como José Luis Manzano, quién sabe. Uno puede enamorarse de una voz como esa, de ese deje de vuelta de todo, de esa letra, ese romanticismo de película de cine negro, de inviernos en Lisboa, de vidas paralelas que parecen no encontrarse nunca, de clubes de Jazz... (hay que ver cuánto ha hecho el cine, las novelas y las canciones -ficción casi siempre- por las fantasías de mucha gente, cómo las ha alimentado...)

Luego, por supuesto, los seguí, y como pasa a veces -aunque pueda parecer siempre, es solo a veces-, me siguieron gustando siempre, siempre de la misma manera. Y esa canción, esa canción con esa letra, esa historia tremenda. Qué daría yo por ver a los que quedan, por escucharlos, en fin...

¿Y quién no soñó alguna vez en su vida con vivir una historia como esta... aunque pueda doler?

4 comentarios:

  1. Amores platónicos... Mi gato actual se llama Mike Seaver, qué te voy a contar...

    Besos.

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  2. No, no es extraño, nadita. Cuánto me gustó leer este texto. Cómo te entiendo. Cuánto me acuerdo de esa canción.
    Un beso.

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  3. Pues yo no conocía ni la canción ni las películas :( lo siento, lo siento, los palos que lleguen pero de uno en uno por favor :S

    La canción me ha recordado a Los burros, a los primeros discos de El último de la fila y me gusta que lo haya hecho. Tengo ganas de volver a escucharlos.

    Un abrazo.

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  4. Cris, ¿quién no ha tenido uno... o más?.

    Una amiga y yo llegamos a escribir una carta al programa 3x4, que presentaba la por entonces pelo-pincho Julia Otero, para que pusieran imágenes de este chaval (tiempos sin internet, ya ves). Bueno, no lo hicieron :(

    Daniel, claro que tenía que "decirte" algo esa canción. Un amante del cine -y de la vida, y de las cosas- como tú...

    Mr. Brightside, échale el oído a "Es especial" y verás qué buenos eran... son. Y qué me vas a decir a mí de Los Burros, Los Rápidos o El Último, si todo eso junto es lo que más me gusta en castellano de todo todito lo que he escuchado en mi vida (bueno, también Silvio, pero a este ya lo conocí con veinticinco). Puede decirse que cada una de las canciones de García-Portet significa algo para mí, y mira que fueron prolíficos!

    Besazos para todos, con mucho viento, pero mejor, así llegarán más rápido...

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