viernes, 5 de noviembre de 2010

La sinceridad enmascarada en una pirueta

 
Leía ayer que ese gran laberinto sin solución aparente que es nuestro cerebro guarda nuestras habilidades entre recovecos, como los recuerdos, como las experiencias bonitas y no las feas. Que el cerebro -nosotros- es listo -nosotros también lo somos- y nunca nunca nos deja ser masocas ni fatalistas cuando se trata de mirar atrás (¿arma de doble filo?... puede).

Me decía esta mañana una persona que agradezca a cada ser que entró y salió en mi vida el bien que me hizo, que ese es el modo de decir adiós. Se giró hacia sus papeles y me dio un papelito rectangular: que lo guardara, que lo leyera una y mil veces y lo tuviera presente a diario. Lloré al escucharla leérmelo, como lloraré dentro de diez años y como hubieseis llorado vosotros. Porque es bonito que alguien haya pensado en ti y te haya escrito un papelito como ese, aunque te haya causado una emoción tremenda. Aunque esa emoción haya durado solamente los tres minutos que he tardado en volver a mis rutinas y mi día a día. Estuve ese rato pues en una nube, como en una nave del tiempo. Un momento especial, algo bonito.

Mucha gente me pregunta si sigo dibujando, y digo que no, que pasé de los colores y las formas redondeadas grandotas al azul marino y blanco y a las formas redondeadas pero más pequeñas que son las letras, las palabras. Que me dio por escribir, mira tú, y aquello otro que tantos buenos ratos me hizo pasar... que aquello otro lo fui dejando, y ya no servía, y ya no...

Elegí hace tres años un dibujo al azar. Mi tía hacía un curso de mandalas y yo elegí uno que simbolizaba la amistad. Entonces no lo sabía, ni fantaseaba en cómo iba a cambiar mi vida los siguientes años. Ni que unos años después iba a tener a una personita rubia con gafas colgando de mis pechos -alternando mis pechos- todas las horas del día. Que la amistad me causaría las mejores satisfacciones. Lo que no sabía era que podía quizás confundirse con otras cosas, o puede que el amor sea eso, amistad de la buena, ese estar a gusto -muy a gusto-, reír muchísimo y amar... a ratos. Que puede que si es eso acaso no haya nada mejor, y si no lo es... puede que sea lo mismo... y que la ternura supere a la fiereza, y aquello imperfecto sea lo que echemos de menos cuando hay ausencia... y que cuando hay presencia queramos morirnos en ese momento y que se pare el tiempo justo ahí.

Empezaré hoy, viernes tarde, lluvioso, gris y con paz ambiental...a dibujar de nuevo. Tengo las plantillas de mandalas, todos los colores del mundo y más necesidad que nunca de expresarme por otras vías. Y empezaré al azar, dejándome llevar, sin creer que estoy siendo iluminada ni soy alguien divino haciendo algo que todo el mundo puede hacer. Solamente disfrutando el momento y deslizando lápices de madera...

Y cuando vuelva a acostumbrarme a combinar colores de nuevo... saldrán las formas, las imágenes y todo lo que llevo dentro... ya que están latentes dentro de mi cabeza; que veinte años no es nada...  :).

PD: la frase que da título a esto es de Claude Serre. Me ha encantado.

3 comentarios:

  1. Hace tiempo me hice yo también con todos los colores del mundo y empecé a pintar mandalas, además pintaba mandalas en miniatura con colores acuarelables en papel grueso y hacía con ellos marcapáginas. Prueba a hacerlo, a hacer un marcapáginas con mandala e ir coloreándolo según avance la lectura de un libro. Hazlo con el mismo modelo de mandala y descubrirás que no harás dos iguales.

    A ver cuándo nos enseñas uno de esos dibujos ;) Besos.

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  2. Hey!

    Buena idea lo del papel grueso y los marcapáginas ;). Lo mío fueron siempre los retratos, me temo -o confieso-: las figuras, las personas, las caras, sobre todo las caras. Ya he empezado, en marrones, beiges, anaranjados... bueno, mis colores preferidos :). No sé si seré capaz de meter algo aquí cuando vuelva a soltarme. Son muchos años de entumecimiento. Veremos...

    Besos, Míster ;)

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  3. Me decía esta mañana una persona que agradezca a cada ser que entró y salió en mi vida el bien que me hizo, que ese es el modo de decir adiós.
    Buena filosofía, sabias palabras.
    Esa personita rubia y con gafas espero que no ande aún colgando de tus pechos, pero sí espero que siga tan adorable ;)

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