sábado, 26 de septiembre de 2009

Las palabras no dichas...



Hace poco ví una película de la que había oído hablar muy bien en un programa nocturno de radio. Se trata de "Buscando un beso a medianoche", que para mí no dejó de ser una versión más de tantas y tantas pelis de chico-conoce-chica. Me encantan las comedias románticas, sí, pero habiendo tantas para elegir, desde luego no me quedo con ésta.

En cambio sí hubo una escena que me llegó bastante. El protagonista le estaba escribiendo un email a su ex-pareja para desearle un Feliz Año Nuevo, y cuando llevaba como veinte líneas de desgrane de sentimientos, de desnudez total y de poéticas frases -que seguramente nunca le hubiera dicho en persona-, titubeó un segundo, seleccionó todo el texto y le dio a Supr/Del, escribiendo -ahora sí para enviar- el típico "Feliz Año Nuevo, que te vaya todo bien y que seas feliz", que igual sirve para un vecino, para un familiar que ni te va ni te viene, o para un contacto de Facebook que si desapareciera un día de tu lista quizás no llamaría ni siquiera tu atención...

Eso me hizo pensar en cuántas cosas quizás diríamos -o mejor dicho, cuántas cosas no dejaríamos de decir- si no dedicáramos la milésima parte de un segundo a repensar lo que vamos a decir, lo que vamos a escribir, o lo que vamos a enviar.

Hoy recibí confirmación de envío de una tarjeta de estas virtuales de cumpleaños. Bien, debería haber sido recibida por su destinatario hace exactamente veintiún días. Cuando leí el "acuse de recibo", la leí también a ella. No recordaba qué había escrito -obviamente no era un feliz cumple soso y quedadordebien-, y leerlo hoy me hizo tratar de recordar por qué puse las palabras que puse y no otras en ese momento. Las palabras utilizadas, el sentido, el mensaje, el cripticismo, tenían valor para mí el día que debería haber llegado. Quizás hoy, día de su recepción, mi ánimo, mi pensar, mi loquesea, no estaban en el nivel emocional adecuado.

Ello me lleva a pensar en las relecturas, en los recuerdos de cosas dichas o leídas. Se interpretan de distinta manera dependiendo del estado de ánimo que se tiene, ¿verdad? Y las cosas dichas o escuchadas a menudo son producto de un interrogatorio, más que nacidas espontáneamente. ¿Pierden valor de esta manera, al obligar en cierto modo a que te digan algo que tú has preguntado previamente?

De un tiempo a esta parte sostengo que se dice mucho más en una carta escrita en soledad, en un texto meditado, que en una conversación, sea del tipo que sea. En el momento en que uno se sienta y siente deseos de escribir un texto dirigido a alguien, hay muchos factores a tener en cuenta. Ese alguien no te recuerda su presencia mediante una llamada de teléfono, mediante un correo pendiente de responder o mediante un saludo por su parte. Es decir, tú piensas en un momento dado en alguien, y el impulso de ese único momento te lleva a ir pasando por todo el proceso previo al envío, sin obligaciones, sin deudas, sólamente porque quieres hacerlo.

Alguien piensa en ti y te lo hace llegar. Si eso sucede así improvisadamente, no es indiferencia, ¿verdad?

4 comentarios:

  1. Pues es justo lo que explica que veamos varias veces la misma película, o releamos el mismo libro o pasaje... o veamos el mismo cuadro. Nos gusta la sensación de que no es la misma obra, porque en realidad nosotros no somos exactamente los mismos. Según el estado de ánimo.

    La comunicación que hay en ello es siempre en ambas direcciones (ahora lo llaman "interactiva"), solo que en la conversación es instantánea, y por escrito es diferida.
    Y claro, lo diferido tiene la ventaja de que es reflexionado.

    Recuerdo a una buena amiga que tuve. Vivíamos a unos 1.600 metros uno del otro, tenía su teléfono, pero prefería escribirle cartas. Conservo así esos momentos mejor incluso que el que conserva fotos. Pero cuidado! el riesgo de confundir el pasado con el presente es obvio. Las cartas son un cebo perfecto para la nostalgia.

    De nosotros depende ser capaces de aceptar que "eso que dijiste un día" no tiene por qué mantenerse hoy. Aquí y ahora. Somos libres hasta de nuestras palabras. Aunque estén escritas. ;)

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  2. No, no lo es. Estoy muy de acuerdo, primero, con que se escriben muchas veces cosas que jamás se dirían. Por eso casi nadie que me conoce a mí conoce mi blog.

    Por otra parte, es verdad que en la interpretación del mensaje influye el estado de ánimo.
    Hace unos días envié un mail, muy cuidado, con cada líena pensada en función de la respuesta que quería esperar.
    No me han responddo. Ayer volví a leerlo en enviados y me pareción horrible.

    Qué mal.

    Besos!

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  3. Buenas. Ayer al anochecer me encontraba en medio de la nada, con barrancos desbordados, luces de emergencia, sin poder avanzar ni retroceder y con todo un barrizal alrededor. Imaginaba mi coche-cajita de zapatos, y en cómo se vería desde el cielo, totalmente vulnerable, y me vi incluso saliendo en el "España Directo" como "mujer de 35 años fallecida al arrastrar su coche la corriente". ¡Qué cosas! Mujer... no chica, ni joven, sino mujer...
    Sorrys, por eso y por muchas cosas no pude acceder a nada y responder, y aunque sabéis que no lo hago siempre (no me obligo a ello), ésta vez sí quería hacerlo, ya que pude acceder al correo desde el móvil y leer estos comentarios.

    Bueno, parrafada explicativa hecha, paso ahora a deciros algo:

    Espejo: me has abierto un poco más los ojos, porque siempre tuve una lucha interna entre lo de que "somos esclavos de nuestras palabras", y al mismo tiempo, pienso que todos tenemos derecho a cambiar de opinión porque sí, sin dar explicaciones.
    Gracias por hacérmelo ver.

    Cris: si cada cosa dicha y escrita pasara por un filtro durante varios días, no creo que nunca llegáramos a enviar nada :D

    Besets (¡estoy viva!)

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  4. Hombre! Digooo... Mujer! Digoooo... Joven!... ejem... Yo defiendo poder cambiar de opinión. No he dicho ni "porque sí" ni "sin explicaciones".

    Lo primero porque todo tiene al menos un motivo, y no vérselo o no entenderlo supone deducir capricho. Y el capricho conduce a ser tomado como falto de lógica.

    Y lo segundo porque ocurre a menudo que por bien que se conozcan las personas, uno quiere dar explicaciones, o el otro preferiría oírlas... o ambas cosas. Además, son gratis (como dice Punset). ;P

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