viernes, 1 de enero de 2010

Cada luna azul


Decían hace dos noches en la radio que los anglosajones expresan "de Pascuas a Ramos", "de higos a brevas" o "de uvas a peras" con algo tan musical y poético como "once in a blue moon". Este tema, el de la luna azul, es uno de los que más se ha hablado estos días, junto al de la omnipresente -y espero que agonizante ya en unos meses- crisis (al menos en la emisora que escucho cada noche).

Este fenómeno sucede aproximadamente cada dos años y medio cuando en un mismo mes coinciden dos lunas llenas. A la segunda se la llama azul, aunque sea del mismo color que la primera. En 1883, sin embargo, sí se dijo que llegó a verse una luna de ese color, pero fue un efecto causado tras la erupción del volcán indonesio Krakatoa, que llenó la atmósfera de agentes químicos que la tiñeron visualmente de azul durante un tiempo.

La temporalidad con la que hacemos las cosas podría llegar a asustarnos si nos paráramos a ver qué pocas veces son en una vida. A partir de cierta edad las semanas vuelan, algo lógico y universal (aquí y aquí). Ahora, lo normal es decir "hasta pronto", "hasta la próxima", a semanas o meses vista,  y ese pronto, cuando teníamos quince años podía habernos significado toda una vida. Los dos largos meses de verano quebraban algunas relaciones en cierta forma. Quebrarse, no romperse, pero cambiar, al fin y al cabo. Amigos con los que jugábamos a diario hasta junio, llegado septiembre se nos hacían en ocasiones desconocidos, física y mentalmente. Era cada vez un nuevo arranque,  un nuevo "decíamos ayer", que a veces no salía como imaginábamos, no sé si por timidez o porque ya cada cual pensaba un poco distinto del otro, como si esa temporada nos hubiera desamarrado a unos de otros.

A mí el final de agosto me daba cosquillas en la barriga. Tenía ganas de reencuentros, pero a veces se me hacían difíciles los primeros reacercamientos; llegaba un punto en que ese volver a ver se solapaba con aquella última vez, mezclándose dos personas distintas, la que habíamos  dejado al despedirnos y la que re-conocíamos.

Ahora nos sonreímos al despedirnos de la gente; ese mirarnos a los ojos, olernos, escucharnos, vernos reír -qué importante es eso, sobre todo las veces en que uno no ríe a carcajadas ni las escribe, pero sí está riendo-, se esfuma con los dos besazos de despedida y una frase hecha. Nos sonreímos, decía, porque sabemos una cosa que antes no sabíamos: el tiempo es más rápido ahora.

La próxima despedida, para que no sea tan convencional como lo son todas, podríamos sellarla  con los mismos dos besazos pero diciendo: "hasta la próxima luna azul".

5 comentarios:

  1. Qué bonita expresión.
    Acabo de oir en el telediario lo de la Luna azul además.

    Cuando tenía la edad de Miniyó, pensaba que los 30 no llegarían nunca...

    Besos.

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  2. Cada idioma tiene su aquel, pero el inglés a veces se sale (se notó de nuevo mi debilidad, jeje).

    Nosotras fantaseábamos con qué estaríamos haciendo el año 2000, que estaba lejos lejísimos. Y mira cómo se va yendo, mira...

    B7s

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  3. Las despedidas y los reencuentros, siempre amargos y dulces en cierta medida, pero siempre extraños y confusos, a vcees por no querer dejar ir, otras por no estar seguros de querer dejar entrar...

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  4. A veces, ante una despedida, deberíamos comportarnos como ante una muerte física. No, no estoy siendo macabra, ¡acabáramos! (me encanta esa expresión...).

    Me refiero a que siempre deberíamos decir -mirando a los ojos- lo que diríamos si supiéramos que esa va a ser la última vez que "vemos" a esa persona.

    Está claro que eso deberíamos hacerlo cada día de nuestra vida, visto que nada dura eternamente, que lo único que no cambia es el cambio, que suele decirse como frase hecha. Es sumamente difícil conseguir eso, y despedimos a la gente a diario creyendo siempre siempre que va a ver una próxima vez.

    Justamente estos días recibí ese pps tan conocido del hombre que mostraba a un amigo el conjunto de ropa interior que su mujer guardaba en el cajón para una "ocasión especial". Y que esa ocasión no llegó.

    No sé, quizás es que sería demasiado doloroso obrar así a diario, nos consumiría las emociones, resultaría todo muy cansino, quizás empalagoso.

    Tal vez nosotros mismos cuando nos hemos visto en esas -al despedirnos de alguien-, hemos puesto en marcha inconscientemente el mecanismo psicológico del optimismo y el carpe diem, que nunca contempla el tiempo futuro, que, como sabemos, no existe.

    Es todo muy complicado :(.

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  5. "que va a haber una próxima vez"!!!!
    :collejapamí: por escribir a "presses i correndes" :$

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