jueves, 7 de enero de 2010

El chico del Cabanyal


Fue una tarde festiva de invierno. Me encontraba recostada en el sofá con la estufa a dos palmos y medio , y tapada con una manta polar. Hacía mucho que no veía la tele, acostumbrada más al ordenador, y esa tarde no sé si mi espalda, mi cabeza o ambos me pidieron una tregua de cojín lumbar. Jugueteaba con el mando, con la P+, como suelo hacer siempre. Y entonces lo vi.

El reportaje trataba sobre unas expropiaciones en el barrio del Cabanyal, sobre la gente a la que habían hecho la vida imposible para que se fuera de allí, y a la que le habían hecho lo imposible para que no fuera allí. Entre este último grupo salió un chico. Sería de mi edad más o menos, de pelo oscuro, ojos castaños. Lo presentaron como alguien que, contra viento y marea, se había empecinado en comprar allí una vivienda, aún sabiendo que quizás el Molt Il.lustríssim se la iba a expropiar por cuatro perras.

Se le veía bohemio, pero no del tipo bohemio con rastas y pantalones de colores, que más bien pertenece a otra generación demasiado alejada de la mía. Era una bohemia reposada, madura. Me fijé en la puerta de su casa, parecía una planta baja. En medio de una gran ciudad que cada vez aspira a ser más alta, una sencilla planta baja. Y tenía un adorno de esos de bambú que se cuelgan de la puerta para que suene al abrirla. Me gustó al instante.

Cuando acabé de verlo, contacté por todos los medios posibles con el programa. Sabía su nombre, la fecha de emisión y en qué barrio vivía. No sé si fue suerte, si creer en el destino -que lo digo siempre, a veces me sirve y a veces no-, o si fue chorra, pero lo localicé en Facebook. Fue un arrebato quinceañero cometido veinte años después de tener quince años, una locura, un salto al vacío, pero sin nada que perder.

Nunca había improvisado así una relación, todos mis contactos habían sido viejos y nuevos conocidos, no desconocidos del todo. Puede que lo pillara también en un momento receptivo, pero me aceptó, sin saber cómo era, y conociendo solo mi nombre, tan común por otra parte.
Sabiendo que andaba por ahi, empecé a cogerle más el gusto. La gente se mueve a veces por alicientes así, por ensoñaciones y romanticismo, aún en un entorno en ocasiones frío y superficial.

No me preguntéis cómo fue, pero se interesó en privado por mi persona. Esas palpitaciones ya me sonaban de antes, y tampoco esta vez pude anticiparme, medirme, frenarme. Pensé que no tenía por qué terminar saliendo mal, y era absurdo dejar de ser quien era, con mis fluideces y mis improvisaciones. A alguien terminaría encajándole todo eso, fuera cuando fuera, y podía ser entonces y con esa persona.

Hablamos primero por teléfono, luego quedamos. Nos vimos un par de veces, primero en algún bar cerca de la Estació del Nord, luego en esa casa del Cabanyal con el adorno de bambú en la puerta. Los primeros momentos, con esa luz indirecta que entraba por el Este, me descolocaron, nos descolocaron. Rodábamos por todas partes, lo único ajeno a nosotros que nos hizo falta esos días fue agua, mucha agua, jaja.

Dios, qué feliz me sentía cuando cruzábamos de noche el puente de les Flors, sin apenas tráfico, y me arrimaba a su lado, estrujándome, apretándome. O cuando tomábamos un chocolate en las inmediaciones de la Plaça Redona. Nunca había sido dada a esas demostraciones afectuosas, menos en público. Puede que porque nunca las había necesitado de esa manera, tal vez porque nunca las había sentido así.

Lo mejor de toda esta historia fue esperar un final -como siempre- que ni llegó por sí mismo ni vimos necesario que llegara -ninguno de los dos-. Como se dice, todo era cosa de que algo fluyera, y si bien antes de cruzar ese río desconocido tuve que dejar en la otra orilla mi piano y muchísimos objetos personales que me dolió dejar atrás, también a mí me terminó saliendo bien, como a muchos de aquellos colonos de Norteamérica que abandonaban sus pertenencias para que pasara mejor su carro.

Y apenas nos dimos cuenta de cómo fuimos creciendo juntos, almacenando experiencias comunes en nuestras cabezas, al tiempo que nos deshacíamos cada vez de más objetos que solo eran objetos y poco nos aportaban. Amanecía por el Este, y yo lo veía a mi lado cada mañana. Bajábamos algunos domingos por la tarde a la playa para terminar la semana, y nos inventamos un ejercicio dominical consistente en discutir cada asunto, por pequeño que fuera, siempre en domingo, siempre por la tarde, y siempre en esa playa. Cuando regresábamos, el bambú y su murmullo nos recibían, limpios totalmente de reproches y dudas. Plenos.

8 comentarios:

  1. Qué bonita historia.

    ¿Qué es el destino? ¿Esperar a conocer gente gracias a la gente que ya conocemos -si no hubiera conocido a X jamás habría conocido a Y- o parar al primer desconocido por la calle? Parece que el destino es lo primero, lo segundo es libertad, control de la situación, decisión. Si lo primero sucede y juega el destino -y lo primero sí sucede- ¿cómo puede suceder lo segundo y no participar en ello el destino? Supongo que será que el destino te muestra las piezas del puzzle, te las pone a la vista, y eres tú quien decide cuál coger y si cogerlas, independientemente de lo familiar que te resulte o no y de lo bien o mal que parezca encajar en tu puzzle.

    El chico del Cabanyal parecía saber lo que quiere. Yo quiero uno así.

    Un besazo.

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  2. A ese chico le gustaba dejar la puerta abierta pero que hubiera algo que lo avisara cuando llegara quien fuera; precavido y confiado; normal que te gustara o lo escribieras tú jajajaa

    Igual el destino es un empeñarse... oh, vaya... vivir o morir, sí, lo recuerdo, voy a ver si Mr. Brightside, como creo, tiene un comentario tuyo en cada entrada, ahora vengo.

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  3. A Majo le gusta Brighside!! A Brghtside le gusta Majo!! Ja-ja

    Y yo no le gusto a ninguno, en fin en fin, ¡es igual!, ¡para que se os me pongáis :) a hablar que si el destino es esto y lo otro y tal y tal, por favor! jajaja

    Besos ;)

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  4. Buff...
    Es una historia que si no es verdad, merece ser vivida. He ido leyendo con una sensación de desahogo cada vez mayor, y el viaje desde al lado de la estufa hasta la playa de los domingos ha sido como un paseo por ese puente de noche, sin tráfico...
    permíteme la licencia: "supersimbólico". ;-)
    Qué evocador! Es como un acto de nostalgia no melancólica. Algo enriquecedor.

    Jaja! Y este Ant, y su broma amable sobre las correspondencias blogueras... Pareces un duende burlón, como el Puck del Sueño de una Noche de Verano... en la playa de las Arenas, en el Cabanyal.

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  5. Oh, yo un duende burlón... no sé yo :), igual un crío maduro que quiere y no quiere que lo quieran; pero Majo, ahí donde la ves, ha llamado poco menos que bipolar a mi ojo... y el ojo no creo que sea bipolar, es de hecho muy constante porque no ha cerrado el ojo y, en lo posible, se mantiene iluminado sonriente, para no preocupar y que lo salven... es mas bien un no vengas por las razones equivocadas... un ven-vete-ven, no porque suba o baje el... ánimo, humor; nops...

    ¿Sabías que...? La madre de mi madre, llamada así por la falta de contacto.. primero; y luego por el contacto que explica tanto... lo... iba a decir lo padece... pero más bien lo hace, o hacía -aunque sigue viva- padecer a la familia. Yo la traté mas bien poco, pero creo que esa enfermedad requiere un gran tanto por ciento de... creerte la hostia o, no sé si es eso... me refiero a que yo vi sus estados de estoy genial, te digo lo que me sale "der coño" y luego no me acuerdo, no entiendo por qué cuando estoy deprimida, me miran así... mis tías, no sé mi madre, pero imagino también porque la visita... también yo, por ella, a veces, ya ves... creen... y dudan... que es así por la "enfermedad".

    A mí es que lo de montaña rusa me recuerda a bipolaridad y eso a ella y aquí que te cuento todo esto que por otro lado seguramente ni te interese pero... hummmmm, para una vez que saldrá hablar de ella jajaja...

    Me refiero a que no sé; yo es que es la única que conozco pero... no me creo que sea "la enfermedad"; ¿y si es cabrona, simplemente? Ah, bueno, la peluquera esta... Raquel Mosquera... bah, pero no es lo mismo... igual parece super tranquila y dulce (gracias, no) jajaja... y luego es un bicho tira piedras... no adorables ;), como las mías, que tienen plumitas y en última instancia si acaso evacúan sobre tu vestido...

    Que, por cierto, esa entrada también es una ficción;), basada en esa gente que quiere vivir en todo aquello que ama, o dice amar... o toda la gente que quiere salvar cosas que no quieren, o pueden,bajar del árbol, o derribar sus muros porque están demasiado cercas; y lo escribo yo que, más que tirar los míos, encontré... o encontró JOrge, ya no sé, una manera de hacerles una puerta que ni necesidad hay de cerrar, gracias a unos cuantas púas de goma :)

    Y sobre la continuidad, o linealidad en la forma de expresar los sentimientos... un recuerdo; reeeecuerdo yo cuando el tenerife, el equipo de fútbol, claro, subió a primera... veía con Jorge todos esos bárbaros gritando con las bufandas, ondeando banderas, tocando los claxon... y lo pensé, se lo comenté, que yo jamás había sentido, aunque no es el verbo, una emoción tan guaaaaaa aaauuhhh ahhhhhh; no soy de esos jajaja... también es cierto que no bebo, no me drogo XD; pero también lo es que hay gente capaz de eso, como de ponerse a llorar ante una clase por suspender un examen... pues yo no :) Jesúúúú´s, llevo ya un rato largo aquí... pues ya no sé que te decía.. ah, sí, que esa contención, antes de que notara que simplemente era que.. claro que no sé si soy así porque era así, o por lo que viví... seguramente por eso último... antes me preocupaba, pero bah, gracias a my man.. en fin, te das cuenta de que soy así... y que eso, al otro lado, puede interpretarse como frialdad, o mas probablemente represión, cuando no... pero que interpreten lo que quieran, psssss, ya le diré a las palomas a qué lugares, ventanas y pisos y aparcamientos han de ir después de comer ;)

    Besos de rumor de alas hacia la nariz de España ha-ha-haha

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  6. Iba a responder, pero ¿qué respondo? jajajaja!

    Chicos, agradecida por vuestro tiempo a mí dedicado :)

    besosss

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  7. Hola Majo. A mí me gustó.

    No sabía si era un cuento o una historia real ;-) Así que supongo que está bien contado.

    Te leo también ;-)

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  8. Qué bonita historia. Sobre todo por la recompensa de arriesgar.
    No podemos dejar que el destino haga todo el trabajo porque es bastante vago, hay que ir a por lo que queremos.

    Besos.

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