A José Luis Garci se le tiene mucha manía -al menos en España, como no podía ser de otra manera-. Sin embargo yo, si tuviera ocasión de conocerle, solo tendría palabras de gratitud, porque gracias a él pasé unos memorables martes de cine- nunca mejor dicho-, al ver esa noche y no otras el programa emitido la víspera, lunes (cosas de los vídeos y los DVD grabadores).
Aparte de traerme a mi casa y a mi vida los recovecos del cine, o, como dirían en Radio 5 los secretos de rodaje, me hizo interesarme por él como cineasta, y si bien puede que las películas que he visto suyas no sean de las que pondría en lista de preferidas o altamente recomendables, no se le podrá negar el preciosismo, el detalle y la sensibilidad.
Nunca había visto esa peli. La bajé quizás por ver una referencia en algún lado, ni siquiera del por qué me acuerdo, y mira que normalmente atamos lo que hacemos sin darnos cuenta y simplemente tirando un poquitín del hilo vamos retrocediendo hasta llegar a la causa de nuestro efecto-presente.
Era sábado. Llovía -casi cien por cien de seguridad viendo la que nos ha caído este invierno-; hacía mucho frío -alguien que duerme con calcetines hasta casi entrado el verano no podría decir otra cosa-, y, por supuesto, no tenía conexión para perderme cliqueando de forma sistemática y ansiosa como hago/hacemos muchos.
¿Qué decir? que la vi de un tirón -nada habitual en mi caso-, que me encantó ver cómo era España esos años -otra vez-, que Antonio Ferrandis hizo un papel elegante como pocos, y que Encarna Paso se hizo conmigo a los pocos planos.
Me parece que hasta los treinta años no pensé nunca nunca en la posibilidad de que uno pudiera alejarse de alguien queriéndole. A lo mejor mi microchip de cómoeslavidarealmente estaba un poco en su versión 1.0 y tenía falta de un reseteo o formateo directamente. ¿Qué? las cosas salen bien si hay voluntad por ambas partes, si al final el cariño es lo que prevalece, si teniendo eso... ¿qué impedimentos van a haber?, si mira, contra viento y marea, ahí estamos, valóralo, si...
Empecé hace unos meses a entender y asumir que a veces las cosas suceden porque no hay más remedio, que por mucha voluntad que se ponga -incluso por ambas partes-, a veces las personas se alejan y separan sin más. Me lo contó un amigo una noche. Seguramente yo andaría llorando. Y lloraría en mi versión 1.1.0, es decir, sorbiendo mocos y notando como algo se me rompía a pedazos por dentro. Algo que por mucho empeño que puse, no pudo ser.
Bueno, en Volver a empezar, Antonio y Elena -Antonio y Encarna- se separan un tiempo. Un tiempo, que pudiendo ser semanas o meses se transforma en cuarenta años. Se dice pronto. Causas ajenas, directas, qué más da. El hecho está ahi. Vidas paralelas.
Cuando se reencuentran, en un momento tan "decíamos ayer", solamente después de haber hecho el amor, ella le pregunta tiernamente: "- Y dime, ¿qué fue de ti?"
Escuchar esa frase me impactó, me descolocó, me trajo viejos fantasmas al presente, me afectó...
Y, como digo muchas veces... solo ese ratito me hará recordar esa película para los restos.
Escuchar esa frase me impactó, me descolocó, me trajo viejos fantasmas al presente, me afectó...
Y, como digo muchas veces... solo ese ratito me hará recordar esa película para los restos.
Hace poco hablaba con un amigo sobre la gente que en el pasado fue importante y que no vuelves a ver. Decía que le gustaría retomar contacto con algunos pero que no venía a cuento, que no podía llamarles sin más después de tanto tiempo, y se lamentaba de que a la gente normalmente le baste con los recuerdos...
ResponderEliminarMe apunto la recomendación.
Besos.
Holita, Cris,
ResponderEliminarComo habrás notado, "he vuelto", y me refiero a que había decidido no meter más tristezas en este sitio. Bueno, lo he vuelto a hacer, has visto. Y te contaré algo más: este verano escribí en mi libreta unas líneas referidas al olvido. Venía a decir que me sorprendía a mí misma viéndome en cierto modo "tirana" por ser consciente de la indiferencia que sentía hacia algunas relaciones del pasado.
No sé ahora si esa tiranía que yo admitía tener resultó ser lo que me dijo mi amigo: paz. Me dijo también que no debía sentirme mal por sentir paz, que es algo a lo que quien más quien menos todos aspiramos...
Siempre vi un problema en el hecho de recordar demasiados detalles y palabras quizás insignificantes, a los que era capaz de dar cien, mil vueltas para llegar al fondo. Como contrapunto, y terminando de explicar lo de antes, este verano tuve esa sensación extraña de verme olvidadiza de raíz, como si algunas personas nunca se hubieran cruzado en mi vida. Lo más triste de reconocerlo fue que entonces se me hizo tremendamente fácil comprender la indiferencia que otros sentían o podían sentir hacia mí, y eso me estremeció.
He publicado este texto para hacerme un poquitín de autoterapia. Viendo cuándo lo he publicado y sabiendo cómo me siento al leerlo me gustaría tomarlo como referencia para calibrar el día o la época más o menos en que seré capaz de asumir eso, que algunas relaciones terminan sin más.
No creo que a la gente le baste con los recuerdos, como se lamentó tu amigo. Hay veces que uno ha hecho todo lo que ha estado en su mano, y la misma frase hecha "en su mano", seguramente sea el consuelo al menos de pensar que siempre es cosa de dos, por mucho que uno piense que con cariño y voluntad todo es salvable y recuperable. Si basta con eso es porque no queda otra, ¿no crees?
Besets
Hummm, pues yo no la he visto; pero creo que de Garci era "historia de un beso", y me gustó.
ResponderEliminarNo sé; imagino que con el programa de cine tantos años se ganó unos cuantos odios.
Esos clicks nunca te llevan a mi :) (pero para qué volver a empezar), a veces lo mejor es diiirse, asumir que no y no pasa nada; pero nunca se hace.
Pienso en otra cosa, dont te worries jajaa Por movidas familiares que no me son demasiado conocidas, yo tuve contacto con la familia materna a los 19.... bueno, da igual cuando fuese; la cuestión es que hablando con mi prima me decía que sentía que no nos conociéramos, que nos hubiésemos perdido eso, el conocernos... que no era culpa nuestra... responsabilidad, mas bien... No lo fue antes, pero ahora sí; tampoco yo es que haga nada por...
en fin, que lo má ssensato sería borrar estas tonterías, pero entonces, entonces sería como la chica que borra y tampoco sabría por qué así que pa qué.
"¿Qué fue de ti?",
- Haber estado - y que se les agrie la leche jajajaja
besos
Jajaja, Ant, desde luego, si tú y yo dejamos de tratarnos no será porque no hiciste todo lo que estuvo en tu mano, ¿eh? ;)
ResponderEliminarTe leo, te sigo públicamente, te tengo enlazado, hay cariño... ¿no te llega? :( (aquí carita real y dramáticamente triste)
"Haber estado", dices. A veces uno no puede simplemente abarcarlo todo, aunque pensándolo bien, mi amigo más carismático tiene más de 400 contactos en Facebook y nos riega a todos continuamente. Siempre hay una llamada, una sonrisa en el Muro, un saludo en el Msn... Digo yo que si él puede, todos podemos.
Y ahora me quedo pensando en por qué a veces no lo hago.
Besazos
Creo que tu último comentario pone la guinda perfecta a toda la entrada. "Si él puede todos podemos" es perfecto. Después de tantos años en internet lo que más me duele es ser consciente de cuando alguien quiere desaparecer de mi vida, dejando de "regar" esa relación. A estas alturas, para mi ya no cuela como despiste, sé que hay una intención más o menos consciente de querer hacer limpieza. Para no tener problemas de conciencia, soy de las cabezonas que insiste en mandar un saludo por cualquier vía, hasta tener la certeza de que quiero ser "perdida de vista" y prefiero no molestar más.
ResponderEliminarBesitos (te debo una i-explicación, lo sé, llegará ;) )
Y dime, Lady... ¿cuándo tienes esa certeza? ¿Cuántos "feos" son necesarios? ¿Dónde termina el bienpensar de "estará ocupad@ y no puede responder ni saludar" y empieza el "date cuenta de que le importas un pito, no te molestes más y, sobre todo, "quenoteimporteaquiennoimportas"?
ResponderEliminarMe gustó mucho tu comentario, no sé, empaticé.
PD: y ¿qué será eso que me debes? intrigado me has...
Hola!
ResponderEliminarPues ¿sabes qué? Yo voy a enlazar el comentario de Cris con el de Ant. Por nada más que porque lo que yo siento es lo que ellos han expresado. Bueno, Ant, y el amigo de Cris, jeje:
Creo que a la gente nos basta con los recuerdos, porque el tiempo pasa entre dos personas, estén juntas o no. Creo que Ant lo ha visto muy bien. Entre otras cosas porque le concedo el beneficio de la Woolf: Tu historia fue maravillosa porque se terminó. Y si hubiera continuado, a buen seguro que no sería tan maravillosa ni de lejos.
Ayer tuve la oportunidad de volver a disfrutar de Punset en Buenafuente: Dijo que ahora ya sabemos que la única diferencia entre los otros homínidos y nosotros está en la Ficción. Lo explicó con un supuesto sencillo, pero claro como el agua de su ejemplo:
Entre dos personas, si una coge una jarra y hace que bebe (beba o no), la otra, por acción de las "neuronas-espejo" (sin comentarios), podrá sentir sed. Igualmente, si una persona hace como que coge una jarra y bebe, la otra también podrá sentir sed... pero esto no ocurre con los demás homínidos: Conclusión:
La Ficción de beber nos afecta tanto como la realidad de beber. Sólo a nosotros.
Lo mismo ocurre con los recuerdos:
Creo que lo que nos propone Garci en su película es un deseo, un ansia, una ilusión.
Lo mismo que propuso Fray Luis de León cuando regresó: "Decíamos ayer...", sí, decíamos ayer.
Pero Fray Luis lo sabía, igual que tú y que yo... Igual que Joaquín Luqui, como él decía.
Hasta tu amigo. No el que riega un jardín enorme; el otro. Y Elena y Antonio, también ellos. Ellos más que nadie.
Actores jugando a ser personajes que son personas que juegan a que no ha pasado el tiempo.
A que a la vuelta de la puerta él estaba allí, y no había habido una guerra, ni un exilio. Jugaron a ser jóvenes, a que el reloj les había respetado un ansia tan noble de felicidad.
Estuvieron juntos en aquella casa en el bosque, y fueron los amantes que debieron ser, que se debían a sí mismos, y al otro. Se burlaron de la fecha de caducidad del envase que les contenía, porque vencieron.
Vencieron, finalmente. A sus carceleros. A la distancia. Y al mismo verdadero Dios: El tiempo.
Pero Majo, era un juego. El último baile.
Hola, Espejo,
ResponderEliminaraprovecho ahora que ya hice la entrada nueva y así esto queda más solapado ;))
Si al final todo se resume en que los finales redondean las historias y las relaciones, menuda putadita pues :(. Yo ya sabía que moríamos -no vivo en los mundos de Yupi :P-, pero no quería aceptar que los adultos nos alejábamos, y sobre todo que eso podía doler tanto.
Digo los adultos porque de niños el alejamiento era tan simple como cambiar de cole, repetir alguien un curso o terminarse el verano.
Parece que de mayores dominamos todo: conducimos nuestro coche, vivimos en nuestra casa, administramos nuestros ahorros, nuestro tiempo, somos los dueños de todo lo que nos concierne. Sin embargo, perdemos gente por el camino y eso no lo podemos controlar.
El amigo del que hablé (no el de los 400 contactos, sino el otro), me dijo que no era capaz de asimilar que aquello de lo que me lamento no era una especie de "muerte" (como la veía yo), sino simplemente una evolución.
Que yo no aceptaba ese cambio y trataba de rescatar un estado anterior que ya no existía. Por tanto, estaba anclada en el pasado respecto a ese tema.
Una verdad como un templo.
Me parece que como terapia ya está bien. Zanjo el tema aquí porque no da ya para más -ni dentro ni fuera, ja-.
Gracias a todos por la catarsis :)
Uuuys, no lo haces porque no tienes vergüenza, hoy no te echo ni una gota, hala, en tu nueva entrada jajajaa
ResponderEliminarbesos de voy a borrarme un comentario mío, aquí... mañana a estas horas lo haré si no me das un rehén jjajaa (si me acuerdo lo haré;)
ah, y no, no me llega, no como debiera o tú lo escribes, yo es que no soy de esas hormigas leídas que a ti te gustan, claro, jajaja ;)
ResponderEliminarbesos con pedorretas
Enlaces que llevan a otros enlaces, y te hacen acabar donde sería mejor que no hicieras acto de aparición... De cualquier forma, ya que estoy aquí, y ya que el tema me interesa, porque soy de esas personas que tratan de hacer todo lo posible por mantener el contacto con quienes me han dejado una buena impronta en un momento dado, me parece oportuno dejar un comentario. Aunque ello suponga contravenir aquello que me dije a mí mismo de no volver a dejar constancia de mi paso por esta bitácora.
ResponderEliminarMantener una vinculación con otra persona es bien sencillo, es simplemente cuestión de una mínima voluntad. El trajín diario suele absorber hasta quitar casi todo el tiempo, y puede llegar a provocar que pasen semanas, incluso meses, sin entablar contacto directo alguno. Pero si hay voluntad, a la hora de la verdad no hay vergüenza alguna para decir "estoy aquí y te tengo presente". Y si hay receptividad, dará igual todo el tiempo que haya pasado, porque por encima de todo primará el deseo de saber de la otra persona.
Me ha encantado el comentario de Amtispan (de hecho, es el que me ha impulsado a dejar otro), porque estoy casi totalmente de acuerdo con él; tan sólo introduzco el matiz de dejar margen al beneficio de la dejadez, que en ocasiones hace que se pospongan asuntos que deberían ser perentorios.
Majo, te preguntas cuándo está la certeza de que la otra persona no quiere saber nada de ti y cuántos feos son necesarios para ello. A veces basta uno solo, bien contundete, para verlo todo con claridad.
Un saludo.