sábado, 30 de mayo de 2009

Ir a buscarla

"No hay deber que descuidemos tanto como el deber de ser felices"
(Robert Louis Stevenson)

De siempre existieron los espíritus libres.

Me gusta indagar en las biografías de los "grandes" escritores -oficio que admiro sobre todas las cosas-, y, entre frases escritas en sus textos que luego forman parte de sidebars de blogs o notas en las contraportadas de carpetas adolescentes, leo entre líneas auténticos actos de reafirmación, de afán de conseguir sus objetivos vitales. Solían ser éstos de tipo humanístico y romántico (pocos aspiraron/aspiran a crear grandes Holdings empresariales), y desafiaron en esas épocas más conservadoras que la actual -ahí radica mucho de su mérito- prejuicios tan tontainas como la diferencia de edad o el estado civil de la gente que los enamoró. Escaparon de corsés y etiquetas sociales que les agobiaban y ahogaban.

Cruzaron océanos (no de tiempo, como el Drácula de Bram Stoker, sino físicos, en viajes que duraban semanas) para ir en búsqueda de su felicidad (aunque ésta no haya que buscarla, porque entonces se hace escurridiza, como la cola de un gatito). Y les importó un pito lo que pensara la otra gente.

Se negaron a dejarse llevar por sus destinos prefijados, y se lanzaron en busca de aventuras que no hubieran ido a buscarlos de no haber salido ellos a su encuentro. Ellos perfeccionaron a su manera su paso por el mundo, moldeándolo a su antojo, como quien moldea plastilina.

Y así, sus vidas no se limitaron a esas oscuras e inspiradoras ciudades europeas o del Este norteamericano, sino que buscaron islas, sus islas, y allí, entre brisas cálidas y rostros sonrientes encontraron más y más inspiración. Los samoanos llamaron Tusitala ("el que cuenta historias") a Robert Louis Stevenson, que ha hecho y sigue haciendo soñar a niños y hombres de todo el mundo con sus aventuras en islas con tesoros y mares del sur... ¿imagináis que alguien os llamara así? ¿puede haber un apodo más maravilloso?

Soñar es gratis, pero creer en que las cosas puedan mejorar y llevarlo a cabo no es un sueño, es real, está ahí. Lo tenemos a nuestro alcance. Sólamente hay que dejar atrás el miedo y la incertidumbre, palabras negativas, paralizantes y malosas.

Y mirad cómo son las cosas. Stevenson fue una gran influencia para Borges... que dijo lo siguiente:

"He cometido el peor pecado que un hombre puede cometer: no he sido feliz"

Procuremos que no venga nunca este pensamiento a nuestra cabeza...

3 comentarios:

  1. Hummmm, siento ser yo quien habra los comentarios, porque pienso que la felicidad es una chorrada. Ser feliz, ser feliz, se te pasan los días... y no creo que todo esté en nuestra mano... ni siquiera que ser feliz sea lo importante.

    Es eso como de "ir a buscarla", como si la dieran hecha o creciera en las ramas de un país donde a los animales los matan a besos... que es lo que nos pensamos por aquí, sólo porque no vemos el hacha.

    La ignrancia de los intermediaros quizá sea lo que nos lleva a pensar eso. A pensar que la gente de los documentales, de áfrica o más allá, son salvajes...

    Creo que puedes cambiar tu vida; cierto margen, pero no sé, no sé, las grandes vidas en las biografías son un retrato sostenido, y el día a día más complejo.

    Imagino que todo tiene su mérito; hacer lo que te gusta, no hacerlo, ceder, marcharte;

    Besos de me gusta leerte, y hasta no estar de acuerdo contigo, porque si eso te soplo y yastá ;) Beeesos

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  2. Yo tampoco creo en la felicidad como concepto general, por eso siempre he dicho que desconfío de los que "van de felices" por la vida. Rascando rascando siempre hay algo no tan idílico y sí muy maquillado detrás de tanta apariencia.

    Una vez en otro blog dije que un ejemplo de lo que para mí representaba la felicidad era el poder estar centrada en un momento preciso (hablaba de exprimir una naranja), y tener en mi mente sólamente la estopa, la acidez, el color, el brillo, la peladura, el cuchillo, mis manos... Todos mis sentidos puestos en esa acción, ni en una hecha una hora antes ni en otra que vendría una hora después.

    Momentos. Simplemente momentos, nunca un estado continuo, ni mucho menos perenne.

    Me has hecho pensar en lo de las grandes biografías, creo que tienes razón: información escogida, magnificada, mitificada. Pero lo que también sigo pensando es que alguna gente ansía un cambio y no se atreve. Y no sabemos si ese cambio sería o no positivo, pero el no llevarlo a cabo, el estancamiento, impiden disfrutar de ese "zumo de naranja" que están viviendo. No sé si me explico.

    A todos nos surgen dudas -yo soy particularmente dudófila-. Y cuando la duda te empieza a corroer, y empiezas a pensar en los "y si...", algo desconocido, lejano y a menudo inalcanzable bloquea el poder disfrutar del presente, y ahí sí que pienso que el bienestar pasa por un cambio, sea del tipo que sea. Como si, aún no sabiendo dónde nos metemos, fuera mejor que el malestar que se tiene en esos momentos. En este caso le daría la vuelta al refrán de "más vale malo conocido...".

    Y sobre todo, soy fervientemente partidaria de quienes dicen que "sólamente me arrepiento de aquello que NO hice".

    Gracias por plantear más cuestiones, Ant.

    Besets

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  3. Pues yo sí creo en la felicidad como concepto general, y no precisamnte porque me hayan tocado circunstancias envidiables. Pero me gusta valorar lo que tengo, atender a la medida en que puedo influir en mi entorno. A lo mejor peco de un optimismo exagerado, pero creo que desde el realismo. Sé qué puedo conseguir las metas reales que me proponga, y disfruto con las pequeña cosas:

    Ahora mismo, tengo al lado de lo que escribo la foto del cuadro de la Ola de Kanagawa. Llevo tatuada una gheisha con ese estampado en el kimono.

    Besitos.

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