miércoles, 30 de diciembre de 2009

Una elección


Termina un año más. Decir ese "más" no es quitarle valor,  y más sabiendo que cada minuto es un regalo. Puede que lo peor esté por llegar, como me dijo hace unos meses mi madre -muy animosa ella- , pero mientras, durante, también llegará lo mejor, estoy segura. Si no, menuda estafa pues;  yo, que confío en  Chaplin, no puedo no pensar eso. Debo pensar eso.

Una de las películas que creo que más gustan a casi todo el mundo es la aquí titulada Cadena Perpetua. El título me echó atrás en su estreno, lo recuerdo como si fuera ahora. Iba de cárceles, y con ese título buff, como que no, no me apetecía nada de nada verla.

Pero mi hermano mayor me la vendió muy bien: "és bonica". Bonico es el adjetivo más alto que se le puede dar a algo, el más valioso. Hay cosas buenas. Bonico es más que bueno. Aquí, cuando una persona es bonica no significa que sea un bellezón. Es más que eso, un conjunto de virtudes, de decir: "qué bien haberla conocido", "ahora que la conozco, forma ya parte de mi vida".

En una cárcel -real o imaginaria- uno puede amargarse, tiene todas las papeletas para ello. La "vida" que se nos muestra allí es tremenda -porque yo nunca he estado en una de verdad-. Se puede uno hundir, o pensar de la manera en que lo hacía Andy Dufresne:

"Sí, vale, eso es lo que hay, está allí y yo estoy aquí, todo se reduce a una simple elección: empeñarse en vivir o empeñarse en morir"

Toda la película es una lección de esperanza y superación. Os enlazo trozos del guión (espero que bien traducidos): Aquí.

Y un vídeo que resume cómo se puede ser una persona especial sin venir de otro planeta y solamente con pequeños detalles:



Por lo demás, Feliz Año Nuevo y, como digo siempre, salud sobre todo.

lunes, 28 de diciembre de 2009

La chica de la película


Creo que sé por qué me gustan tanto últimamente las comedias románticas -lo que no me gusta es esa denominación que le han puesto...-. En ellas no se dan giros imposibles que no suelen suceder en la vida real; es decir, los sentimientos de la gente no cambian de repente, y si ha habido un camino descendente, nunca nunca se vuelve a subir. No hay ranas besables, ni brujas que se vuelven buenas, ni perdonavidas que recapacitan y se llevan recompensa. La gente, simplemente, cuando ve que algo no funciona, hace borrón y cuenta nueva. Cambia. Las situaciones suceden,  un poco aceleradas (al fin y al cabo son ficción), pero siguiendo su curso natural.

Ayer tuve una conversación que más pareció un diálogo contra un espejo. Por momentos no podía creer que lo que escuchaba no hubiera sido dicho o pensado por mí antes. Fue tal la empatía que dejo aquí  -por si lo lee esa persona- una frase genial de una peli que me gustó bastante. Se trata de The Holiday, y la escena transcurre en un restaurante. Un viejo guionista de Hollywood le dice a Iris (la siempre adecuada Kate Winslet):

- "Te dejó; no es difícil llegar a esa conclusión. Iris, en las películas están las protagonistas y las amigas de la chica. Tú, te lo aseguro, eres una protagonista, pero no sé por qué actúas como la amiga de la chica".

jueves, 24 de diciembre de 2009

Una excusa...


Anteayer se rompió de un batacazo el calefactor del baño. Era un objeto relativamente "valioso", llamativo, de un tamaño considerable.

No me lo pensé dos veces y ni miré de arreglarlo. Creo que no me valía la pena. Fui y compré otro.

Hoy se "rompió" una pinza de tender. Algo tan poco valioso, tan poco llamativo, tan pequeño, ya véis, qué chorrada, pero yo nunca me puse a recomponer las pinzas cuando se rompían. Se encargaba de ello otra persona... Bien, hoy arreglé esa, y de paso, otras que andaban un poco "sorongas".

No creo que eche de menos ese calefactor, y sin embargo, creo que di otra oportunidad a esas pinzas, y me siento bien.

Basta de chorradas en mañanas de Nochebuena lluviosas. La Navidad no es para mí lo que era, lo que fue unos años. Pero no por ello vivo en otro planeta ajeno a ella. Esta anécdota basada en un dicho que me encanta sobre la razón, el cerebro y el corazón, era una excusa para felicitaros estos días:


Felices Fiestas

lunes, 21 de diciembre de 2009

La chica de la tienda de libros

 
Llegar antes a algunas ciudades es una gozada. No es como ir con tiempo a cualquier sitio dentro de mi pueblo y esperar a alguien mirando el móvil continuamente y acordándote de su madre... Si llegara a Dénia por Las Marinas y aparcara el coche por allí, me entretendría por las callejuelas de pescadores, observando esas fachadas estrechas e imposibles y escuchando el mar, y oliéndolo.

Pero llego por la zona de campo, como dije, y el barrio al que acudo es un barrio normal y corriente, sin apenas atractivos visuales, como no sea el Montgó, que se levanta imponente delante de la escuela. Me gusta mirarlo, cómo no, igual que me encanta ese trozo de mi trayecto de vuelta en el que aparece Segària a mi izquierda. Como es de noche ya, se ve una masa oscura, inmensa, y siempre me impresiona.

Bueno, que me desvío a la mínima... la cosa es que cerca de la escuela, a menos de cinco minutos andando, se encuentra la mayor librería de la zona. Allí uno puede encontrar cualquier libro, y no es un decir. Casi diría que a veces llego aposta con tiempo de sobra, solo para perderme un ratín viendo y manoseando libros. A los que no saben qué regalar, siempre les digo que un libro. Si el destinatario no es amante de la lectura puede ser un libro visual con fotos, paisajes, dibujos, pinturas. También hay libros sonoros, otros táctiles, e incluso con aromas. Siempre pienso que es el mejor regalo -materialmente hablando- que existe. Pero claro, es mi opinión.

Bien, la semana pasada aproveché ese ratín de ocio y paseo para aprovisionarme de unos cuantos libritos y librotes para regalar. La cola, pese a ser una hora temprana, era bastante larga, y aún habiendo dos mostradores distintos, el que yo elegí era el más concurrido.

Pese a que, como dije, tenía tiempo, una vez elegidos los libros ya se acercaba la hora en que debía estar en clase, así que empecé a mirarme el reloj. Al principio para saber la hora, más tarde, para ver si la chica que envolvía los libros se daba cuenta de que tenía algo de prisa. Me preguntó para quién era cada uno de ellos, con tal de adaptar el papel, y escuché ese acento argentino o uruguayo, que nunca distingo, y entonces observé la calma con la que hacía su trabajo.

En plan mariconsejos, una vez, dije a alguien que la felicidad era hacer un zumo de naranja e ir disfrutando cada uno de sus procesos: el corte de la fruta, el disfrute de ese primer aroma ácido al hacerlo, el movimiento de muñecas, el repaso de la estopa... Lo dije porque así lo había leído no sé dónde, pero en ese momento, en esa librería, solo fui capaz de pensar que una cosa era decir las cosas y otra hacerlas.

Ella eligió con toda la parsimonia cada papel, y envolvió el primero, al que colocó una señal como le había indicado para acordarme de a quién iba dirigido. No cogió ni siquiera el rotulador con prisa y garabateó la señal. Lo descapuchó y trazó con completa calma aquel número. No le importaba cuánta gente tuviera en la cola esperando, ni que yo mirara continuamente el reloj, ni que suspirara. Ella seguía con toda su delicadeza el proceso de envoltura de libros. Me fijé en el modo en que lo hacía, y cómo movía sus manos, y puede que por dentro estuviera a mil cosas, pero me dio la impresión de que tenía su mente puesta solamente allí, en ese papel, esas tijeras y ese celo, y que disfrutaba plenamente de lo que hacía.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Viajes

 
Ayer tarde, hablando de cine con un amigo, le comentaba que durante muchos años mi película favorita había sido El Regreso. Esos años me sentía especialmente atraída por la temática de la Guerra de Vietnam -creo que, o lo he dicho ya por aquí, o acabo de tener un Dejà Vu- . Pensándolo bien puede que me atrajeran todas las guerras, ahora que caigo, porque podría decirse que mi introducción en el cine "de adultos" había sido ver, a los quince o dieciséis años Johnny cogió su fusil. La dieron sobre la una de la madrugada. Todavía no era una lirona, y para nada necesitaba el dormir tal y como lo necesito ahora. La vi con uno de mis hermanos, trasnochador de toda la vida y quien me introdujo en varios mundos que forman parte de mi vida ahora: la música, la lengua inglesa y el cine en sí -ya que se tragaba todas las sesiones de Filmoteca TV y Cineclub, a poder ser en versión original, fuesen en el idioma que fuesen, ya que tiene el don de la poliglotía-.

Seguramente no hablamos mientras la vimos, porque no recuerdo absolutamente nada al respecto, ni un comentario, ni siquiera recuerdo haber respirado los ciento once minutos que duró. Solo que tenía un nudo todo el tiempo, que aquello era muy fuerte, y que necesitaba soltarlo como fuera, pero no en ese momento. Al día siguiente, sí que recuerdo que en clase de Literatura solo quería hablar de ella. No hablábamos de la I Guerra Mundial, no venía a cuento (¡si estábamos en clase de literatura!), pero era una clase que fomentaba la participación, con Nacho Cabezas a la cabeza, valga la redundancia, y necesitaba hablar de esa película, soltar ese nudo que me apretaba desde la noche anterior de manera tan fuerte.

Esa fue pues la primera película que me marcó, pero no tuvo nunca el estatus de "película favorita" que tuvo hasta hace nada la de Ashby... Me pregunto qué me gustó tanto de ella a los veinte años. Seguramente su comienzo sea, junto con el de Buscando a Nemo, uno de los que más me afecten emocionalmente, de los que creo que mejor ajustan los créditos iniciales con la música, de los más logrados que he visto hasta ahora -con lo que me queda por ver...-. Bruce Dern corriendo, sin parar de correr; al mismo tiempo, otros que antes corrían no lo podrán hacer más, y se juntan todos esos planos, con una canción que me encanta y que no he logrado averiguar nunca de quién es :(.

Hace unos años hablamos otra vez de ella un grupo de gente hasta entonces desconocida y yo misma. Tenía entonces treinta y cuatro años y, pese al recuerdo tan claro de ese comienzo que logró atraparme, y cómo no, de ese transcurso y su final -entre medias, Sympathy for the Devil y los estupendos Jon Voight y Jane Fonda, representantes del setentismo norteamericano del cine que yo conozco, que ya dije que no es mucho-, me pareció comprender por qué me gustaba tanto: me había mostrado a las claras que la vida da muchas vueltas, y  a veces lo que has esperado durante tanto tiempo puede acabar volviéndose en tu contra, e incluso llegar a aborrecerlo.

Ya digo, después de esa conversación de ayer en que salió ella, la palabra regreso quedó subliminalmente en mi runruneo el resto del día. Fue inevitable pues pensar en ese concepto y no recordar a Odiseo, su viaje... y su vuelta. Cada cambio de hábito y costumbre supone un viaje; las crisis mismas son una ocasión única para viajar, y no me refiero físicamente, sino mentalmente. También lo son los cambios de estación, las vacaciones, las ausencias - las nuestras y las de otros...- Cuando uno regresa de uno de esos viajes, puede haber superado el temor a esos monstruos, que, como dijo Kafávis, no se nos presentarán siempre que nuestro pensamiento esté en paz, ya que viven dentro de nosotros. Contra nosotros mismos debe llevarse a cabo la mayor empresa y lucha, y así, nuestras expectativas sobre Ítaca serán menos elevadas, y se nos mostrará ante nosotros, fácil, accesible...

Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca
debes rogar que el viaje sea largo,
lleno de peripecias, lleno de experiencias.

No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,
ni la cólera del airado Poseidón.
Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta
si tu pensamiento es elevado, si una exquisita
emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.

Los lestrigones y los cíclopes
y el feroz Poseidón no podrán encontrarte
si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,
si tu alma no los conjura ante ti.

Debes rogar que el viaje sea largo,
que sean muchos los días de verano;
que te vean arribar con gozo, alegremente,
a puertos que tú antes ignorabas.

Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,
y comprar unas bellas mercancías:
madreperlas, coral, ébano, y ámbar,
y perfumes placenteros de mil clases.

Acude a muchas ciudades de Egipto
para aprender, y aprender de quienes saben.
Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:
llegar allí, he aquí tu destino.

Mas no hagas con prisas tu camino;
mejor será que dure muchos años,
y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,
rico de cuanto habrás ganado en el camino.

No has de esperar que Ítaca te enriquezca:
Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.
Sin ellas, jamás habrías partido;
mas no tiene otra cosa que ofrecerte.

Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.
Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,
sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.

martes, 15 de diciembre de 2009

Caledfwlch


Recuerdo al perro con cabeza de hombre barbudo de Encuentros en la tercera fase. Durante años pensé que lo había soñado, pero me extrañaba, al tener esa imagen tan nítida. Comprobar que existía en realidad, aunque fuese de ficción, me tranquilizó, vaya que si me tranquilizó... Yo lo recordaba en forma de cromo, en un álbum que rellenaban mis hermanos mayores. Y confieso que me daba canguelo abrir el álbum por esa página. Era un álbum de cine, de esos en los que los cromos eran de cartón y se pegaban con Imedio, quedando el tocho todo hinchado e irregular.

También recuerdo por entero Excalibur. Me recuerdo enamorándome de la Materia de Bretaña- qué casualidades que justamente unos años después leyera un libro titulado así unas veinticinco veces seguidas-. Decía que me enamoré de todo eso, y seguramente a partir de esa película. Y lo mucho que me sorprendí cuando, por azar, completamente por azar, bajé de aquel bus de la National Express en Caerdydd, cuando yo no tenía que estar allí de ninguna manera. Qué nombres tan extraños... Cymru, Caerphilly... Allí estaban, en cada señal, camuflados entre la neblina, otorgando al conjunto todavía más reminiscencias celtas. Enamorándome todavía más.

Para mí hasta entonces habían existido Inglaterra, Escocia, Irlanda... pero apenas había advertido tímidamente ese pequeño país, del que desconocía casi todo. Y resulta ser que allí se habían gestado la mayoría de leyendas artúricas.

Dije antes que recordaba Excalibur. Sí, sobre todo la escena de La Dama del Lago. Eran personas, no dibujos, y pasaban cosas sobrenaturales. Era una mujer sumergiéndose en un lago, en un mundo de fantasía -como dice mi hijo cada vez que escucha la canción 20 de abril, qué cosas- . Creo que esa mujer, ese lago y todo lo que la rodeaba nunca se me van a borrar de la memoria.

A esas edades no sabes si aquello es realidad, todavía uno cree en lo sobrenatural, incluso en Dios. Uno se va haciendo mayor  y piensa que Camelot, Morgana, Merlín, Sir Lancelot o Ginebra han existido, en otro lugar y otro tiempo...

Tienen algo los galeses -también lo aprecié en los escoceses- que los hace entrañables. Están -como dijo una vez una chica jovencita en un programa de radio, haciéndome parar en seco lo que estaba haciendo- enamorados de su tierra. Ellos no tienen tiendas de souvenirs, ellos forman parte de una historia fantástica, y entras en cualquier tiendecita a comprar plata, o dragones, y, a medida que van contándote esas historias -con gusto  de contarlas, porque eso se nota-, van transformando sus rostros, y sus cejas pobladas se transforman en cejas puntiagudas, y llega un punto en que no sabes si es un tendero, un duende o un buen actor interpretando. Y allí te ves, rodeado de motivos celtas, escuchando música celta, con la nariz despejada por la bruma celta... y no terminas de creerte que hoy en día  sepamos a ciencia cierta que todo eso  no existió jamás, aunque tenga nombre y esté descrito pormenorizadamente. Aunque haya resistido siglos y siglos. Y claro, sientes que no estás en una simple tienda, como si en cualquier momento fuera a suceder algo "diferente".

Tengo una anécdota muy preciosa -como diría Heidi ;)-: conocí en el trabajo a un matrimonio galés. Me preguntaron dónde había aprendido a hablar inglés. Les conté, y al cabo de unas semanas recibí una postal:

Recuerdo a todas y cada una de las personas a las que conocí. Sus caras, sus nombres, sus voces, sus risas. Cuando terminábamos el turno de noche, solíamos reunirnos en el Staff-Room con una gran mug de té con leche. Ellos contaban leyendas, yo flipaba en colores.

Hay que viajar, viajar todo lo que se pueda. El domingo noche cómo disfrutamos una amiga y yo en el msn. Quedamos en irnos con más gente a Dublín, a beber cerveza negra mientras escuchamos grupos de folk noche tras noche, aunque salgamos a rastras y nuestros estómagos treintañeros nos pidan al día siguiente Alquén u Omeprazol. Luego mi amigo se reía cuando se lo contaba -porque claro, él también tiene que venir... -, y le dije: "vale, sí, no sé si lo haremos, pero ¿no estaría genial?".

Hay que ir a esos sitios, empaparse con sus leyendas, descalzarse antes de entrar en las Guest Houses. Hay que creerse que uno se está adentrando en las brumas de Avalon.

Y por cierto, ¿sabíais que en Gales hay una estación de tren llamada Llanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwyll-llantysiliogogogoch?

Dicen que es la que tiene el nombre más largo del mundo... :)

domingo, 13 de diciembre de 2009

Sencillez


 
No sé por dónde empezar este tocho, así que lo haré desde el principio, o al menos lo intentaré, aunque imagino que iré y vendré entre medias, como hago siempre.

Pensaba hace unas semanas sobre la motivación que expliqué en su día a la hora de escribir en un sitio "público". Como también he comentado por ahí, es una forma más de pasar a la posteridad, no ocupa espacio físico y uno mismo pasado un tiempo va viendo cómo evolucionó (si es que lo hizo alguna vez...).

Desde hace relativamente poco -comparando con el tiempo que llevo en esto de Internet- , visitando blogs  multitudinarios, pienso en otras cosas, aparte de la motivación o el gusto por comunicar, compartir o expresarse.

Leí hace unas semanas una interesantísima entrada (Aquí). Muy bien planteada, muy bien explicada, pero a mi parecer un poco ambigua. Al menos yo, leyéndola, no fui capaz de distinguir qué diferencia había muchas veces entre una columna y la otra. A veces entro en blogs que no sé si son leídos por su calidad o por su  "fama" (reconozco que el hecho de ver que a alguien lo leen cientos o miles de lectores en Feedburner  o en Reader me causa una curiosidad que termina atrayéndome a ese sitio... aunque eso no quiere decir que me termine gustando y siga leyéndolos, e igual imagino que sucederá a otros mil que entrarán y saldrán).

Hace un año o por ahí fue cuando empecé a escribir en castellano por aquí. Acostumbrada como estaba al escaso -por no decir nulo- feedback que se daba en mi blog "original", el hecho de comprobar que "me leían" me proporcionó un gran aliciente. Saberte leída por desconocidos -al ver que llegaban comentarios-  y por los cuatro gatos y un miau que conocías y te lo decían..., en definitiva, ver que provocaba el suficiente interés para que alguien que no me conocía se dejara caer por aquí a leer,  para mí supuso un paso bastante importante. Y me gustó.

A una escala infinitamente inferior, pero relacionada totalmente, me vi, al cabo de unos meses, guardando más entradas en borradores que en publicación. Se lo comenté a un amigo, y me dijo: "¿para quién escribes?". La verdad es que hasta ese momento para mí, en este refugio escondidito y no demasiado promocionado. A partir de esa época, ya dudé, y temí siempre no estar a la altura, cuando la altura misma es tan volátil y tan subjetiva, y depende de tantas circunstancias y de tantas cosas...

Un año después, uno se sorprende comparando fechas, como si la cabeza misma, sin decírselo nosotros, supiese que ya han pasado doce meses. Un año empieza cuando empieza algo, para mí es septiembre, para varios será enero, para otros será el día en que se volvió a nacer -por superar enfermedades, por sobrevivir a accidentes, por renacer después de un bajón y ser consciente en ese mismo momento, fijando esa fecha como sin querer-.

Es evidente que algunas cosas han cambiado por aquí. Al principio me entristeció, para qué engañaros, pero luego le vi el sentido positivo, porque pensé que en el momento en que una sola persona sintiera que entrar aquí de vez en cuando le había servido al menos para abstraerse y pasar un ratín agradable, a mí me seguía valiendo la pena -algo parecido a lo que nos inculcaron Dickens o Zweig y que debería ser el leitmotiv para todos los que estamos por aquí haciéndolo por gusto y no por negocio-.

Hay un blog o dos que digo que siempre me gustan, y no es cierto realmente. Sin embargo, en el conjunto de blogs que leo, son los que más me llegan. Puede que incluso en uno de ellos la autora desconozca cuánto me gustó leerla... porque nunca se lo dije. Hay blogs que empezaron gustándome y terminaron disgustándome, sin paso intermedio. No sé tampoco si me acerqué a ellos realmente porque me gustaran o porque me gustaban los comentarios que me dejaban. O si  lo hice porque me comentaban, sin más. Está todo tan condicionado a tantas cosas distintas... O fulanito nos cae bien, o es nuestro amigo, o le tenemos cariño infinito, y nos gusta saber qué cosas le gustan, con qué punto de vista las ve. Sobra decir que esto es bidireccional, dando la sensación a veces de que todo son "vueltas", "deudas" pendientes.

Algo tiene que ser realmente bueno para nosotros para aceptarlo incondicionalmente. A veces incluso leo algunos blogs sin meterme nunca en ellos, sin mostrarme, desde el silencio, y hay que ver cómo los disfruto, como el que asiste a una clase magistral individual de cualquier materia: historia, literatura, cine, filosofía de vida... Pienso que, si me meto (comento) en ese reducto tan íntimo y poco transitado, ya dejará de ser lo mismo para mí, y los conservo en mi lector de feed o en marcadores, como tesoritos que prefiero no compartir con nadie, no me los vayan a robar -tremenda memez, pero mi memez, al fin y al cabo-, aunque luego algunos sí los termine compartiendo.

De vez en cuando me  llevo alguna sorpresa tremendamente agradable, más todavía cuando no veo los botoncitos de compartir, o el dibujito con el número de lectores, o lo de vótame en tal sitio, menéame en tal otro... Imagino a esas personas escribiendo esos textos tan edificantes -no encontré otro adjetivo para lo que quería expresar-, contando con la única herramienta de sus escritos, sus dibujos, sus loquesea, sin guardar a veces las justificaciones de texto, sin haberse molestado -ni preocupado- en meterse en temas de diseño (algo que me tuvo a mí varios meses mareada y llegó a hacérseme monotema :$). Y entonces aterrizas mediante el chasquido de dedos típico, como si volvieras de un viaje interior, o incluso de un limbo lleno de tontería (mi caso), y recuerdas que escribes porque te gusta a ti. Y no tienes por qué guardar textos en borradores por si no gustan, por si te desnudas demasiado en ellos, por si esto, por si lo otro, ni dejar pasar  varios días entre una entrada y otra si es que de verdad te apetece escribir más.

En el momento en que dudamos ante algo que hemos escrito porque quisimos hacerlo, pienso en cuál es nuestro miedo, a quién tememos defraudar, si al fin y al cabo a quien no deberíamos hacerlo es a nosotros mismos.

Bienvenida la sencillez del primer día en que nace un blog.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Boz


Érase un niño que, de pequeño, paseando por los alrededores de una gran casa, soñaba con tenerla algún día. Cuando somos niños no hay nada que parezca demasiado lejano ni inalcanzable, nuestra vida marcha de cero a cien, y todo es una subida. Parece entonces que lo mejor está por llegar, sin saber que lo mejor es ese mientras.

Érase un niño con memoria fotográfica, que trató de empaparse de todo lo que le sucedió en sus primeros años, y -aunque puede que sea egoísta por nuestra parte pensar así- tuvo la inmensa suerte de pasar por varias etapas oscuras, de esas que amargan, pero a su vez fortalecen. A él, aparte de fortalecerle, le hicieron crear un mundo en su cabeza del que escribió y escribió y escribió...

"Yo no tenía ningún consejo, ningún apoyo, ningún estimulante, ninguna consolación, ninguna asistencia de ningún tipo, de nadie que me pudiera acordar. ¡Cuánto desearía ir al cielo!" 

Érase pues, que ese niño no se escolarizó hasta los nueve años. Mientras, su entorno le iba educando, pero con lo que veía en su día a día, y no con lo que se escribía en una pizarra. Mucha gente confunde educación con escolarización, y qué diferencia abismal hay, es enorme. Hasta hay animales corteses que nunca fueron educados -ni por supuesto escolarizados- , y gente educada completamente asalvajada. Y tampoco los salvajes dejan de estar educados. Sería como un gran círculo con dos grandes distinciones: se es persona o no se es, simplemente.

Érase que ese niño creció...

... y  formó una gran familia con diez hijos, y compró esa casa con la que soñaba, y alcanzó notoriedad. Gustó a unos y disgustó a otros, como tiene que ser. Nadie hace todo bien siempre. A nadie le puede gustar todo lo que escribe una persona todo el tiempo -a no ser que se tenga un editor particular que diga sobre qué se tiene que escribir... o a no ser que se escriba lo que se sabe que va a gustar a alguien en concreto y lo convierta en el mayor lector y por ende en el mayor admirador.

Érase que, ya estabilizado sentimentalmente, vio cómo su vida amorosa hacía aguas -hastío, aburrimiento, desamor al fin y al cabo- y volvió a buscar a su primer amor, cual pirata Roberts. Pero ay, que los primeros amores quedan en el recuerdo con el pensar que se tiene en esos años. Y los pensares cambian, y las caras cambian, y lo que entonces hace a la gente estremecerse puede resbalar unos años después... y ella ya no era la que él recordaba, y por supuesto ya no sintió al verla lo que había sentido en su época...

"Cada fracaso enseña al hombre algo que necesitaba aprender"

El niño, el hombre, el escritor, fue incinerado y reposa en la esquina de los poetas de la Abadía de Westminster. Su epitafio dice:

"Él fue un simpatizante del pobre, del miserable, y del oprimido; y con su muerte, el mundo ha perdido a uno de los más grandes escritores ingleses"

Sin embargo, yo me quedo con una de las enseñanzas que nos regaló y que nos ha sido recordada luego en otros muchos libros y películas:

"No fracasa en este mundo quien le haga a otro más llevadera su carga"

sábado, 5 de diciembre de 2009

Proceso







Esta entrada la escribí una tarde de agosto en mi cabeza. Viví el proceso a tiempo real desde las dunas de mi playa, y me sugirió varias cosas. Observar que algo surgía de la nada, se iba formando, cambiaba de aspecto alcanzando el cénit, empezaba a diluirse y terminaba por desaparecer me pareció muy simbólico.

Por supuesto, con lo que largo :P, iba un texto acompañando a cada fotografía, que he decidido borrar -de mi cabeza y de la entrada-.

Os invito, una vez más, a ver cómo todo en la vida es un proceso, e incluso tiene un sentido.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Maravilloso Tim Burton


Que el cine sea una de las mejores evasiones, se esté mal o se esté bien, no cabe ninguna duda. Algunos prefieren el ritual primigenio de los asientos blandos, la compañía de gente anónima y la inmensidad de la pantalla; otros eligen la soledad y la manta de la salita; un pequeño porcentaje -supongo- preferimos esto último, acompañado de los cortes que sean necesarios -quizás para asimilar las diferentes partes o simplemente por la dificultad que nos entraña prestar atención a una única cosa durante dos horas como mínimo-.

Hay algunos directores que merecerían la vida eterna, si así la quisieran, y, lo más importante, si esta existiera en realidad. Cada uno tendremos ese de cabecera que sabemos que haga lo que haga, seguramente nos gustará, que es valor seguro para nuestros gustos y del que esperamos no con ansia pero sí con cierta expectativa cada nueva obra.

A mí me gustan muchos. Me sorprendo siempre de la originalidad de Almodóvar, de la profunda reflexión de Medem, del buen hacer que puede resultar de la combinación de un adulto -con todos sus medios y libertades- y un niño de diez años, de esos que aún muestran esa mirada que se tiene de niño y más tarde se acaba perdiendo. Hablaría en este caso de Steven Spielberg, cómo no. Y qué decir del humor de Woody Allen o la exquisita sensibilidad de Jean-Jacques Annaud...

Pero hoy, a día de hoy, al que más me ilusiona ver, ese ante cuya obra terminada me siento con mi paquete de pipas Tijuana - ¿por qué quitarían las Mariachi de Mercadona?- y toneladas de ganas es a Tim Burton.

Puede que mi subconsciente me traicione, y en realidad me acerque a él por ese lado de color negro y pelo revuelto que tanto me recuerda a Robert Smith, o por esa maravilla de actor que es Johnny Depp -payaso, artista... nacido para que todos lo pudiéramos disfrutar.

Puede que me guste el ambiente gótico, pese a entusiasmarme físicamente más el Liberty y sus florecitas de colores... o que sea la música que le compone Danny Elfman -¿alguien ha podido olvidar cómo sonaba Eduardo Manostijeras?- o esa parte de idealismo que hay en esa historia sobre un hombre que trata de hacer que la vida sea como un cuento (consiguiéndolo sobre todo al final) llamada Big Fish...

No puedo enumerar una por una todas las razones por las que diría a alguien que se acercara al Universo Burton, esto se haría demasiado largo. Pero mira, quizás Alicia fue pensada a finales del siglo XIX  en esa Inglaterra de jardines y tazas de té para que más de cien años después, llegara un californiano a modelarla para los niños que, hace cien años se creía que serían como de gris plata y viajarían en naves espaciales, y resultaron ser como los niños de toda la vida, simplemente niños.



miércoles, 2 de diciembre de 2009

Sütterlin


Estando en clase el lunes por la tarde, preguntó el profesor el modo de transcribir la "s" sonora en alemán. Soy poco participativa cuando los grupos superan las diez-quince personas, pero esa "me la sabía" :P, así que respondí yo misma: "con doble s o Beta". Ups, ups, al escuchar esto, puso cara rara. Dijo "sí pero no, sí, pero no se trata de una B, eso sería griego". Bueno, yo, más roja que un tomate, me dije: "para una vez que abro la boca...", pero no, por las caras de mis compañeros, ese error lo cometíamos todos al referirnos a este símbolo:

Efectivamente, no se trata de una Beta, sino de la "esst-tset", y es la unión literal de una pronunciación que junta la s con la z, pero escritas con una caligrafía especial que ideó Ludwig Sütterlin, y que se llamó como su apellido. La popularizó en 1911, y pasó a ser obligatoria en todos las escuelas de enseñanza primaria alemanas a partir de 1930. De hecho, la franja de población que se escolarizó esos años, aprendieron a escribir de esa forma y es "su letra" :


Algunas de las cartas y textos pertenecientes a la historia reciente alemana se escribieron con esa caligrafía, lo que dificultaría su lectura para los que aprendieron a escribir ya con la caligrafía occidental que todos conocemos, sin contar con que la escritura manual cambia siempre los caracteres originales, sea uno de donde sea.

Me resultó muy curioso, y de hecho, lo desconocía absolutamente hasta anteayer, por eso me apeteció compartirlo.

Artículo en la Wikipedia.

martes, 1 de diciembre de 2009

Simpleza


Si no veo las fotos actuales y trato de no buscar un vídeo reciente, lo recuerdo plantado en el escenario, gesticulando con las manos, con sus gafas y su gran nariz, y balanceándose en un entorno de violines y humo -¿por qué usaban tanto ese efecto en los '80?- . De todo menos convencional. Alejado de cualquier otro grupo o solista que conocíamos. Triunfando pese, o gracias a, ser distinto.

Hace unos meses, y gracias a la bendita tecnología, en cosa de minutos pude tener en mis oídos de nuevo ese puñado de temas que no pedíamos al Dj de turno, pero que nos encantaba escuchar desde la salita de estar.

Destaco una canción, y aunque su melodía me gusta, lo hago por su letra. A mí que me gusta moverme por señales de humo, prefiero la sencillez en la forma de decir las cosas, la claridad, la transparencia. Porque lo otro... a veces no lo entiendo.

Y te vengo a buscar

Y te vengo a buscar, aunque sólo para verte o hablar
porque requiero tu presencia
para entender mejor mi esencia


Este sentimiento popular nace de mecánicas divinas
como un arranque místico y sensual me encadena a ti


Debería cambiar el objeto de mis deseos
sin conformarme con las alegrías cotidianas,
hacer como un ermitaño que renuncia a sí


Y te vengo a buscar, con la excusa de tener que hablar
porque me gusta lo que piensas y dices
porque en ti veo mis raíces


Este siglo ya se está acabando,
saturado de parásitos sin dignidad
Me empuja sólo a ser mejor, con más voluntad 


Emanciparme del sueño de las pasiones,
buscar el uno por encima del bien y del mal,
ser una imagen divina de esta realidad


Y te vengo a buscar
porque estoy bien contigo, porque requiero tu presencia.