sábado, 3 de enero de 2009

Bajo un cielo violeta

No puede decirse que un pueblo relativamente pequeño, con la mayoría de amigos de celebraciones varias y los demás haciendo vida familiar en sus casas, sea algo demasiado atractivo para aventurarse a salir un sábado por la tarde.

Hoy ha sido una de esas tardes. Aún no habían tocado las seis cuando me he decidido por fin a salir a la calle, pese al tiempo desapacible y mis ánimos no demasiado animosos, valga la redundancia. Sin mirarme demasiado al espejo (de hecho, casi nunca me miro antes de salir), me he puesto la parka marrón oscuro (siempre marrón...), he cogido el paraguas y he abierto la puerta de la calle.

Pero hoy ha sido distinto, he mirado hacia arriba y me he fijado en que todas las minúsculas gotas de humedad, unidas al iluminado navideño, conferían al cielo una tonalidad violeta perturbadora, que me ha atrapado. He ido caminando el trecho hasta el "centro" mirando hacia arriba, y no recuerdo demasiadas ocasiones últimamente en que lo haya hecho. Siempre miramos hacia delante, o hacia abajo, pocas hacia el cielo...

Había una tienda abierta que sólo vi un día de pasada hace cosa de un mes. Vi que tenía cosas decorativas, como muchas que se abren últimamente. Pero al ver dentro a Sergi (un conocido), he dado un paso atrás y he ido a saludarle. Una vez allí, he advertido que se trataba de una tienda de Comercio Justo de Oxfam. La última vez que vi un puesto de Oxfam fue hace un año en una Feria de las Culturas que hicimos en el pueblo, y compré de todo, hasta chocolate blanco relleno de arroz hinchado.

Podría pasar horas y horas haciendo algunas cosas y visitando algunos sitios, algunos tan dispares como una librería, una perfumería y una tienda de decoración con aroma a incienso y música celta de fondo.

He cogido toda clase de objetos, no sé si intentando aplacar un poco de tristeza mediante la compra compulsiva de objetos o intentando distraerme. No me vendrán mal, porque viene pronto el día grande de los regalos, y los regalaré.

Y de paso, me he regalado tres cosas para mi, porque yo lo valgo. Y he hablado con Sergi. Y ya en casa, he rescatado mi incensario y he quemado una barrita de Chandan.

No ha estado tan mal la tarde, con ese inquietante cielo violeta.

1 comentario:

¿Te apetece aportar algo?