martes, 24 de marzo de 2009

Cuerdas




La cuerda es ancha, de color hueso y está formada por decenas de finos hilos. Trato de romperla cortándolos poco a poco para ver si así -casi sin darse cuenta ella, casi sin darme cuenta yo-, cede, sin dolor, sin brusquedad, y deja de formar parte de mi vida.

Otras veces trato de cortarla de un tajo, y entonces la fuerza que hago con mis dedos y las tijeras me daña, y me salen dos ampollas que tardan unos días en dejar de escocerme.

A veces pienso que la mejor solución es no mirarla siquiera, no acordarme de su existencia y tratar de borrar de mi mente los momentos en que me dañó, pero a día de hoy todavía no he conseguido perdonarla del todo, pese a que precisamente el perdón es algo que se me hace fácil de aceptar... y de pedir.

Hace un año ella trató de ahogarme. Me dañó con su despecho y desprecio, para mí del todo inesperados e inexplicables, y atribuidos quizás a mi excesiva blandura y al exceso de confianza (ahh, a ella no le va a importar... ahhh, a ella no le faltará compañía..., ahhh, ella se encargará de todo (siempre lo hace))

Hace un año la cuerda que se me antojaba suave, acogedora y mullida se me transformó súbitamente en áspera, rígida y hostil. A día de hoy todavía me pregunto por qué.

Se me derrumbó todo un mundo encima y empecé a ver a la gente de otra manera.

Una persona que me quiere y a la que quiero me propuso anoche que escribiera sobre todo esto. Sus consejos suelen hacerme mucho bien.

Yo le he hecho caso, pero eso sí, he de reconocer que ha quedado una entrada bastante feosa :(

4 comentarios:

  1. 1- Cuando se escribe de verdad siempre queda bien.

    2- Cuando te quitas una diadema, la sigues notando en la cabeza durante un rato, como si la llevaras puesta. Pero la sensación acaba desapareciendo, como todo, con el tiempo.

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  2. Ummmm no hay que romper, rasgar , tirar de ella...es más difícil y al tiempo más eficaz...simplemenet desanudar

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  3. Le di unas cuantas vueltas a las frases que quiero decir, antes de escribirlas. Por limar brusquedades. Aunque al final, el balance entre la sinceridad y la sensibilidad nunca es el mismo para ambos.

    Sabiendo eso, prefiero no estar demasiado pendiente de mis maneras, seguro como estoy de que te quedarás con el fondo:

    -No hay ninguna cuerda, y lo sabes:

    -Cualquiera de nosotros (me incluyo) nos valemos de metáforas para reflexionar sobre nuestros males y, al igual que en los sueños, simbolizamos los pensamientos y los convertimos en cosas: Un sombrero, una ventana enrejada, un caballo blanco, un monstruo... una cuerda.

    -La cuerda no está ahí por arte de magia. En su día la tendiste tú. Otra cosa es que se haya vuelto en tu contra. Y ojo con las palabras, que nos hacen prisioneros suyos: Al decir que "se ha vuelto en tu contra" ya le estoy atribuyendo existencia propia, fuera de tu control. Quizás sea justo eso lo que te ha sucedido:

    -Tienes más que ver con esa cuerda de lo que crees, de modo que enfrentarte a ella por la fuerza es luchar contra una parte de ti misma, y por eso no puedes cortarla. Al fin y al cabo, cuando la tendiste te pareció una idea excelente.

    -Te diré algo parecido a lo de Noel: Un cambio en tu manera de relacionarte con el mundo evitará que sigas tendiendo cuerdas. Creo que ya lo sabes, si no, ¿por qué querrías romperla?
    Con ese cambio, simplemente desaparecerá.

    -En cuanto a mí, puesto que intento siempre ponerme en el lugar del otro, decirte que creo que te comprendo. Estoy seguro de que nos ha pasado a todos. ¿Quién no ha apostado fuerte por alguien que después le falló? ¿Quién se ha librado hasta ahora de haberle fallado a alguien?

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  4. Cris: muy bueno lo de la diadema, y cierto, muy cierto...

    Noel: precisamente escribí una entrada que cerré con eso que me dices. Aquí, y al ladito el traductor

    La frase final, de Catón (por si os queréis ahorrar otra vomitera ya pasada :P):

    "Cuando uno tiene motivos para quejarse de un amigo conviene separarse de él gradualmente, y desatar, más bien que romper, los lazos de amistad"

    Espejo a través: ante todo, nunca temas ser brusco, y más si es para decir cosas constructivas. Hablo por mí, ojo, que eso irá en personas, pero yo tampoco me caracterizo precisamente por mi "diplomacia" o "buenismo" (andevé, qué manera de abusar hoy de esta palabra, diosss).

    Sí, tienes razón. Pero ese cambio en mi manera de relacionarme significaría sencillamente dejar de ser yo, y no sé si sería más doloroso disimular todo el tiempo un modo de ser que no me corresponde o sufrir por los chascos que me llevo a pares.

    Sobre tu último párrafo, me gustaría saber si yo fallé a alguien, y no temo ponerlo aquí por escrito, aunque pueda parecer una sobrada.

    En cualquier caso, me encantaría saberlo y que se me dijera sin dudar. Así quizás comprendería por qué la gente dice cosas que no siente y promete hechos que no va a cumplir, porque palabras vanas en este contexto he dicho poquísimas en mi vida.

    Antes me callo.

    En el momento en que empiezas a mentir sobre el afecto que (no) sientes hacia otra persona lo único que sucede es que la bola va aumentando de tamaño y llega un momento en que se va de las manos. El que no siente, ni flowers, pero el que ha sido "ligeramente engañado" se hace muchas preguntas.

    Sucede otra cosa, y es que quizás lo más fácil fuera eso que otras veces me aconsejaste: enfrentarse con esa cuerda de una puñetera vez.

    Aunque fuera la última.

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